De norte a sur
Alma y corazón para mantener unida a la familia
Llegamos a las Bodas de Plata y gran festejo en una casa campirana que alquilamos. La Familia Herrera Navas estaba completa.
Las de Oro nos reunieron en un desayuno.
Jorge, el primogénito, el primer consentido de su abuelita materna. Después lo serían Lilia Georgina, Claudia Leticia y el “Olímpico” del 68, José Ramón. Nuestra Trizia Esther llegó diez años después de la partida de doña Esthercita.
Desde luego también mis padres, Chalo y Mati, estaban felices con sus nietas y nietos, aunque los primeros que recibieron eran de mi hermano Arturo y su esposa Anita Olvera. Después llegaron Amy, de mi hermana Alma Rosa, y Luis Jasón, Miguel Ángel y Julio César, de Luis y mi cuñada Sunny.
Los primeros veinticinco años de matrimonio, parecieron de luna de miel. Ah, yo protegido por mi suegrita que me curaba las crudas con suculentos chilaquiles o guisos apropiados para el momento.
La boda religiosa registró una anécdota. La ofició un padre español de nombre José Luis, a quien nuestro amigo, el abogado jalisciense Héctor Basulto Mancilla, pidió permiso para tronar “unos cohetes chinos” dentro de la Iglesia, antes de iniciar la ceremonia y el sacerdote… ¡accedió! Fue en la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza, al norte de la Alberca Olímpica.
Ese 13 de diciembre de 1985 era cumpleaños de Héctor, pero decidió viajar de Guadalajara para estar con nosotros. Nos acompañaron matrimonios amigos, familiares y los novios Yazmín Alessandrini y Sergio Silva.
La reunión fue amenizada por el conjunto de vocalistas Los Gallos de Oro: Toño Albarrán, Chucho Dueñas, Eleazar “El Pollo” Castillo, Gastón Morales y Arnulfo Marín.
Como originalmente vivimos en la Colonia Nápoles, Geor y Clau cursaron sección maternal, primaria y secundaria en la Escuela Primaria Americana; Jorge y JR primaria y en tres plateles la secundaria. Los padres de Familia nos integramos socialmente y compartíamos con el profesor Alberto León Torres, dueño y director, y su esposa Aurorita Cabeza de Vaca de León.
PALA DE MADERA EN MANO
Mi querida esposa, Lilia, estaba al frente del hogar, toda un ama de casa. Sonriente, alegre, cantadora, ah, pero mano dura con todos y me incluyo. Siempre, desde los primeros años, reveló su decidido amor por orientar a los hijos y crear una verdadera fraternidad. Las tres hermanas y los dos hermanos siempre se procuran entre ellos.
Lilia mantenía su atención en torno a sus pollitas y a los gallitos. Era una enamorada de la cocina y heredó la sazón que su mamá daba a cada guiso. Cómo recordamos aquellos momentos en que alguno no comiera lo que le servían, porque la fuerte mirada y la pala de manera en mano, agregando la orden de “te comes lo que te serví”.
La mamá estaba pendiente de que hicieran las tareas escolares. Había tiempo para ver programas de televisión. Organización de vacaciones o simplemente de disfrutar los paseos dominicales, “días de campo”. La Familia Herrera Navas recorría los pueblos cercanos a la capital, lo que ahora ya es peligroso realizar. Viajábamos por carretera, por avión y llegamos a deleitarnos con ir en ferrocarril a Guadalajara y a Saltillo.
A ella le tocó la parte más difícil, la formación de nuestros herederos. Ponía la atención en los más mínimos detalles. De pequeñas Geor y Clau vestían ropa igual en estilos, colores y ya de grandecitas no les caía muy bien esa disposición maternal. Les impartía conocimientos de la religión católica e hicieron su Primera Comunión y recibieron la Confirmación.
Dos detalles que vivimos y festejamos “sin fiesta”. Primero los cinco nacimientos tuvieron lugar en el Sanatorio Durango y el ginecólogo que atendió en los partos a la bella mamá, fue Pancho Díaz Ayala, padrino de Confirmación de Trizia Esther. Los bautizos corrieron por cuenta del querido Tío Pascual, Monseñor Pascual García Ruiz, quien por su rango eclesiástico dio la Confirmación a la bebita Trizia.
¿Por qué sin fiesta? No lo acostumbramos. Una reunión familiar, unos bocadillos y un brindis. Los padrinos: Lichita Castañón y Gustavo Romero, de Jorge; de Geor, Félix Fuentes Medina y Alicia Villalobos. Claudia recibió el agua bautismal con el padrinazgo de Manuel Buendía y su esposa Lolita Abalos. José Alfonso y Elvia Everardo, a José Ramón. A Trix la apadrinaron Armando Monroy y Gena Estrada Bernal, los primeros amigos de Lilia, en su natal “Toluquita de sus amores”.
