Abanico
Se cumplió su deseo, diario oirá misa
Jorge Herrera Valenzuela
A todos los que me favorecen leyendo los comentarios periodísticos, les invito para cuidar el uso del agua, es necesario ahorrar el valioso líquido. Ni solo la falta de lluvias es causante de la sequía, también lo es el nulo manteamiento gubernamental de las redes de distribución.
DESCANSA EN SU NICHO
La tarde del pasado viernes 16 de este febrero, la Familia Herrera Navas, parientes y amistades, presenciaron el momento en que la urna, con las cenizas de nuestra adorada Esther Lilia Navas Ruiz, era depositada en su nicho.
Estrujante el momento de cerrar el nicho, donde descansa quien prodigo amor. Carismática conquistó el cariño de quienes la conocieron. Su sonrisa quedó grabada en mi mente, en la de sus hijas, hijos, nietas, nietos, sobrinas y sobrinos. El bisnieto solo llegará a conocerla en la fotografía impresa, cuando ella lo sostuvo en sus brazos.
Ahí, en la Capilla de Santa Teresita del Niño Jesús, en la parroquia de Santa Rita de Casia, Colonia Villa de Cortés, Ciudad de México, estará descansando mi Gordita Linda.
Toda una historia envuelve a este suceso.
Hace años, Mane me dijo que iba a comprar un nicho en la Iglesia a la que asistimos, desde 1970, a misa de 9 de la mañana, diarias, una temporada de varios años. Después a las dominicales. Ahí hicieron su Primera Comunión y fueron Confirmados varios de nuestros herederos de la tercera generación.
Abro un paréntesis para comentarles que Mane es apocope de “mamá grande” y recuerdo que quien primero lo pronunció, al dirigirse a su abuelita, fue el primogénito de los nietos, Jorge Luis.
Contaba mi Gordita Linda que ella a su abuelita materna que se llamó Ramona, sus nietos le decían “Mamane”, equivalente a Mamá Grande “y a mí, decía, quiero que también me digan así”. Hay un personaje femenino en dos películas mexicanas que lo nombran Mané, así con acento.
Bien, la historia continúa.
–Miren cuando yo me vaya, cuando Diosito me llame, les pido que me incineren y mis cenizas las lleven al nicho que compré, les dijo a nuestras hijas Geor, Claudia y Trizia.
–¿Por qué?, fue la pregunta obligada.
–Porque Ustedes, no me van estar rezando, ¿verdad? Y ahí sí me rezarán todos los días.
Y se cumplió su deseo, a las 18:30 horas del día ya mencionado.
Jorge, el primogénito, tomó en sus manos la urna y se aproximó al nicho. Llanto de todos, abrazados, vivimos dolorosos minutos. Antes fue oficiada una misa ordinaria en la parroquia. Colocaron unas flores naturales y unas de papel hechas por nuestra nieta Andy Herrera Solís, la más pequeña.
Mina, Gigi, Ethel, Vicky, sus amigas del grupo “Aves del Paraíso”. Lourdes Granados la muy querida “Gorda” (aunque está delgadita), el arquitecto Salvador Álvarez Espinosa, nuestro compañero de parrandas, Ricardo Cruz Ruiz en representación de La Familia Gamos, Mayra y Lupita, amigos de la nieta Sofía, amigos de Geor y de Jorge, así como de nuestro nieto Ale (Jorge Alejandro). Muchos más, a quienes agradecemos su compañía.
Momentos inolvidables. Las hijas, los hijos, yo, nietos, nietas, no le decíamos adiós ni nos estábamos despidiendo de ella, por el contrario, sabemos que su espíritu, su alma, sus sonrisas, estarán presentes “siempre, por siempre y para siempre”, frase con que rubricaba las cartas que me escribía cuando éramos novios.
En la parte posterior del sobre en rededor de la curvatura anotaba en mayúsculas SCUB, siglas que se traducían en: Sellada Con Un Beso.
RECIBIMOS DIARIA BENDICIÓN
Mi Gordita Linda desde joven estaba muy apegada a la Iglesia. Católica por los cuatro costados. En Toluca, soltera, le gustaba ir a ver la clasificación de las películas en exhibición, A para todos, niños, jóvenes y adultos; terminaban con la letra C, “las no aptas, las indecentes”.
Durante muchos años de la infancia de las dos hijas y los dos hijos (Trizia llegó hasta 1981, Jorge le lleva 20 años), mamá llevaba a sus pollitas y pollitos a misa dominical. Los cuatro hicieron su primera comunión antes de cumplir los 12 años.
