Fortaleza digital con el aguinaldo
Qué poca credibilidad tienen nuestras autoridades electorales entre la sociedad cuando por estos días, una de las preguntas que de manera más frecuente nos planteamos es la siguiente: ¿Quién va a ganar la Presidencia?
Este cuestionamiento en particular, me lo han formulado ya decenas de amigos pensando que tengo información privilegiada sobre el tema. Más mi respuesta nos lleva a charlar en otros terrenos al contestarles que debería de obtener el triunfo el que más votos obtenga.
Que si el poder en busca de retener el mismo se mueve en las mareas de la corrupción. Que si todos los partidos políticos son uno propio. Que si entonces hay que sufragar por el partido y no por el candidato o viceversa.
Al llegar entonces al plano de ¿por quién votar?, yo les advierto que tendríamos que partir de nuestros objetivos e intereses propios y colectivos.
Habrá quienes tienen activos empresariales, otros financieros, también en el sector agropecuario, e incluso quienes no deseen que adelgace el sector público tan obeso, pues de este dependen sus entradas económicas. Sin embargo, también es necesario advertir que el interés particular debe conciliar con el de las mayorías, que al final, lo único que quieren como todos nosotros, es obtener o mantener una forma de vida lo más holgada posible.
Es entonces cuando advierto que tocamos el terreno de la responsabilidad de hacer la tarea para elegir con información y conciencia al mandatario que nos ha de gobernar. Es así que deviene la pregunta más difícil: ¿Por quién votar?
No digo nombres pero sí adjetivos.
Yo votaría por quien sea el mayor garante de mi proyecto de vida y el de mi familia, pero que también sea incluyente de todos los sectores de la sociedad.
Es cierto que debe mostrar capacidad real y conocimiento para administrar a la nación pero también los mayores tintes de honestidad y humildad para reconocer el error y rectificar en el camino en pro de sus gobernados.
Pero sobre todo, yo votaría por quien me haga sentir parte de este país y no un subordinado, un simple número o sólo un contribuyente.
Sin embargo, a estas alturas de la democracia a la mexicana, yo les propongo a todos quienes se preguntan quién será el próximo Presidente de México, que participen en interés y en conciencia pero jamás con la fobia por delante, pues eso sólo abona a la corrupción y al poder por el poder.
Pregunta: ¿A quién beneficia esta campaña de odio direccionada hacia Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador?