Libros de ayer y hoy
También un jueves pero del seis de septiembre del año pasado ocupé este espacio para reseñar no muchos de los tantos odios de los que es objeto la ahora secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga.
El citarla de nuevo en estas líneas no tiene ningún objetivo personal. Que si la conozco, sí. Igual que se da la mano o entabla alguna conversación con alguna figura pública en cierto evento o varios, y sólo serían fantasías mías considerar alguna verdadera cercanía, ni siquiera de valores relacionales.
Pero la saña y la forma con las que fue tratada hace dos días en sesión legislativa, no dejó claridad de fobias políticas hacia ella, y sí de mezquindades personales de legisladoras y legisladores por igual.
Pedir la cabeza de Rosario Robles al gobierno de Enrique Peña Nieto para continuar con los trabajos del Pacto por México, es más vil que lo de lo que se le acusa. Y a mí me queda la duda si los panistas ya desde antes que se conformara el gabinete peñista habían hecho hincapié en no aceptar a Robles al frente de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) o fue también condición puesta sobre la mesa para la firma del mismo Pacto, ya que el ahora senador panista Roberto Gil Zuarth le espetó sonriente y burlón que su estancia en dicha secretaría es una condicionante para el acuerdo entre fuerzas políticas y el Gobierno federal.
Más allá de si la defensa de Peña Nieto hacia las críticas de Rosario Robles fue explícita y para muchos políticamente incorrecta, lo que sí considero valiente, fue la contestación segura y serena al senador perredista Manuel Camacho Solís al pedir su salida del gabinete presidencial, al decirle Rosario que no renunciaría porque ella no ha hecho nada malo.
Seguro que podríamos documentar diferentes hechos durante la carrera política de Rosario Robles que han beneficiado con recursos públicos a propios y extraños, pero de ahí a sacrificarla por las fobias personalísimas, hay un gran trecho.
Y hasta ahora, no muchos de sus detractores pueden presumir el haber administrado al Distrito Federal –como lo hizo Robles luego del mandato de Andrés Manuel López Obrador — y ocupar una importante y siempre controvertida cartera de Gobierno. De los poco su más claro detractor verbal: Manuel Camacho Solís.
Si fuéramos todos más institucionales, no tendríamos que borrar nuestra memoria cada seis años. Todos, he escrito: Todos.
Acta Divina… El senador perredista, Manuel Camacho Solís pide la renuncia de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga por hacer uso político de los programas de gobierno.
Para advertir…Imparables los maestros de Guerrero.
QMX/cr