La Judicial, elección envenenada
ALFA OMEGA DEL RECUERDO
Las Glorietas del Paseo de la Reforma
Primera Vía del Castillo a Palacio
En 1803, Honores a un Rey Español
En El Ángel, Una Mujer y Un Irlandés
Estrella de la Época de Oro del Cine Mexicano, Alma Rosa Aguirre
Juárez, Falleció el lunes 27 de enero, a unos días de cumplir 95
años. A la Chihuahuense le Sobrevive su Hermana Menor, la no
menos hermosa Elsa, también oriunda de Chihuahua.
La Ciudad de México luce uno de los paseos más hermosos, igual al
de los Campos Elíseos de París y al Paseo Montejo de la bella
Ciudad Blanca, Mérida, Yucatán.
El nuestro, Paseo de la Reforma, fue trazado en el Siglo XIX por un
austríaco y fue la primera vía directa entre el Palacio Imperial y el
Castillo de Chapultepec. Se agilizaron los recorridos de Maximiliano,
en carretela. Se le impuso el nombre de Paseo de la Emperatriz en
honor de Carlota Amelia.
Camino pedregoso, de tierra, de la entrada Sur del bosque de
Chapultepec a la Glorieta donde, en 1803, fue colocada a estatua
ecuestre, conocida como “El Caballito”, del escultor Manuel Tolsá.
De ese crucero al hoy Palacio Nacional, el desplazamiento dejaba
de ser complicado.
Dato curioso: aun no existía Paseo de la Emperatriz y en la Nueva
España se rendían honores al rey Carlos IV, a iniciativa del corrupto
virrey Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte, en 1795.
Así, al paso de 176 años, fue prolongada esa icónica avenida hasta
lo que la Glorieta de Peralvillo, al inicio de la calzada que conduce a
la Insigne Basílica de Guadalupe.
Comentaré, sintetizadamente, la historia de algunas de las 12
glorietas, que en la parte central en unas hay estatuas de héroes de
la Independencia.
Hay dos de Emperadores Aztecas y las de dos extranjeros, Simón
Bolívar y Cristóbal Colón; la primera está en la prolongación de la
avenida y la de Colón la quitaron hace casi cinco años.
LA PALMA, COLÓN Y DIANA
Una de las más antiguas, donde nunca se colocó monumento y de
la que no quedó ni huella, la de “La Palma”. La glorieta está sujeta a
caprichos políticos como la que ocupó Colón.
Se informó que la centenaria palma estaba dañada y la llevaron
para tratar de salvarla, pero no hubo éxito. En su lugar plantaron un
ahuehuete, cuya vida fue corta.
En el sexenio pasado, por razones estrictamente políticas, fueron
retiradas las esculturas del navegante genovés Cristóbal Colón
junto con las de los frailes Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas,
Juan Pérez Marchena y Diego de Deza.
La madrugada del 10 de octubre de 2020 se cumplió la orden girada
por la hoy Primera Presidenta de México, entonces jefa del
gobierno capitalino.
Esa fue la segunda glorieta de Paseo de la Reforma y las esculturas
estuvieron colocadas desde agosto de 1877. La de Colón está en un
parque de la Colonia Polanco. Los frailes están arrumbados en una
bodega del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Oficialmente iban a ser reparadas de daños materiales.
Diana Cazadora, cuya historia narré hace ocho días, es una réplica y
la han traído de un lado para otro. Hoy está frente a la Torre Mayor
del citado Paseo. El original en una glorieta en Ixmiquilpan, Hidalgo.
También, en otra entrega, referí la triste historia de “El Caballito”,
como conocemos la estatua ecuestre del rey español Carlos IV,
obra que un corrupto virrey “inauguró” cuando solo estaba el
molde en madera, lo hizo porque estaba destituido del cargo y
debería presentarse en España.
En ese crucero de Paseo de la Reforma, Avenida Juárez, Bucarelí y
Rosales, originalmente el espacio fue de la Fuente de Victoria, en
reconocimiento al militar y primer presidente, Guadalupe Victoria.
Desde 1852 hasta 1979 “El Caballito” estuvo en la glorieta.
CUAUHTÉMOC, INAMOVIBLE
Solamente dos monumentos se conservan en el sitio que se les
destinó, desde el principio. El del último Rey Azteca y la dedicada a
los héroes de la Independencia.
