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CIUDAD DE MÉXICO, 29 de diciembre de 2018.- A los pies de Cristo, bajo el cobijo del manto de la Virgen y a un costado de San Lázaro, patrono de los pobres, 178 personas sin hogar pasan la noche en el templo de la Santa Cruz y Nuestra Señora de la Soledad.
Enclavado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y a unas cuatro calles del Congreso de la Unión, donde los legisladores debaten temas cruciales para el futuro del país, este albergue fue habilitado por el padre Benito para darle un presente menos agobiante a quienes no tienen dónde pasar la noche.
Todo comenzó por darle de comer a gente en situación de calle, luego enseñarles a leer y escribir, más adelante darles talleres para que aprendieran alguna labor, o de superación personal para evadir los vicios, después, llegó la idea de evitar que la crudeza del invierno capitalino afecte la salud de quien materialmente no tiene casi nada, mucho menos un techo bajo el cual dormir.
El sacerdote Benito Javier Torres Cervantes, párroco del templo de la Santa Cruz y Nuestra Señora de la Soledad, tomó la iniciativa desde hace tres años, comenzó un comedor comunitario apoyando en sus alimentos a 18 personas, y ahora se ha multiplicado a 360 raciones por día entre desayunos, comidas y cenas.
“La idea surgió viendo la misma situación de la colonia, de las calles aledañas, hay mucha gente en situación de calle, que vienen de otros lugares pero que ven este lugar como un espacio para poder dormir, para poder descansar”, recordó el padre.
Si bien en algún momento han recibido apoyo gubernamental, generalmente todo es por los donativos que se reciben de los vecinos y los fieles que acuden al templo, como fue en un inicio, que con cacerolas y utensilios de cocina de los habitantes de la zona fue que atendieron las primeras necesidades de ese comedor comunitario.
Para el religioso católico esa parte no fue suficiente, porque las necesidades y los necesitados siempre estarán ahí. En octubre de este 2018 comenzó con el albergue para personas que no tienen en donde pasar la noche.
“Abrimos este programa de dormir a los pies de Jesús y de María, se abren las puertas, y la parroquia está en servicio las 24 horas aunque a veces está cerrada la puerta pero adentro de la misma Iglesia estamos en actividades”, explicó el padre Benito.
El padre Benito reconoce que si bien no es una tarea fácil porque las personas que viven en situación de calle tienen problemas de adicciones o psicológicos, por su historia de vida, sabe que alguien tiene que ayudarlos y persiste en su labor altruista.
Más allá de la ayuda que se pueda recibir en especie, el sacerdote hace un llamado a la sociedad porque requiere que se sumen voluntades para poder seguir con esta ayuda a los que prácticamente no tienen nada.
“Es una prueba ahorita hasta febrero que es tiempo de fríos, esperemos que este programa siga funcionando porque requerimos muchas manos, el venir a dar ese servicio lleva tiempo y esfuerzo, más que dinero, falta el recurso humano”, comentó.
El albergue del templo ubicado en las inmediaciones de La Merced, a tres calles del Metro Candelaria, recibe a las personas en situación de calle a partir de las 8 de la noche todos los días, y es cuando más se requieren voluntarios.
“Lo que nos faltan más son manos, más en la noche, necesitamos personas que quieran realizar esta actividad de recibirlos porque son personas que vienen golpeadas, que vienen con dolor afectivo, personas que vienen a la defensiva, necesitamos personas que tengan mucha paciencia y amor al servicio, amor a los más necesitados”, explicó.
El padre Benito recordó que la Iglesia Católica se encuentra en la segunda Jornada de la Pobreza, y retomó el llamado que hace el Papa Francisco de salir y llegar a los más necesitados.
“Nos inspira desde el Adviento, que es la espera de Nuestro Señor Jesucristo, para ese encuentro con el más necesitado, y a veces el más necesitado es uno, que tiene hambre y sed de Dios, y que solamente dando lo que uno tiene podría encontrar a ese Jesús que llega en Navidad”, concluyó.