La religión católica siempre la hemos mantenido. Cuando nació Trizia Esther prometí ir con ella a la Basílica de San Juan de los Lagos y lo cumplí el 15 de agosto de 1981, pero no pudimos entrar porque estaba abarrotada, era la Fiesta Tradicional Anual de la Asunción de María. Nos acompañaron doña Jose Barocio de Basulto y su hijo Mario, de la Familia encabezada por don Héctor Basulto Mancilla.
Siempre como costumbre, Mane cuando salíamos de casas nos santiguaba y daba la bendición. Si por cuestiones de trabajo, por viaje de placer, invariablemente recibíamos la religiosa bendición y nos encomendaba a Dios Nuestro Señor.
Doña Jechu, como cariñosamente siempre Jorge le llamó a su mamita, nos envía ahora sus bendiciones desde el lugar donde está, en el reino celestial. Recibimos su sonrisa y el amor que siempre nos profesó.
FUIMOS “NOTICIA” EN TOLUCA
Por aquellos días del 1960 en el diario “El Mundo” se publicaba la columna Crinolina. Su autora firmaba como Marycel.
Todos los chismes de la sociedad toluqueña, de los políticos locales, de los charros como Octavio Chávez, formaban parte de la leída columna.
La presencia del reportero capitalino o sea yo, que paseaba de “manita de torta”, en los históricos Portales, de la Señorita Lilia Navas, también aparecía comentada. Era “noticia”.
Decenas de notitas de Marycel, me recuerdan mucho el breve noviazgo, del 13 de enero al 13 de diciembre de 1960. Hoy, lo hemos platicado la amiga entrañable y colega Gloria Díaz González, Gloria Libién, a quien considero que después de más siete décadas de ejercer el periodismo, es La Decana de Reporteros y Columnistas del Estado de México.
Gloria quería mucho a Lilia. En esa época mi novia laboraba en la Dirección General de Turismo, con el ingeniero Héctor Medina Neri.
El 2 de diciembre de 2022 Gloria y su servidor recibimos el Premio México de Periodismo “Ricardo Flores Magón” Por Trayectoria, en una ceremonia presidida por el colega y amigo Teodoro Rentería Arroyave, presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo.
Me sorprendió, la noche del jueves pasado, recibir unas líneas de Marycel, sí, de de la firmante de la columna Crinolina, para recordarme de aquellos días de hace 65 años. Lo agradezco con mucho cariño, querida Gloria.
“En aquel tiempo, en que Toluca era una Ciudad pequeña, bonita y tranquila, allí te robó el corazón la bella Lilia Navas. Te cautivó su sonrisa y esa figura hermosa de mujer toluqueña, escribió mi amiga y colega para agregar:
Acarició tus sueños con mirada azul y te flechó irremediablemente hasta convertirse en eternos enamorados, rodeados de tan linda Familia”.
VIAJES A PUEBLO GRANDE
En muchas ocasiones, cuando hacíamos remembranzas de los días toluqueños, Lilia mencionaba que con el permiso de su mami, Doña Esthercita, viajaba al Distrito Federal acompañando a su amiga Gena Estrada y a invitación del novio de Gena, Armando Monroy.
“Amando nos decía, vamos a pueblo grande”. Armando y Gena, como ya lo he comentado, fueron los primeros amigos de mi amada Gordita y apadrinaron el bautizo de Trizia Esther.
Eran días de disfrute. De salir de la bella Toluquita. De recorrer las entonces seguras y tranquilas calles de la Capital Mexicana. No faltaba que las dos amigas y vecinas entrarán a las tiendas del Centro, El Palacio de Hierro, Liverpool, tal vez pasaban a la Catedral Metropolitana. Y luego, el regreso “A Pueblo Chico”. Lilia siempre decía “Qué pueblo chico, no señor, ¡Ciudad de Toluca!”.
Años más tarde comenzó una vida para los dos. Doña Esthercita se quedaba en casa mientras nosotros atendíamos invitaciones de mis colegas reporteros, de personas que iba conociendo en mi trabajo reporteril. Tuvimos la oportunidad de asistir a todos los centros nocturnos, cuyas variedades eran atractivas.
Conocimos a artistas como José José, cuando era cancionero en una “covachita” del cabaret Los Globos; vimos el inicio de Lupita D´Alessio en uno de los bares del Señorial en la Zona Rosa. Aplaudimos a Silvia Pinal, a la bella Elsa Aguirre, a María Victoria, así como a Carlos Lico, a Marco Antonio Muñoz, al jovencito Luis Miguel. Alex Cardini era un anfitrión excelente y nos invitaba a estar en la presentación de las estrellas cubanas que contrataba. Claro, no daba gratis ni un vaso de agua.
El día en que debutó José José en El Patio, don Vicente Miranda, el dueño, nos invitó en mesa de pista y al término de la función, mi Gordita se fotografió con el que sería El Príncipe de la Canción.
