Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Sin embargo, llegó el momento en que los panistas se creyeron fuertes y aprovechando el desgaste político de su otra parte ante la sociedad y la misma ciudadanía, se lanzaron con mayor organización y mejores enfoques electorales por ocupar la gran silla de México.
En 1988, el panista Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, el famoso Maquío, compitió en las elecciones federales por la Presidencia de México y perdió frente al priísta Carlos Salinas de Gortari, luego de la famosa “caída” del sistema de computo con lo que los panistas abanderados por Maquío, anunciaron en aquél entonces la resistencia civil para hacer valer el voto y el conteo real de las elecciones. En aquella empresa por cierto, Felipe Calderón y Margarita Zavala fueron miembros activos de ese movimiento.
Sin embargo, con el paso de los meses, los panistas acordaron como coloquialmente se dice “en lo oscurito” y al final, reconocieron la Presidencia de Salinas.
Pero el PAN ya había estado a nada de conseguir entrar a Los Pinos por la puerta grande e incluso permanecer en sus estancias por lo que en la siguiente elección federal y con la estrepitosa caída en todos sentidos de Salinas por la corrupción letal en su mismo círculo y la farsa económica, a Diego Fernández de Cevallos le tocó protagonizar la candidatura panista para las votaciones presidenciales de 1994. Fernández de Cevallos y sus adversarios del PRI y la izquierda, Zedillo y Cárdenas, fueron los primeros que protagonizaron el primer debate televisivo en la historia de las elecciones mexicanas y tras el suceso, existía la percepción colectiva de que el panista había logrado superar a sus adversarios pero luego de esto, el panista simplemente transitó en un perfil más que bajo hasta el día de las elecciones. Existen al respecto dos versiones: La del colectivo manifiesta que simplemente le llegaron al precio y la del candidato panista, quien acusó a los medios de no publicitar más sus actividades.
Pero Zedillo, el último presidente priísta de los casi 70 años de priato, pacto no para frenar de nuevo a los panistas en sus aspiraciones al poder Ejecutivo, sino para facilitarles el camino con acciones tan simples como minimizar y cortar los recursos económicos al candidato priísta Francisco Labastida Ochoa. Llegaron así los panistas por fin al poder con quien menos pensaron: Vicente Fox. Que por cierto para México debe representar una verdadera vergüenza nacional.
Los priistas alicaídos aún con su desplazamiento del poder en el 2000, para el 2006 al callar convalidaron la llegada a Los Pinos del panista Felipe Calderón y hoy, parece que él les devuelve el favor.
Acta Divina…Cuando se conoció la ventaja de Enrique Peña Nieto en las elecciones del primero de julio, el presidente Felipe Calderón no solo lo felicitó, sino que también le prometió su más absoluta disposición para que se diera una transición tersa, ordenada, transparente y eficaz.
QMex/cr