Escenario político
Un ramito de palabras para ti
Sólo lo que se menciona es. La inefabilidad no existe. Sólo las palabras vuelven verdad cada ser, emoción o cosa. Sólo las palabras curan, redimen, bendicen o enamoran. Sólo cuando la idea se vuelve palabra aparece en el campo tridimensional. Lo que no se pronuncia carece de vida y sentido. No está vivo. No lo estuvo nunca.
Canto hoy a los miles de vocablos, semillas de realidad y existencia, a esas voces que simbolizan todo lo que valoramos, las que engendran emoción y sentimientos, las que se vuelven celebración, consuelo y pan, las que preceden cualquier acto de heroicidad y amor.
Celebro hoy los nombres de los genios de todos los tiempos, de los magos y brujos, de los chamanes, curanderos y sabios, el de nuestros padres y ancestros, los nombres que vivifican el agua, la tierra, los nombres de quienes creyeron en la gloria, los que se levantan de las grietas y se rehúsan a pervivir en logros pasados.
Levanto hoy un estandarte lleno de letras, símbolo de las palabras que pronunciamos a diario, pero también de aquellas aún no escritas. Catapulto en la imaginación el sonido del vocablo techo, amigo, luz. Vivifico la gloria del gato, del colibrí y la hiena. Lleno mis sentidos de todas las palabras del mundo, de ésas que se vuelven venda para el herido, cómplices del romance, primaveras.
Me visto hoy de las palabras que saben a eternidad, a felicidad y deleite. Palabras que son tierra mojada, sol y chabacanos, de las palabras que se cuecen momento a momento con la serenidad y el chisporroteo de la lluvia. Me visto hoy con la palabra algodón, nube y llanura.
Clamo porque en el silencio se perciban las voces de indiferencia y mutismo, que se escuchen las narraciones perdidas, que acabe el mito de que el silencio carece de palabras…el silencio habla. Son vocablos contundentes y sutiles los que se pronuncian con tu propia voz y generan el himno único de la consciencia.
Hablemos ahora de ti. De todo lo que has rehusado admitir, de tus miedos y los fantasmas que aún te rondan. Pero cuéntame también de las mariposas de colores que inundan tus fantasías y de esa locura que te bulle en la sangre y aún no dejas que vea la luz. Háblame del concepto de la vida, de lo que amas y de lo mucho que has aprendido hasta ahora. Háblame de ti.
La relación más cercana y verdadera es aquella en la que se intercambian palabras. Es entregar mundos, percepciones, realidades…pero también promesas, deseos, música y poemas. Es dar.
Ah, las palabras…hechiceras, niñas, verdades. Palabras que explican lo increíble y pueril, que dotan de sacralidad cualquier trivialidad y dejan incrustada de magia cotidiana el lodo y el barro.
Callaré ya para que las palabras me dejen reposar dentro de una cáscara de nuez, que me acaricie a plenitud la noche, que logre orar…