Viajamos con los hijos por muchas partes de nuestra hermosa República. A Munich 72 fuimos antes de iniciarse las olimpiadas. Estuvimos en España cuando los caricaturistas mexicanos montaron una exposición en el Museo de Vacas. Conocimos París, se emocionó hasta las lágrimas al estar, por primera vez, frente a las puertas de El Vaticano.
Para festejar los quince años de Geor y adelantar el de Clau, las tres hicieron una excursión por 14 países y regresaron agotadas. Hubo dos o tres viajes a Noruega, donde vive nuestra sobrina Rosario, su esposo Per y su hija Yoalli. Conoció Dinamarca, Suecia, la tierra natal de Juan Pablo II. Conoció Hungría. De Estados Unidos visitó, entre otros lugares, Nueva York, Nueva Orleans, Houston y San Antonio.
Siempre sonriente. Siempre feliz. Gustaba recorrer museos, plazas y lloró al recorrer los salones donde están fotografías y biografías de los ganadores del Premio Nobel. “Me emocionó saber de hombres y mujeres que hicieron tanto por la humanidad”, comentó al salir.
ANÉCDOTAS INOLVIDABLES
En los 63 años y 8 días de vida matrimonial hubo momentos que, por diversas circunstancias, formaron una parte del libro de anécdotas y comentaré sobre algunas de ellas.
La primera no la compartí con mi Gordita Linda. Muy joven empezó a trabajar y fue en las oficinas de la empresa constructora de don Pepe Oviedo Colín, un auténtico ranchero, hombre de campo que a principios de los años cincuenta se dedicó a trabajos de mantenimiento de caminos en el Estado de México.
Bueno, don Pepe la llamaba “Laila” o “Lila”, le depósito toda su confianza. Dos recuerdos, Lilia aprendió a manejar un vehículo, conduciendo un camión materialista y ¡vaya si sabía manejar! El segundo fue que en cierto día, el ranchero le dijo: “Niña se le están pasando los años, ¡no se vaya a quedar!”.
Repito, don Pepe sencillo y amable. Lo conocí en su rancho ubicado en Pedro Escobedo, Querétaro. También tuvo casas en Ixtapan de la Sal. Debo precisar que su patrimonio lo hizo sin trabajar para el gobierno estatal. Su hermano Salvador Sánchez Colín fue gobernador de la entidad. Atlacomulquenses, aún no existía el grupo político. El ingeniero agrónomo, Salvador, es muy recordado en el Sur del territorio hoy conocido como mexiquense.
A invitación de Carlos Kulwisky, diplomático alemán acreditado en México, mi esposa y yo asistimos a una comida, en la residencia particular. También estuvo mi amigo y compañero de La Prensa, don Fernando Marcos y el director de cine Alfredo B. Crevena.
Exquisitos platillos preparados con ingredientes traídos de Alemania y buenos vinos de mesa. Carlos y su guapa esposa no olvidaron detalle para atendernos.
Después de los postres siguió la charla. En un momento, cuando caminábamos por el jardín ocurrió lo siguiente al llamar don Fernando a mi mujer.
–Oiga señora, éste (señalándome a mí) ¿ya la ha llevado a un motel?
Lilia se puso de mil colores. Muda veía a mi guasón amigo, quien agregó: “¡Es una broma!”. Soltó una carcajada y mi esposa simplemente sonrió. Pasado el tiempo, ella lo tomó como broma ese chascarrillo y don Fernando entendió que no fue muy acertado.
Con Manuel Buendía y su esposa Lolita había un trato familiar. Fueron los padrinos en el bautizo de Claudia. Manuel dirigía el diario La Prensa y en una ocasión nos invitó a cenar.
Se formó un cuarteto de matrimonios. Mario Alberto Santoscoy y Pilar, Félix Fuentes y Licha para departir platicar, “chismear”. Los cuatro éramos parte de la Redacción y las señoras ya se conocían, Mario y Pilar eran compadres del anfitrión y Lolita, así como Félix y Licha eran nuestros compadres, padrinos de Georgina.
Después del primer brindis. De agradecer la invitación, escuchamos a Manuel que muy propio, ceremonioso, soltó una de sus acostumbradas bromas.
–Señoras, quiero decirles que estos pelafustanes, sus maridos, me echan la culpa de que llegan tarde a sus casas porque los retengo en la Redacción. A las ocho y media, los busco y ya no están.
Siguió su risa, autofestejándose y recorriendo con la vista a nosotros. La verdad es que a Mario y a mí, si nos pedía que lo esperáramos hasta “el cierre”, a eso de la una de la mañana. Por supuesto, no diario.
Mi querido compadre Félix y yo, por gracia de Dios, somos los supervivientes de ese grupo familiar.