Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
Cuando los diputados se abrazaban al término de la clausura del primer periodo de sesiones de este sexenio, el presidente Peña Nieto llamó por celular a Manlio Fabio Beltrones, líder de la fracción del PRI en San Lázaro.
Lo felicitó por el tino con que condujo ese lapso legislativo y la aprobación de las reformas administrativa del gobierno federal, educativa, del IFAI, Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egreso de 2013 y las iniciativas preferentes de Calderón: Ley de Transparencia Gubernamental y la reforma laboral.
Ya el 1 de diciembre al término de su protesta de ley, el presidente se había congratulado con Manlio por la sesión sin problemas, en contraste con la de 6 años antes.
Eso supuso un fino tejer político, negociar con legisladores y líderes de las fracciones legislativas, y marcó un récord en la actividad del Congreso, que difiere de la falta de resultados en períodos anteriores, despierta optimismo y avizora una nueva era para el país.
Los mexicanos vimos la gran actividad política de Peña y su gente, desde la transición (en que jugó un papel el presidente saliente, Calderón) cuando Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong fraguaron las iniciativas de ley que el nuevo presidente envió al Congreso.
Eso supuso sesiones y acuerdos de los equipos de dichos funcionarios en las propias cámaras legislativas con los líderes y miembros de las fracciones partidistas, como informaron los medios.
Osorio visitó varias veces el Senado, y Videgaray montó oficinas en San Lázaro para discutir peticiones y restricciones respecto del presupuesto de egresos. Amén de esfuerzos de los propios coordinadores priístas, Manlio entre los diputados y Gamboa Patrón entre los senadores.
Lo que contrasta con la inacción de los funcionarios y líderes de bancadas panistas en los dos sexenios anteriores.
Santiago Creel en Gobernación con Fox, quiso arreglar todo con comidas en su oficina. Francisco Ramírez Acuña estaba supeditado con Calderón a Juan Camilo Mouriño, con quien acordaba y no con el Presidente.
Iniciado el segundo año del sexenio, Ramírez Acuña pidió audiencia a Felipe y le dijo que creía oportuno que en adelante acordara con él como secretario de Gobernación.
Mas Calderón le reiteró que debía seguir haciéndolo con Mouriño, y el hoy embajador en Madrid presentó su renuncia y fue sustituido precisamente por Juan Camilo, quien estaba muy verde en política.
Como líder senatorial de Calderón, negociar para Creel fue ceder posiciones a los partidos y, en lo posible, jugar las contras al Presidente. ¿Qué decir de Héctor Larios Córdova, líder de los diputados del PAN en el primer trienio de Felipe? Simplemente que muchos panistas ni recuerdan que lo fue.
Muy comentados en todos lados (porque alientan esperanzas de una nueva era de avance del país en beneficio de los desfavorecidos sobre todo) son los acuerdos del gobierno con los partidos y legisladores opositores, que dieron vida al Pacto por México y ahora sirven de base a su realización.
“Estos sí saben hacer política”, dijo, al despedirse de sus contertulios un cliente de la peluquería del barrio o estética, como quieran llamarle.
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