
Morena y su fraude monumental
La primera salida al extranjero del presidente López Portillo fue a Bogotá
La primera salida al extranjero del presidente López Portillo fue a Bogotá, el 5 y 6 de agosto de 1976, invitado por el presidente colombiano Adolfo López Michelsen para reunirse con varios mandatarios latinoamericanos, la llamada pandilla de Echeverría, su antecesor.
Con ellos estuvieron Ernesto Geisel, de Brasil; Michael Manley, de Jamaica; Demetrio Basilio Lakes, de Panamá, y Carlos Andrés Pérez, de Venezuela.
Previamente José Luis Becerra, jefe de Prensa de la Presidencia, avisó que no invitaría a la fuente, y que los reporteros que enviaran los periódicos y noticieros tendrían que rascarse con sus uñas, porque no se les proporcionaría ningún apoyo.
La tarde del 4 de agosto llegamos 9 reporteros al hotel Tequendama, de Bogotá, y de inmediato hablamos con el embajador de México, el veterano periodista Federico Barrera Fuentes, a quien le explicamos la situación y pedimos nos informara sobre las actividades de JLP. Prometió visitarnos en el hotel, donde nos entregó un boletín preparado por él.
Ofreció que a la mañana siguiente pasarían dos automóviles de la embajada para llevarnos al aeropuerto internacional a recibir al Presidente. Lo que cumplió.
En contraste, a Rogelio Rodríguez, subjefe de Prensa de Los Pinos, y a Jorge Villa Alcalá, ex reportero de Excélsior, enviados por Becerra, los vimos llegar más tarde al hotel, cargados de fayuca. Al preguntarles sobre las actividades del mandatario, respondieron que ellos no habían ido a atendernos, por tanto no tenían nada que ver con nosotros.
Por fortuna, nos encontramos a Ángel Álvaro Peña, flamante jefe de giras presidenciales (así se llamaba su cargo) de México, quien viajó directamente de Madrid (a donde fue a preparar la visita que JLP haría en octubre a España) y nos dijo que había encargado a uno de sus auxiliares, Sergio Rosseti, viajara de México a Bogotá para preparar una sala de prensa para nosotros los enviados, en el mismo hotel.
En efecto, dicha sala ya estaba lista, y desde ella enviamos nuestra información a México esa misma noche.
Al otro día, recibimos en el aeropuerto al Presidente, quien se trasladó de inmediato al Palacio Nacional, en cuya Sala del Cristo López Michelsen inauguró la junta, a la que no tuvimos acceso. Pero pedimos a un ayudante del general Miguel Ángel Godínez, jefe del Estado Mayor Presidencial de México, le dijera que se asomara, por favor, como lo hizo, y le solicitamos que hablara con JLP para que nos diera alguna información en un receso.
A las 13 horas entramos al salón y charlamos con el Presidente, sobre quien, antes de que concluyéramos; camarógrafos y un reportero de Radio Caracol, cadena de radio y Tv colombiana, se abalanzaron y lo arrinconaron contra la pared.
Rogelio Rodríguez y Jorge Villa, que sí habían tenido acceso oficial a la reunión, se quedaron petrificados y nada hicieron para defender al Presidente. Fue preciso que el general Godínez y José Ramón López Portillo (quien acompañó a su padre) lo rescataran y conminaran a los de Radio Caracol a ponerse a distancia del mandatario, so pena de no hacerles ninguna declaración.
A la mañana siguiente apareció en Bogotá Norma Meraz, ex reportera de 24 Horas, que ahora trabajaba con Margarita López Portillo, hermana de JLP y directora de RTC, quien la envió para que le informara sobre el desgarriate en que los enviados de Prensa de la Presidencia habían metido a su hermano durante la reunión, según los reportes que nosotros enviamos.
La reunión terminó ese mediodía día con la lectura del comunicado conjunto, que estuvo a cargo de JLP.
Del Palacio Nacional nos fuimos con él a la embajada de México, a una comida que le ofreció el embajador Barrera Fuentes, quien también nos invitó a los reporteros.
El Presidente comió con nosotros en una gran mesa; estaba de muy buen humor, soltó algunos chascarrillos y comentó que se había sentido muy distendido en su primera reunión con líderes de otros países.
Terminado el convivio, aceptó respondernos unas preguntas y propuso que fuera en la misma mesa de la comida, que de inmediato quedó libre de trastes.
Inquirió entonces si no había alguien de la Oficina de Prensa de la Presidencia de México? a lo que Rogelio Rodríguez levantó la mano. Entonces JLP lo invitó a pasar a su lado para que moderara la entrevista; pero el atolondrado no sabía qué hacer.
El mismo Presidente le explicó que anotara los nombres de quienes deseáramos hacerle preguntas y que nos fuera dando la palabra en ese orden.
La entrevista fue breve, y una vez concluida, volvieron a la carga los de Radio Caracol y trataron de nuevo de lanzar contra la pared a JLP; lo que dos reporteros que estábamos cerca y Ángel Álvaro impedimos, mientras los enviados de José Luis Becerra otra vez se cruzaron de brazos.
Todo terminó en santa paz. JLP quiso despedirse, pero le dijimos que, si no tenía inconveniente, lo acompañaríamos al aeropuerto, a donde se dirigió enseguida para regresar a México, y accedió con gusto.
Ya en el lugar, se despidió de mano de todos y dijo que estaba muy agradecido con quienes cubrimos su primera salida al extranjero y lo auxiliamos ante los embates (dijo jocosamente) de los muchachos de Radio Caracol, a quienes también tendió la mano y dio las gracias.
Ya en México, al día siguiente, muy temprano, leyó los despachos que habíamos enviado a nuestros diarios, escuchó los noticieros y recibió la recomendación de su hermana Margarita (su consentida) de cesar a Becerra de Jefe de Prensa, una vez que leyó el informe de su enviada a Bogotá.
A las 10 a. m., recibió a Becerra, y le pidió la renuncia. Como éste intentara argumentarle, le dijo simplemente: Mira, José Luis, preferiste quedarte en México a cuidar tus intereses, que cumplir con tu obligación de acompañarme. En esas condiciones no me sirves.
QMX/sfl