Itinerario político/Ricardo Alemán
El Alzheimer es la enfermedad del olvido, que merma la vida, dignidad y motivos
¿Qué recuerdos abrazas tú? ¿Cuáles no dejarías que se llevara el olvido?
El olvido no sólo mimetiza con el entorno lo triste o gris. Es rémora que se extiende indiscriminadamente a todo: al dolor y a los motivos, a lo burdo y sacro, a la desazón y hasta el rostro de nuestros muertos.
El olvido no quema ni cimbra. Merma la vida, dignidad y motivos. No es panacea al desencanto. Es cáncer que corrompe cualquier brote de esperanza y lucha. Es la conformidad e indiferencia. Es el apagado mutismo, el sarcasmo y la “otredad”. Hay peligro de olvido cuando la empatía está muy lejos de tu vida. Cuando rezas por ti y olvidas a los “otros” que son tú mismo.
El olvido es crimen e injusticia, es la horrenda mordaza que te impones. Es la impunidad que proteges, el delito que no denuncias, la injusticia que no te hiere.
El olvido es despojarte de la humanidad, alejar de ti, consciencia y motivos. Olvidar es callar, soportar, inmolarte. Es abandonar en la nada tus recuerdos y cercenar tus raíces. Quien olvida no vive, porque vida implica tener presentes ángeles y padres, oportunidades y maestros, sol y yerba, heridas y sobrevivencia. El olvido se contrapone al amor, a la compasión y entrega. Olvidar es asumir que nos mueve estéril inercia.
Por ello, mientras respiras, agradece tus recuerdos y sólo confina al olvido la sentencia de imposibilidad. Esa es la gran mentira que tú y muchos te reiteran: no poder. Eso es lo único que debes olvidar, el desastroso sentido de imposibilidad.
No confines al olvido tus tristezas ni tus miedos. Cuando los tengas presentes, podrás saber qué hacer con ellos. Mientras vivan en la sombra, dominarán tu percepción y juicios. Tampoco olvides las personas que estuvieron en tu vida, quienes comparten esta realidad contigo, aunque sea de manera muy breve, tienen una trascendencia crucial en tu vida. Nadie en tu vida resulta fortuito ni nimio.
Los recuerdos eres tú, son también tu esencia y valores. Es tu historia y filias, tu razón y también la paranoia de tu sombra. Es la realidad, cauda de todo tu marco referencia, es sol y luna.
Por ello, cuando alguien olvida, comienza a despedirse de este mundo. Por eso, quién no recuerda se desprende de la vida. Por lo mismo, el Alzheimer es una enfermedad tristísima para los familiares y amigos de quien contrae la enfermedad del olvido.
Quiero recordar en esta y las demás vidas, los rostros, nombres y proezas de quienes amo, mi historia y la gratitud de la vida. Quiero recordar, por siempre, que soy parte de una humanidad más cálida y hermosa de lo que aparentemente se presenta. Quiero recordar que el mejor día de mi vida y la noche más perfecta es hoy. Quiero recordar por siempre que Dios existe. Sólo eso. Lo demás, puede olvidarse. Lo demás, ya no es trascendental. Tal vez, lo “otro” nunca existió.