CON JOSÉ LUIS CUEVAS Y BERTHA
Muchas son las anécdotas que hay en el álbum de los recuerdos. Hay un pasaje que hijas e hijos la comentan, con tono burlesco. Se relaciona con la invitación que me hizo el afamado pintor José Luis Cuevas, después de hacerle una entrevista que se publicó en La Prensa, en 1963.
Deseaban, José Luis y su esposa Bertha, escuchar la grabación completa de preguntas y respuestas.
Llegamos puntuales al departamento, en la Colonia del Valle. ¡Sorpresa! A la reunión asistieron la periodista y escritora “La China” Mendoza, Alberto Isaac, Carlos Monsiváis, Eduardo Dechamps. Nos acompañaron mi colega reportero Manuel Arvizu Maraboto y su esposa Eréndira.
Comenzamos a departir. Se sirvieron bebidas al gusto. Había carnes frías, galletas, pan rebanado. Un ambiente agradable. No iba a escucharse la grabación de la entrevista, pues la reunión se diversificó en pláticas.
De pronto alguien, estimé que era en broma, dijo “viene, el cambio de parejas”.
Lilia se me quedó mirando, al tiempo que se levantó de su lugar, y dijo muy seria: “¡vámonos!”.
Al día siguiente ella le contó a las hijas y a los hijos. Ellos le añadieron más “color” al incidente, diciendo “ah, hasta fumaron mariguana, jajajaja”. Entre risas la historia se repitió, a nivel familiar.
NUESTROS VIAJES FAMILIARES
Cuanta oportunidad había de viajar, organizábamos nuestras salidas. Primero conocer lugares de México. En ferrocarril salimos de la desaparecida Estación de Buenavista hacia Guadalajara. Fue la primera vez en 1962.
Mi esposa, mi suegra y Jorgito de escaso un año de edad. Conocimos Ocotlán, Jalostitlán y Tepatitlán. No faltó la visita a Tlaquepaque, a consumir unas botanas y tomar cerveza en “una chavela”. El bebé palmeaba con su manita la mesa y su abuelita decía; “¡servicio!”.
Siguieron muchas vacaciones por diversos Estados de la República.
Al paso de los años, crecidos los hijos, los viajes fueron programados para ir al extranjero. Festejar los primaverales quince años de Geor, el viaje fue a varios países de Europa en tour organizada por una agencia. Se adelantó un año la fiesta de Claudia, un año menor que su hermanita. Viajaron las tres felices y retornaron muy cansadas. 31 días de levantarse temprano y correr por todos lados.
Tres viajes nos dejaron gratos recuerdos. Con el gusto de visitar a la querida sobrina Rosario Navas Hernández, a su esposo Per Fredheim y a mi sobrina, hija de ambos, Yoalli, estuvimos en Oslo, Noruega.
Después Lilia, Geor, mi nieto Ale (Jorge Alejandro) y yo fuimos a Dinamarca y a Suecia. En este último país se unió Trizia.
En Oslo mi querida “Gordita” se impresionó al recorrer las salas donde están las fotografías y minibiografía de quienes han recibido el Premio Nobel de la Paz. Entre ellos está el mexicano Alfonso García Robles.
En Estocolmo se entregan los Nobel de Física, Química, Literatura y Medicina. Nuestros compatriotas Octavio Paz y Mario Molina, premiados en Literatura y en Química, respectivamente.
“SE PERDIÓ” EN COPENHAGUE
Estábamos en Copenhague, capital de Dinamarca, visitando uno de sus grandes museos. Mi amada esposa nos dijo que iba al baño. Nos quedamos Geor, Ale y yo en la cafetería.
Tardaba en regresar y fue mi hija a buscarla al baño y nosotros a un salón del museo.. No la encontramos. Hubo que preguntar en la entrada si habían visto salir a la señora. Sí, fue la respuesta.
De pronto aparece mi querida Lilia en la entrada y nos contó que nos hacía en la calle, esperándola. El diálogo fue gracioso:
–¿Dónde andabas, porqué te saliste, qué ibas a hacer?
–Me vi en la calle y no sabía cómo regresar al museo. Entonces pensé decirle a un policía que me regresaran a Oslo con mi sobrina.
–Mamá, en todo caso debiste decir que te llevaran al hotel donde nos hospedábamos.
Todo terminó feliz. Sonrisas todo el día.
COMIMOS EN LA ESCALINATA
Geor organizó un viaje a Nueva York. Lo disfrutamos a plenitud, aunque no alcanzó tiempo para visitar con calmita el Central Park. Recorrimos varios museos y por supuesto el de renombre mundial, el Museo Metropolitano de Arte, el conocido MET.
Tras horas de recorridos por diversas salas, con breves descansos, salimos del Museo y nos sentamos en los escalones de la entrada como muchas otras familias lo hicieron, mientras que Geor, Jorge y Ale fueron a comprar hotdogs y gyros, así como refrescos y jugos.
