Mujeres mexicanas memorables (6)
Reincorporación
Regresan las tareas cotidianas. La vida prosigue. Se reanudan clases y labores, se vaticinan los días de siempre. Pero no. Nada volverá a ser como antes. El 19 de septiembre nos marcó hace 32 años y lo hace ahora, aunque de manera diferente. Hace más de tres décadas se creyó que emergió un milagro en la sociedad. Hoy se descubre que la solidaridad está en el ADN del mexicano.
Fueron días de duelo y tristeza, pero también de puños en alto y tareas diversas que gritaban a quienes perdieron la vida de sus seres queridos y patrimonio: “no están solos”. Fueron brigadas organizadas para hallar vida bajo los escombros, organizar el tráfico, generar donativos, atender heridos, orar, informar y dar un abrazo.
Aquí vimos héroes de todas las edades y estratos sociales. Aquí descubrimos una fuerza que se gesta con la compasión y el amor. Aquí emergió, tras el sismo, un espíritu que no se doblega ni acepta, sino que persiste en pos de la vida e, incluso, en un humanitario afán de que se rescataran los cuerpos.
Camino ahora sobre una ciudad un tanto devastada, pero es imposible que mire con indiferencia a los otros. Ya demostramos que somos uno, que el dolor del otro es también mío, que la aparente indolencia en la que nos sumergimos sólo es eso: espejismo. En realidad, falta que uno necesite algo para que miles de manos nos brinden ayuda.
No. La Ciudad de México nunca volverá a ser la misma. Sus habitantes ya descubrieron su tesón y fuerza. Develaron su corazón, sus ganas de ayudar y dar.
Hay imágenes sacras después del sismo. La sexagenaria descalza que dona arroz, el hombre que en silla de ruedas transporta escombros, el tamalero que ofrece su producto gratuitamente a brigadistas, los muchachitos que se hacen cargo de las mascotas que perdieron a sus dueños.
No quiero olvidar a nadie, a ninguno de estos héroes que conmovieron a la opinión pública internacional. Ellos, quienes dieron todo, conformaron un crisol humanitario que impulsaron a que todos diéramos los mejor de nosotros.
Así, cuando los rescatistas internacionales se fueron, manifestaron estar orgullosos de haber apoyado a México. Nuestro país, por su bendita gente, adquirió un valor diferente que no lo da ningún plan de mercadotecnia ni las inversiones. Es el humanismo.
Y ante esto, hay empresas y marcas que están cerca de nuestra predilección y gratitud, las que ayudaron y generaron donativos para la reconstrucción o los damnificados. Hay unas que permanecieron indiferentes y esa misma reacción será la que ahora otorguemos nosotros como consumidores.
El regreso a la “normalidad” quedará marcado con un sorpresivo reconocimiento a los otros y a nosotros como seres dignos y valientes. Nuestra humanidad se develó tajante. Y ahora, cada 19 de septiembre no recordaremos la tragedia sino el poder inmenso de la solidaridad y el amor.
Gracias querido compatriota, porque tú si saber lo que es ser un héroe.