
Claman justicia para Bere y Miguel afuera del Parque Bicentenario
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de mayo de 2017.- Tiene tres formas de respirar, por agallas, por pulmones y por la piel. Si pierde una patita o hasta parte de un ojo, el Ajolote puede regenerar su cuerpo y volver a quedar completo, característica que la ciencia investiga para estudiar la regeneración de células.
Adorado por los aztecas, era visto como el hermano menor del mítico Quetzalcóatl. Y aunque este anfibio también puede evolucionar a una especie de salamandra –un reptil- habitualmente su estado de madurez es larvario, como si fuera un eterno adolescente, lo que no le impide reproducirse, lo que se llama neotenia, estudiada por la ciencia para conocer los procesos sobre el envejecimiento.
Habitante milenario de los lagos del Valle de México, de donde es originario, ahora está confinado a los contaminados canales de Xochimilco, donde su continuidad como especie está en riesgo. Albino u oscuro, con ojitos que parecen de un niño de dibujo de anime, branquias que asemejan cuernitos, tiene un club de 2 mil admiradores en Alemania, es venerado en Corea y Japón, pero en su propia tierra no tiene garantizada su supervivencia, lamenta el secretario ejecutivo de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, Luis Zambrano.
Esta es la cruda realidad del Ajolote, cuyo nado grácil y arquetípico está amenazado. Los canales de Xochimilco cada vez están más secos y sucios, pero lo más preocupantes es que hospedan a dos peces enemigos del ajolote: la tilapia y la carpa –especies invasoras introducidas durante el sexenio de Luis Echeverría, cuya política era hacer todo productivo– mismas que comenzaron a depredar a los ajolotes, recuerda el universitario, entrevistado por Quadratín en su oficina.
El también investigador del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ofrece un dato estremecedor que da muestra de la reducción de los ajolotes. En 1998 por cada kilómetro cuadrado había seis mil ejemplares. Posteriormente, entre el 2000 y el 2004 bajaron a 1 mil, en 2008 a 100 y a la fecha se calcula sólo quedan 30, lo que significa que en los 80 kilómetros cuadrados donde se encuentra la reserva ecológica sólo habría 2 mil 400. Empero, reconoce podrían ser menos.
Zambrano, en cuya oficina hay un relieve tamaño natural de un ajolote, no puede evitar entornar los ojos cuando se le cuestiona a qué se debe la dramática disminución de esta rara especie, además endémica de México.
Describe que una causa es la creciente urbanización, que afecta a los ajolotes, a quienes no les gusta tener casas cercanas. Como si hablara del carácter de los ajolotes, Zambrano añade que no tienen problema en convivir con campesinos y las chinampas, pero no se adaptan a la urbanización.
La contaminación es otro factor que impide la reproducción y supervivencia del llamado “perro de agua”, ya que altera la temperatura de los canales, la cual si aumenta a más de 18 grados los daña, a lo que se suma la calidad del agua, que es sucia, como puede observar cualquier visitante.
Van por su rescate
El Instituto de Conservación Biológica de la UNAM tiene un laboratorio encargado de estudiar ajolotes. Se encuentra prácticamente del otro lado de donde está la oficina de Zambrano, aislado del bullicio de las Facultades, y cercano al jardín botánico.
Ubicado en el segundo piso, es un cubículo que parece cualquier laboratorio universitario. Para entrar primero hay una antesala con una mesa, stands y después hay una puerta, la cual apenas es atravesada el visitante lo primero que debe hacer es limpiarse los zapatos, ya que de no hacerlo puede contagiar de algún virus a los ejemplares.
Los ajolotes están hospedados en tinas verdes y en peseras. A algunos se les ve casi inmóviles, sin mostrar curiosidad por los visitantes, su único movimiento es el de sus agallas, que se mueven como un abanico de varias puntas; otros giran velozmente y dan la espalda, regresan a su antigua posición y con sus minúsculos ojos escrutan al extraño.
La pasante de medicina veterinaria, Araceli Mejía explica que les dan de comer charales y tubifex, que es gusano de fango. Para conservarlos en condiciones similares a su hábitat en Xochimilco, deben estar a una temperatura de 18 grados, por lo que el cuarto es un oasis de frescura en medio del calor que ha azotado a la ciudad recientemente.
No se les da de comer diariamente, sólo los lunes, miércoles y viernes, y las tinas donde están alojados se desinfectan cada mes. Los ajolotes son de todos tamaños, algunos parecen renacuajos y nacieron –eclosionaron- en octubre del año pasado, otros ya tienen entre cuatro y seis años, y ya están listos para reproducirse.
La investigadora cuenta detalles sobre la manera peculiar en que lo hacen: el macho deja su espermatóforo –equivalente al esperma– y la hembrea pasa detrás suyo, abre su cloaca y lo absorbe.
Durante la visita al monstruo del lago, cómo lo llamaban los antiguos mexicanos, pide acercarse con cuidado para evitar que se estresen, ya que cuando lo hacen tienen problemas en sus bronquios o en su piel. Una peculiaridad es que se cree que algunos –luego de estresarse–abandonan su estado larvario y se convierten en salamandra, y señala que hay bibliografía que especifica que este fenómeno sucede en un ejemplar entre mil. Cuando conservan el estado larvario no es necesario que salgan del agua pues sus bronquios les permiten respirar; pero si se convierten en salamandra sí requieren estar fuera del agua.
Los ejemplares que están en el laboratorio son resguardados y cuentan con chips para su monitoreo en caso de que sean liberados en Xochimilco.
Más importante que conocer a la Reina Isabel
Zambrano trabaja en el rescate del ajolote, animalito que maravilló al naturista británico Nick Baker que acudió en 2000 a ver un ejemplar en Chapultepec y quién calificó al evento como “más importante que conocer a la reina Isabel”.
Los planes para rescatar al ajolote en Xochimilco incluyen expulsar a la carpa y a la tilapia de los canales, acción realizada desde hace ya 15 años, y se ha logrado sacado en ese tiempo 900 toneladas de ambos peces, una labor que inició con investigadores y ahora está a cargo de los habitantes de la zona.
El segundo proyecto o el Plan B es el uso de los tres lagos que hay en la Cantera –la zona usada por el patronato del Club Pumas- donde se contempla hacer refugios para el ajolote. Se trata de criarlos en el laboratorio, después llevarlos al lago, para que vivan como si estuvieran en Xochimilco, que se reproduzcan y después liberarlos en los canales.
Se busca que al criarlos en condiciones similares al ecosistema del que son endémicos, se reproduzcan suficientes con características genéticas familiares diversas para garantizar mejor su sobrevivencia. Algunos ya han nadado en la Cantera y después han sido llevados de vuelta al Instituto de Conservación biológica, sanos y salvos.
La Cantera es ideal, ya que ahí habría condiciones similares a Xochimilco y el agua tiene una temperatura parecida. Incluso se busca que el popular club de futbol de Los Pumas ayude con financiamiento para su conservación. El plan es a cinco años, plazo en el que podrían verse los frutos de dichos trabajos, en tanto la sobrevivencia del ajolote seguirá en riesgo, advierte Zambrano.