En la histórica tercera glorieta, Insurgentes Sur y el legendario
Paseo, se encuentra el monumento dedicado al Emperador Azteca,
Cuauhtémoc, Águila que Desciende.
El ilustre mexicano Vicente Riva Palacio (Vicente Florencio Carlos
Riva Palacio Guerrero), miembro del gabinete de Porfirio Díaz, en
1877, promovió recordar al Undécimo Rey Azteca, Cuauhtémoc,
como el firme combatiente de los españoles jefaturados por
Hernán Cortés.
Su proyecto lo puso en manos del arquitecto Francisco M. Jiménez
y el escultor Miguel Noreña. Aprobada la idea de ambos, se
pusieron a trabajar; después de realizar la peana, la base del
monumento, el ingeniero murió, reemplazándolo su colega Ramón
Agea. La inauguración de la obra fue el 21 de agosto de 1887.
La estatua quedó al centro de la glorieta, a 366 años de la caída de
México Tenochtitlán. En la base quedaron esculpidos los nombres
de cuatro jefes militares, que defendieron, heroicamente, a su
pueblo: Cuitláhuac, inmediato antecesor de Cuauhtémoc; Cacama,
Tetlepanquetzal y Coanacoch.
LOS SECRETOS DE “EL ÁNGEL”
En el Centenario de la Independencia, nuevamente es el presidente
Porfirio Díaz, quien encabezó los festejos cívicos oficiales,
destacando la inauguración de la Columna de la Independencia,
también conocida como la Victoria Alada.
Popular, nacional e internacionalmente, conocido como El Ángel.
Punto de reunión para festejar triunfos deportivos, realizar mítines
políticos, arengas para iniciar manifestaciones de protesta,
presentación de espectáculos artísticos, celebrar ceremonias
cívicas. Alguna vez, una persona se sentó en las escalinatas y se
declaró en huelga de hambre.
La obra, del arquitecto Antonio Rivas Mercado y del escultor
italiano Enrique Alciati, fue inaugurada el viernes 16 de septiembre
de 1910. La Columna tiene 45 metros de altura y la escultura alada
mide 6.7 metros y pesa 7 toneladas. Está fundida en bronce y
recubierta con oro. El costo total, hace 115 años, fue de 2 millones
150 mil pesos.
Ahí se resguardan las urnas, con los restos de los Héroes de la
Independencia y solamente los de una mujer, Leona Vicario. En uno
de los anillos de la columna están los nombres de varios
insurgentes y destaca uno que no fue, Agustín de Iturbide.
Enseguida de la entrada, el visitante se encuentra con una estatua
de regular tamaño. Es del irlandés Guillén de Lampart, precursor de
la Independencia de México, defensor de las causas justas, en el
Siglo XVII y sentenciado, por la Inquisición, a morir, vivo, en la
hoguera.
Les participo que, con lujo de detalles, en siete tomos, el ingeniero
Raúl Salinas de Gortari narra la vida del personaje incinerado en
1621 frente a la Iglesia de San Hipólito, Paseo de la Reforma y
Avenida Hidalgo, Centro Histórico.
Le imputaron una hilera de cargos, todos falsos, por abanderar un
movimiento que en 1810 comenzó el cura Miguel Hidalgo.
Permaneció en una celda obscura y sin servicio sanitario. Sufrió
torturas y se cometió un injusticia, nunca le probaron la acusación.
Hay una escalera “de caracol” interior que llega a la terraza, al pie
de la escultura, para disfrutar de una vista panorámica, hermosa
cuando no hay contaminación ambiental. La Columna está en
Reforma con el cruce de las calles Rio Rhin y Niza, Col. Cuauhtémoc.
En otra entrega les comentaré la interesante historia del Castillo de
Chapultepec, proyectado desde 1531. Casa de descanso veraniego
de virreyes. Aposento de Maximiliano y Carlota, residencia de
presidentes desde 1872 hasta 1934 y a partir del gobierno
cardenista, Museo Nacional de Historia.
En 1847, defendido por los cadetes del Heroico Colegio Militar
frene a los yanquis invasores. En el siglo pasado y, ahora, en El
Alcázar se celebran reuniones de carácter internacional,
ceremonias culturales y académicas, así como conciertos de música
clásica.
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