ACENTO: El guante blanco de Peña Nieto

12 de diciembre de 2012
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9:21
Salvador Flores

Desde que se mencionó a Emilio Chuayffet como posible secretario de Educación y se dijo que sería para golpear a la lideresa eternizada del magisterio, Elba Esther Gordillo, surgió la duda de si el presidente Enrique Peña Nieto la emprendería contra su supuesta amiga y aliada.

En realidad, los mexicanos deseamos que se le ponga un alto a la profesora, quien aprovecha el liderazgo magisterial que le obsequió Salinas de Gortari en 1989 para darse ostentosamente la gran vida, vivir en San Diego, California, manejar al sindicato de maestros a su antojo en lo administrativo, político y financiero, exigir plazas del gabinete, ubicar ahí a sus parientes y favoritos y fundar su partido político, que ya ha lanzado a dos candidatos presidenciales.

Y no sólo, también es una rémora pesada para la educación en México, pues impone líderes, convirtió en botín las plazas de maestros, mantiene como aviadores a miles de ellos, se opone a que los evalúen y a cualquier mejora del sistema educativo.

El choque con Chuayffet Chemor se avizoraba porque él fue factor determinante para tumbarla hace 10 años del liderazgo priísta en la Cámara de Diputados, por apoyar una reforma de Fox que aumentaría el IVA.

Total, cayó la maestra, dejó la secretaría general del CEN y el partido, peleó con Roberto Madrazo, presidente nacional del PRI y fue factor determinante en la derrota de éste como candidato presidencial y para que Felipe Calderón llegara a Los Pinos.

Entonces le cobró a  éste la alianza: la promoción de votos magisteriales y que varios gobernadores priístas, amigos suyos, también hicieran campaña soterrada en favor del michoacano, quien hubo de pagarle con la subsecretaría de Educación Básica de la SEP y las direcciones del ISSSTE y la Lotería Nacional y cumplirle sus caprichos, que dieron al traste con la educación.

Se creyó que con Peña Nieto haría lo mismo por su amistad. Pero le salió el tiro por la culata, sólo que sin golpes espectaculares, sino mediante una Reforma Educativa, que el Presidente presentó la semana pasada, aplaudida por tirios y troyanos, hasta por Juan Díaz, líder aparente del SNTE, pues Elba entendió que esto va en serio y no le queda otro camino.

Interrogado Cuauyffet sobre si persiste su encono contra ella, lo negó. Explicó que su encomienda presidencial es elevar el nivel de la educación para bien de la niñez y juventud, y que sería torpe continuar rumiando pleitos y buscando venganza.

El tacto provino de Peña Nieto, quien en vez de golpes de autoridad (tipo el quinazo) escogió el camino de la ley para enmendar lo negativo del sistema educativo, y si eso implica tocar a Elba Esther, ya es secundario, y a ella no le quedará sino acatar, o tomar las de Villadiego.

El estilo personal de gobernar, como decía Cosío Villegas, de Peña Nieto no es confrontar, sino negociar, apegarse a la ley para resolver los ingentes problemas de México, y mejorar la educación, uno de los 13 ejes que fijó a su gobierno el día que tomó posesión.

Estilo que se expresó en el Pacto por México que suscribió con las tres fuerzas políticas principales y se vislumbró desde los pasos para la transición presidencial con Calderón y en la discusión-aprobación de las dos iniciativas preferentes de éste.

Igual se vio ayer al aprobar el Senado la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, tras de que la frenó el PRI, y hubo de ceder para que esa colegisladora ratifique los nombramientos de dos altos funcionarios del Sistema Nacional de Seguridad.

Eso demostró disposición a seguir negociando con la oposición dentro del Pacto por México.

Al parecer va en serio el acotar los poderes facticos, que mencionó Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, pero no a gritos y sombrerazos, pues lejos del autoritarismo estentóreo, Peña Nieto maneja la política con manos de seda.

QMX/sfl

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