Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
Percepción
Lo que vivimos no nos define. La manera cómo lo interpretamos sí.
Un hecho concreto conforma tantas narrativas como personas existen. Lo que ocurre queda inscrito en el ámbito de lo aleatorio o fortuito. Cuando lo aprehendemos le damos ciertas interpretaciones y valores, lo definimos y traducimos como un elemento de determinadas características y trascendencia en nuestra vida.
Esta percepción de la realidad no opera a niveles amplios: épocas, países, localidades. Puede incluso operar desde un pequeño núcleo social como una pareja o familia. Por ejemplo, la infancia de dos hermanos puede ser muy diferente entre uno y otro, como si la época, circunstancias y padres fueran totalmente contrapuestos entre uno y otro hermano.
¿Alguno de estos hermanos miente? No. Simplemente tu vida no es lo que ocurrió sino cómo la narras. No para otros, para ti mismo.
Así, cada vez resulta más certero asegurar que tú vives lo que creas. Tu percepción es el marco del que emanarán determinadas emociones de acuerdo a tu marco conceptual. De ahí tu podrás pensar en relación a éstas, e incluso imaginar para finalmente incidir en sentimientos concretos al respecto.
Los sentimientos son los “ladrillos” o elementos físicos con los que concretarás tu propia realidad. Cada uno ve lo que desea. Ante un mismo hecho alguien lo considerará una catástrofe y otro lo asumirá como una oportunidad de lograr, sobrevivir e incluso crecer.
El que el mismo vocablo signifique crisis y oportunidad en chino no es aleatorio. Parte de un profundo análisis.
Pero volvamos al poder del sentimiento. Aparentemente se trata de elementos desperdigados, sin camino ni sentido. Sin embargo, ellos se encuentran “atados” al pensamiento que es totalmente controlable y dirigido.
Así, cuando nos percatamos de órdenes malignas para nuestros propósitos como “nunca lo lograrás, eso no es para ti o no lo intentes”, desde la propia racionalidad y lógica podemos contrarrestarlos mediante afirmaciones positivas como “Siempre logras lo que te propones, avanzas, tus deseos se vuelven reales”.
Un pasaje bíblico sentencia: “El señor es mi pastor, nada me faltará”. Se trata de una verdad ineludible dado que en sentido metafórico las ovejas son los pensamientos. Si en lugar de dejarlos vagar a su antojo les asignamos un guía que representa perfección y amor, es claro que “vibraremos” al nivel más alto. Reconoceremos así nuestra esencia espiritual “y todo lo demás tendremos por añadidura”.
Entonces, por favor “no caigas en la tentación” de dudar o sentir que no mereces o no existen para ti la gracia y la fortuna. Céntrate en tu esencia espiritual y perfecta. Bajo tal verdad podrás visualizar correctamente tu entorno y generar lo que quieres experimentar en esta vida.
La realidad tridimensional tú la construyes. Pide que tus pensamientos los dirija el cielo, un lugar perfecto sin decadencia, lleno de plenitud, felicidad y luz.
¿Qué realidad deseas? Tus pensamientos lo definen.