Libros de ayer y hoy
Rostro y Cuerpo de Diana Cazadora
Jorge Herrera Valenzuela
El hermoso e icónico Paseo de la Reforma, originalmente llamado de La Emperatriz, lució, desde el Siglo XIX, glorietas con significativas e icónicas esculturas. Hoy admiramos, en los pasos laterales, las estatuas de personajes de la Historia de México.
Comento que de dos glorietas fueron retiradas las respectivas obras escultóricas. Una tercera se mantiene, pero la original fue llevada a Ixmiquilpan, Hidalgo; de ésta última contaré la historia.
Las dos que cambiaron, ambas ocuparon espacios por más de un siglo. La de Manuel Tolsa, inaugurada en 1803, en la Plaza Mayor y la de Colón, en 1877, en la segunda glorieta de Paseo de la Reforma.
El Caballito, en 1979, por la ampliación de esa vía terrestre, fue trasladada a la Plaza Manuel Tolsa, frente al Museo Nacional de Arte, en la calle de Tacuba. La estatua fue inaugurada en diciembre de 1803 y ‘ha trotado’ por diversos lugares.
Al navegante genovés Cristóbal Colón y a los Cuatro Frailes Franciscanos, los quitaron por razones políticas, el 10 de octubre de 2020. Las estatuas de los religiosos están arrumbadas en un almacén. La de Colón, ‘restaurada’, la colocaron en el Parque América, en la Colonia Polanco. Esa escultura data de 1877.
LA MODELO DESCUBIERTA EN PEMEX
El Presidente Manuel Ávila Camacho tuvo la idea de que hubiese una fuente para adornar La Puerta de Leones, a la entrada del Bosque de Chapultepec, donde inicia el camino hacia el Castillo de Chapultepec- Era el año 1942.
La comisión para dar forma al proyecto la recibió don Javier Rojo Gómez, Jefe del Departamento del D.F. El funcionario se entrevistó con el arquitecto Vicente Mendiola Quezada, quien a su vez era amigo del escultor Juan Fernando Olaguibel.
Enterados de la propuesta presidencial, Mendiola y Olaguibel se dieron a la tarea y coincidieron en crear una escultura para recordar a Diana, diosa de la caza, en la mitología griega. Pero con la idea de que no cazara animales, sino sus flechas apuntaran a las estrellas del cielo.
Rojo Gómez dio el visto bueno. La obra debería estar terminada antes de finalizar 1942. No olvidemos que en ese año estaba en pleno apogeo la Segunda Guerra Mundial.
El arquitecto Mendiola Quezada trabajaba en una oficina de Petróleos Mexicanos y ahí estaba como secretaria, por las tardes, una jovencita de 19 años. Taquimecanógrafa. Hermoso rostro, escultural cuerpo.
Luego de platicar con su jefe, la joven aceptó ser la modelo. Dos condiciones de ella: no cobraría honorarios y se mantendría en secreto su identidad.
En las crónicas hay dos versiones. Unos afirmaron que posó desnuda en el estudio de Olaguibel. Otros apuntaron que se imprimieron fotografías de determinadas partes del cuerpo y la modelo se cubrió con prendas. La primera versión es la más aceptable, porque la bella chica, nacida en el Distrito Federal, hizo revelaciones en un libro que escribió en 1992.
‘LA VISTIÓ’ DOÑA SOLEDAD
Orgullosos de su obra, el arquitecto y el escultor, estuvieron presentes cuando el poblano Ávila Camacho presidió la develación de La Flechadora de las Estrellas del Norte, ahí, a la entrada del Bosque de Chapultepec.
Suntuosa ceremonia. Felicitaciones a los autores de la escultura que estaría al centro de una fuente.
No pasaron muchos días en que la ‘alta sociedad’, “los conservadores de la época” y “las intocables damas de La Liga de la Decencia”, pusieran el grito en el cielo.
El pueblo hizo paseos dominicales para conocer a la que, esa gente, llamó a la estatua Diana Cazadora y así quedó, para siempre, con ese nombre. Pasado algún tiempo ‘le volaron’ el arco y la flecha.
En un Salón Corona, de la Colonia Cuauhtémoc, colocaron una placa con la leyenda: “Se creía pérdida y sólo estaba escondida, reservando su buena suerte a quien su deseo aquí pida”. Referente a la famosa flecha.
Bueno, doña Soledad Orozco, esposa del presidente, pertenecía a la mencionada Liga y se solidarizó con sus compañeras. Ordenó a Olaguibel que cubriera la entrepierna. Había que ponerle “un taparrabo”. El escultor procedió y con tres clavos puso una pantaleta del mismo material, bronce. Así estuvo hasta 1967.