Satisfechos del “banquete en las escalinatas”. El hambre impidió que fuéramos en busca de un restaurant, pero no importó.
Time Squire, la Quinta Avenida, Manhattan, los caminamos. Disfrutamos la iluminación nocturna de las grandes avenidas. Viajamos en el subway, inaugurado el 27 de octubre de 1904.
EMILIO CHUAYFFET, ENTRAÑABLE AMIGO
Lilia y Emilio Chuayffet Chemor se conocieron en Toluca, porque ella era muy amiga de Lupita Ávila, tía de Emilio. Fuimos invitados mi esposa y yo a cenar a la casa de Lupita, casada con quien sería mi gran amigo, Ricardo Chemor Chemor. A raíz de la muerte de sus papás, el joven vivió con sus tíos.
Ricardo me presentó con su sobrino, diciéndome:
“Mira, señalando a Emilio, quiere ser político, ¿tú crees?” y agregó dirigiéndose al joven de 17 años, “Jorge te puede enseñar de política”.
La verdad me apenó, porque mi trabajo era de reportero y no de político. Así conocí a quien habría de invitarme, años más tarde, a colaborar cuando fue gobernador del Estado de México.
Lo que debo comentar es que mi esposa dejó de ver mucho tiempo a su entrañable amigo.
En la SEP, Emilio como titular, presidió un acto de homenaje al veracruzano Gonzalo Vázquez Vela y asistí con Lilia, a invitación de mi amiga y colega Carmen Vázquez Gil, hija del que fuera secretario de Educación en el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas.
Terminado el acto, al salir del recinto, nos encontramos con el Señor Secretario. De inmediato Emilio tomó de la mano y le dio un beso en el dorso y la invitó a sentarse. Platicaron varios minutos y nos despedimos.
En los días en que mi esposa ya estaba postrada, hubo una plática telefónica entre ellos y al comentarle que era bisabuela, Emilio le dijo; “La llegada de tu bisnieto es una bendición para toda la Familia”.
Así lo hemos sentido al ver al hermoso Diego Farías Suárez, ahora de 10 meses de nacido.
PRIMERA NAVIDAD Y UN SUSTO
Recién casados celebramos nuestra primera Cena de Nochebuena y la primera Navidad. Recuerdo haberle entregado mil pesos, para sus compras personales de esa fecha. Con su mamacita, Doña Esther, fueron al Centro.
Al regresar a casa en la Colonia Nápoles, abordaron el autobús en la esquina de Uruguay y Bolívar. Una mujer le impidió pasar del estribo, mientras otra le tasajeaba la bolsa y extraía la cartera.
Me localizó para darme la noticia. Estaba en el despacho del coronel Rafael Rocha Cordero, primer comandante del Servicio Secreto. Enterado de lo sucedido llamó a uno de sus comandantes y le expresó: “Quiero aquí a las seis de la tarde, hoy, a “Las Paulas” con el dinero que le robaron a la esposa de Jorge”.
En efecto eran las ladronas. Rocha Cordero me dio un álbum con fotografías y Lilia las identificó. A la hora indicada estaban detenidas las rateras y una de ellas al ser requerida por el dinero, mil pesos, contestó: “Jefecito, ya nada más ochocientos y tantos, aquí están”. Buen susto para mi esposa y su mamá, pero una muestra de que tuvimos policías que no daban abrazos a la delincuencia.
ÚLTIMO DESEO DE MI GORDITA
Les comento que el 13 de diciembre cumplimos 63 años de vida matrimonial. Estábamos solos en la habitación 321 del Hospital de Nutrición. Nos tomamos de la mano, felicitándonos. Le pedí a un doctor que la atendía nos tomara una foto, ella había accedido.
Momento inolvidable. La última foto.
Ocho días después Dios quiso que estuvieran en la habitación Geor, Jorge, Trix y José Ramón y mi nuera Isabel, los nietos Jorge Luis y Paquito.
Jorge le dijo su saludo amoroso de “Doña Jechú” y le dio un beso en la frente. Luego mis hijas y JR. Me acerqué a la cama y mi esposa se quita la mascarilla de oxígeno y “nos dimos dos besos en la boca”. Jamás imaginé que nos estábamos despidiendo. (Jechú, equivale a Jefecita Chula).
Ese día 21 de diciembre, JR e Isabel cumplían 27 años de casados.
El último deseo de mí adorada Gordita.
Hace tiempo decidió que al morir fuese incinerada y la urna con sus cenizas permanezcan en un nicho de la Parroquia de Santa Rita de Casia, en la Colonia Villa de Cortés, lo cual se cumplirá en los próximos días.
Cuando compró el nicho, comentó que deseaba estar en ese lugar, “porque ahí me van a rezar todos los días, sin olvidarme”.
Nunca la olvidaremos. Nuestras oraciones serán hasta que Dios nos lleve con ella.
Mane tus bendiciones, nos harán estar contigo.