
Juego de ojos
Reacción, contragolpe o contraataque frente a un movimiento político o social o reivindicación alcanzada. En el Foro de Davos, el presidente de Argentina —con “a”—, Javier Milei, dio un ejemplo de esa condición al definir, desde su raciocinio, a los enemigos modernos: “feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género”.
Ese comportamiento tiene en inglés un término para definirlo, backlash. Una palabra para incorporar en la agenda de género contemporánea y con la cual se categorizan todas esas reacciones adversas a la búsqueda de la equidad e igualdad.
Posiciones como las de Milei o la política del gobierno de Donald Trump ante la diversidad fundamentan la previsión del Foro Económico Mundial de 131 años para alcanzar la paridad de género. Cifra inaceptable en un mundo que clama por equidad, justicia y desarrollo sostenible.
La necesidad de una agenda de género inmediata es impostergable y debe considerar dimensiones esenciales expuestas por la presidenta de Ola Violeta, María Elena Esparza Guevara, luego del intercambio de experiencias en la sesión 69 de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU —CSW69—, celebrada en Nueva York.
Brecha digital, derecho de las niñas a herramientas educativas, autonomía económica de las mujeres, el freno al gender backlash y la inclusión de los hombres en el proceso de cambio deben avanzar ahora, sin demoras.
Los datos de la asociación demuelen: niñas y mujeres tienen 21 por ciento menos de probabilidades de acercarse a herramientas digitales. Inclusión educativa, científica y laboral se tornan difíciles. De acuerdo con la UNESCO, el 72 por ciento de los profesionales en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son hombres.
Sin una reducción significativa de esta brecha, las mujeres seguirán rezagadas en la economía digital, lo que perpetuará la desigualdad estructural.
El Banco Mundial estima que ellas ganan en promedio 20 por ciento menos respecto a los varones por el mismo trabajo. Además, está la carga desproporcionada del trabajo no remunerado, como el cuidado de hijas, hijos o personas adultas mayores.
La inclusión de los hombres en este proceso es esencial. La igualdad de género no puede lograrse sin la participación colectiva y la comprensión de que la equidad no significa una pérdida de derechos para ellos, sino una transformación de estructuras en beneficio de toda la sociedad.
No se puede esperar 131 años para una agenda contemporánea de género.