La nueva naturaleza del episcopado mexicano
La Entrega del Ariel 2023, será en Guadalajara
La Historia de la Estatuilla, Obra de Ignacio Asúnsolo
Comenzó en Mayo de 1947, Con una Cena en El Patio
Dolores del Río y Domingo Soler, Primeros Premiados
La fiesta nacional del Cine Mexicano se va de la Ciudad de México.
La LXV ceremonia para premiar con el Ariel a actrices, actores, guionistas, fotógrafos, técnicos y lo más destacado de la cinematografía nacional, tendrá como escenario el histórico Teatro Degollado, en la Perla Tapatía.
Por primera vez, desde 1947, este evento anual no tuvo el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía y recuerdo que desde hace meses el galardonado director Guillermo del Toro ofreció participar en la organización de la entrega e intervino ante el gobernador de Jalisco, quien respondió afirmativamente.
La actriz Leticia Huijara Cano, presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, ha manifestado: ”Descentralizar la ceremonia en que se premia la excelencia del Cine Mexicano, es dar un paso firme en el reconocimiento de la diversidad de voces y miradas que conforman el universo de nuestra industria“.
También ha expresado la acapulqueña, que en el año 1998 recibió un Ariel por su destacada actuación cinematográfica: “Propiciar encuentros con todos aquellos colegas que hacen cine desde distintas regiones del País y también con nuestros muy distinguidos públicos que las habitan”.
Además de la ceremonia que comenzará la noche del 9 de septiembre próximo, habrá otro evento en el Museo del Hospicio Cabañas y se comentó que la Universidad de Guadalajara realizará el festival del cine jalisciense.
LA AMAAC Y EL ARIEL
En julio de 1946 la familia del medio cinematográfico consideró que era importante organizarse, para promover los avances de las estrategias del cine, así como “reconocer públicamente a aquellas producciones y personas que hubieran realizado un trabajo excepcional”.
Es así como reunidos actrices, actores, directores, guionistas, productores y técnicos, surge la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y el primer presidente fue don Andrés Soler. Constituidos, de inmediato se dieron a la tarea de proyectar el capítulo referente a la premiación.
En corto tiempo determinaron, basados en la obra literaria de José Enrique Rodó, Ariel. El libro del escritor uruguayo fue publicado en 1900 y la dirigencia de la AMAAC estimó que el Ariel “representa la libertad, unidad y autonomía de la cultura hispanoamericana, en buena medida, en oposición al utilitarismo y el pragmatismo de la ideología norteamericana”.
El siguiente paso fue llamar al escultor duranguense Ignacio Asúnsolo, quien se inspiró en la obra de Rodó para proyectar y realizar la estatuilla, “de un hombre parado sobre el águila, simulando emprender el vuelo, un símbolo del espíritu idealista y del anhelo de la ascensión del cine mexicano”.
A los 75 años de edad, en 1965, murió el catedrático universitario, cuya obra mereció galardones, reconocimientos y premios. La estatuilla ha sido reproducida para todas las entregas de 1947 a 2023; de 1952 a 1971 no hubo premiación por bajas en la producción. De 1972 a la fecha no se ha suspendido la premiación.
CENA DE GALA EN 1947
La noche del jueves 15 de mayo de 1947 está registrada como el inicio de una etapa inolvidable en la vida de quienes viven en y de la industria cinematográfica. Se abrieron los horizontes. Era el comienzo de hacer el mejor trabajo para recibir el premio anual, la estatuilla de plata colocada sobre una placa de mármol negro, El Ariel.
En el centro nocturno de moda, desde los años cuarenta, el elegante salón El Patio, el feudo de ese gran hombre que fue don Vicente Miranda, desde antes de las 22 horas del 15 de mayo de 1947 empezó a recibir a las estrellas del cine, a los directores, a los fotógrafos, directores.
Las mujeres luciendo sus mejores galas, peinados de la época, atinadamente maquilladas, mientras que los caballeros de trajes obscuros, corbata de moñito o lujoso smoking.
Los dirigentes de la AMAAC, muy nerviosos. Los convocados estaban ansiosos por conocer los nombres de los que recibirían los primeros Arieles, el máximo premio en el Cine Mexicano. Murmullos en todas las mesas. La música deleitando a las damas y a los caballeros.
Todo se desarrolló con precisión. Se pidió silencio y se anunció que daría principio la ceremonia de premiación. Imaginen, estimados visitantes de esta página digital, el ambiente. Silencio. Tensión y los aplausos para los que eran llamados a recibir su Ariel.
De las estrellas fílmicas que fueron las primeras en tener en sus manos un Ariel: Dolores del Río y Domingo Soler. La duranguense ya había triunfado en los sets norteamericanos y en México su interpretación en el film Las Abandonadas, 1946, la hizo acreedora a recibir la estatuilla.
Domingo Soler, nacido en Chilpancingo, Guerrero, ganó por su actuación protagónica en La Barraca, 1945, luego de participar en filmaciones desde 1934.
Fuerte ovación para ellos como para otro grande de la cinematografía, el gigantesco y robusto Roberto Gavaldón, el director la mejor película filmada en 1945, La Barraca. Varios rollos contenían la filmación que para su exhibición tuvo duración de 110 minutos y los críticos la elogiaron.
Basada en la obra de Vicente Blasco Ibáñez, titulada La Barraca, se preparó el primer guion, a cargo de Libertad Blasco Ibáñez, Tito Davison y Paulino Masip. Un argumento fuerte, de tema campirano. Un drama que impactó al público. Por supuesto el largometraje fue en blanco y negro, siendo el director de fotografía el siempre recordado Víctor Herrera.
En esa película, producida por Alfonso Sánchez Tello, otro de los grandes, también figuraron en el reparto Anita Blanch, Manolo Fábregas, José Baviera y Narciso Busquets, entre otros.
En plática amistosa con el compositor musical y director en varias películas, Daniel Hidalgo Valdés, me comentó que por su intervención en la película “Del Olvido al No Me Acuerdo”, recibió el Ariel en el año 2000. Este cineasta es catedrático universitario y consagrado internacionalmente.