¿QUIÉN FUE LA MODELO?
Aquí acabo, revelando la identidad que la ‘misteriosa modelo’ guardó durante medio siglo, se llamó Helvia Martínez Verdayes.
Me falló la búsqueda de sus datos personales y confieso que no he leído ‘El Secreto de Diana Cazadora’, escrito por la que sería viuda del ingeniero Jorge Díaz Serrano, casualmente exdirector de PEMEX en los días del presidente José López Portillo.
Vale la pena adquirir ese libro, para conocer detalles de la bella joven que nació el 23 de mayo de 1923, en el entonces tranquilo y seguro Distrito Federal, y murió a los 98 años. Díaz Serrano murió en 2011: era egresado del Instituto Politécnico Nacional.
Helvia estudió para secretaria en la prestigiada escuela Miguel Lerdo de Tejada y consiguió trabajo en las oficinas de Petróleos Mexicanos, ubicadas en Avenida Juárez y Humboldt, a unos pasos de El Caballito.
Pidió guardar el anonimato como modelo, “por temor a perder su trabajo”. En 1952, Helvia posó nuevamente para el maestro Olaguibel que nos legó la conocida “Fuente de Petróleos”, en Paseo de la Reforma y el Anillo Periférico.
Cuando presentó su libro, a sus 69 años, Helvia conservaba rasgos de su bello rostro, peinada con el cabello hacia atrás y un chongo.
Al fallecer, sus restos fueron cremados y están depositados en un nicho de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
‘UN CAIFÁN’ LA TAPÓ
Quienes vieron la película Los Caifanes, seguramente recordarán que, en una de las escenas, el grupo que andaba de farra, de parranda, detuvo el vehículo frente a la fuente de Diana Cazadora.
El Azteca salió del jeep, con “algo en las manos”. Corrió hacia la fuente y escaló para ponerle una pantaleta a la estatua de la Diana. Sus acompañantes se quedaron en el transporte y se carcajeaban. Ellos eran Julissa y Enrique Álvarez Félix. Personificaron a Paloma y a Jaime de Landa, dos chicos de sociedad.
Con Ernesto Gómez Cruz, El Azteca, estaban Eduardo López Rojas, El Mazacote; Sergio Jiménez, Capitán Gato y Oscar Chávez, El Estilos. Esta cinta de 1967 sigue en las programaciones televisivas del cine mexicano.
ROJO GÓMEZ Y A. CORONA
Una coincidencia más. Dos hidalguenses entran en la historia de la icónica estatua de Diana Cazadora.
El ingeniero y político Javier Rojo Gómez, de Huichapan, y el abogado, político y militar Alfonso Corona del Rosal, de Ixmiquilpan. Ambos hidalguenses, los dos exgobernadores de esa entidad y la pareja de Jefes del Departamento del Distrito Federal.
Tocó a Rojo Gómez cumplir el encargo presidencial de ordenar la escultura. En su mandato, Diana Cazadora fue declarada “impúdica” y la esposa del presidente Ávila Camacho “la vistió”.
Corona del Rosal dispuso que ‘la falda de bronce’ le fuese quitada a la Diana. Esto era en 1967.
¿Qué creen? La escultura sufrió daños y necesitaba reparación. Al mismo tiempo se ordenó hacer una ‘nueva’ Diana, utilizando el molde empleado por Olaguibel.
El general Corona del Rosal compró la Diana Cazadora original y se la llevó a una Glorieta de Ixmiquilpan, tierra natal del político.
La réplica, ‘sin falda, pantaleta o taparrabo’ quedó en la Ciudad de México, en Paseo de la Reforma en convergencia con Génova y Hamburgo, cerca del Circuito Bicentenario, Colonia Cuauhtémoc.
DIANA EN ESTADOS UNIDOS
Se sabe que Diana Cazadora es una escultura que trascendió la frontera norte de México y se encuentra en una glorieta del Condado-Ciudad Pueblo, del Estado de Colorado, en Estados Unidos de América. La Ciudad Pueblo está hermanada con la capital de Puebla de los Ángeles o Puebla de Zaragoza.
A la entrada del Puerto de Acapulco, nos encontramos con la glorieta de Diana Cazadora, que, como la original, tiene apuntando su flecha hacia las estrellas del cielo.
Hay réplicas en Colima, en Ciudad Juárez, en la capital de Chihuahua, en Ixtapan de la Sal y Tlalnepantla, Estado de México, Tijuana, Baja California; Soledad de Graciano Sánchez en San Luis Potosí y en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.