Libros de ayer y hoy
La explosión en Pemex, con su dolorosa secuencia de víctimas, enfrentó a Peña Nieto a la prosa cotidiana de la vida política, tras haber logrado el Pacto por México y dado nuevo aires al país.
El Presidente atendió la tragedia con decisión, fue rápido a Pemex para observar las labores de rescate de personas y los daños del siniestro, y fue a los hospitales a visitar a los heridos. Mostró decisión para asumir el trago amargo y no hundirse en la inacción, como ocurrió con el temblor de l985.
Expresó sus condolencias a los deudos, declaró tres días de duelo nacional y regresó a media noche del sábado 1, al sitio de la catástrofe.
Ordenó que el secretario de Gobernación, Osorio Chong centralice la información del desastre, evitar especulaciones y no descartar pista alguna en la indagación.
Y algo muy importante, desapercibido para la mayoría: instruyó al canciller José Antonio Meade que informara de inmediato a la clientela petrolera que su abasto está seguro, porque el siniestro fue en las oficinas de Pemex.
Dio ese paso, mientras el director de la paraestatal, Emilio Lozoya volvía de Davos, y escogió a Meade Kuribreña, que fue secretario de Energía, antes que de Hacienda con Felipe Calderón.
El Pacto por México está enrielado, recuerda el que Salinas de Gortari lanzó en su campaña electoral ante una crisis económica con los obreros y la iniciativa privada; el actual es con las fuerzas políticas, y las opositoras han expresado dudas sobre su actuación en él por algunas decisiones políticas.
Como el fallo del IFE sobre los rebases de gastos de campaña, y las dudas crecerán con las elecciones del 7 de julio. Pero el pacto saldrá adelante con unos raspones, pues ya se entendió que es el camino para que el Congreso apruebe las leyes que le urgen al país.
Castigar el IFE sólo a López Obrador por rebasar el límite de gastos en la campaña de 2012, desató la ira del PRD, porque el PMC de Dante Delgado no presentó bien sus cuentas, y porque el sol azteca cargará con lo grande de la multa, como partido mayoritario.
El PAN quedó lejos de una sanción, porque el CEN entregó a Vázquez Mota 100 millones menos del límite de gastos, sabotaje torpe, pues si calculaban que Josefina no ganaría, sí pudo empujar a los candidatos a senadores y diputados, cuyo número decidió el subsidio de los tres años siguientes.
La absolución al PRI en el Caso Monex aumentó la ira izquierdista y de AMLO, quien afirmó que quieren desprestigiarlo y le dieron ocasión para ganar más notoriedad, y al PAN para secundar la protesta.
Esta no disminuyó –sino todo lo contrario- con el anuncio de Sergio García Ramírez de renunciar al IFE, pues su voto fue decisivo y nadie discute su filiación priísta, porque hasta precandidato presidencial fue.
Quizá sancionar al PRI por Monex habría disminuido el oleaje, y no daría pretexto a PAN y PRD para cuestionar su respaldo al pacto.
Diríase que el desastre de Pemex es el fin de la luna de miel de Peña Nieto, tras el arranque prometedor de su gobierno, y ahora habrá de lidiar con la prosa política diaria.
Terminó el plazo de gracia para investigar el siniestro, y no deben ocultarse sus verdaderas causas, para evitar rumores y conjeturas, que tendieron un manto de sospecha sobre el gobierno calderonista cuando murió Mouriño
Está visto que Peña Nieto agarra los toros por los cuernos, tiene temple y la hora es clave para afianzar su liderazgo.
QMX/sfl