Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de julio de 2018.- El presidente Álvaro Obregón fue el estratega militar más sobresaliente de la Revolución Mexicana porque nunca perdió una batalla.
Su figura sobresale por haber iniciado la reconstrucción del país y consolidado el poder del Estado Nacional posrevolucionario, señaló el doctor Felipe Ávila Espinosa.
Su figura política y militar, añadió la Secretaría de la Cultura, se acrecienta, sobre todo, por haber enfrentado exitosamente a los caudillos sublevados. Desafío a la iglesia católica que deseaba mantener privilegios y no reconocía la Constitución Política. Creó la Secretaría de Educación Pública e impulsó el sistema educativo federal con un sólido apoyo a la cultura con sentido nacionalista.
Ávila Espinosa impartió la conferencia Álvaro Obregón, caudillo y presidente, en el marco del 90 aniversario luctuoso del líder revolucionario y presidente de los Estados Unidos Mexicanos, entre el 1 de diciembre de 1920 y el 30 de noviembre de 1924.
Señaló que Obregón consolidó las alianzas del Estado con las organizaciones populares, campesinas y obreras, e impulsó los ideales más avanzados y progresistas de la Constitución de 1917.
«La labor educativa llevada a cabo por Álvaro Obregón, impulsada desde su presidencia, es una de las más notables en la historia de la Educación Nacional», destacó.
También «buscó aplicar los contenidos avanzados, progresistas de la Constitución Mexicana, en términos de la reforma agraria, en términos de derechos laborales. Trato de comenzar la reglamentación de los artículos 27 y 123 para que fueran realmente efectivos y aplicables, y de manera muy notable, Álvaro Obregón, puso los cimientos del Estado corporativo que predominó a lo largo del siglo 20 mexicano».
El titular de la Dirección Adjunta del Servicios Históricos del Instituto Nacional de Estudios Histórico de las Revoluciones de México (INEHRM), recordó que continuando el ejemplo de 1915, con el pacto con la Casa del Obrero Mundial, estableció alianzas con la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), y apoyó la fundación del Partido Nacional Agrarista.
El especialista en temas de la Revolución Mexicana precisó que estas alianzas edificaron el estado corporativo más estable y longevo en todo el mundo a lo largo del siglo 20.
«Ni siquiera el Estado Soviético, el Estado de la Revolución Cubana y Estado de la Revolución China tuvieron la estabilidad y longevidad del Estado surgido de la Revolución Mexicana», agregó.
Aseveró que el jefe máximo militar nunca pactó negativamente en contra de los intereses nacionales a cambio de ser reconocido por el gobierno de Estados Unidos.
Los tratados de Bucareli «establecen una comisión especial de reclamación y una comisión general de reclamaciones en donde los ciudadanos y las empresas de Estados Unidos que se consideran afectados por movimientos rebeldes, desde 1868 hasta 1920, tenían el derecho de poder ser indemnizado».
Respecto al petróleo, su postura fue «cambiar las concesiones petroleras que eran a perpetuidad, como las había otorgado el gobierno de Porfirio Díaz, para que tuvieran un término de 50 años”, además de que “debían obtener el registro por el gobernó de México y pagar impuestos”.
Durante su ponencia describió a Obregón como un hombre muy inteligente, un «genio militar» que ganó todas las batallas y derrotó a todos grandes caudillos, entre ellos Francisco Villa y Emiliano Zapata, como “un gran soldado para la patria”, un “brillante militar revolucionario”.
Resaltó que despuntó por su capacidad de mando y organización, “pero sobre todo tenía una impresionante capacidad táctica para saber, escoger, dirigir y triunfar en una batalla”.
Asimismo fue carismático, simpático, popular y querido, pero al mismo tiempo “era un personaje muy ambicioso” porque al pensar que su labor no la había concluido y que le había faltado tiempo, buscó la reelección presidencial.
Por todas sus cualidades y como jefe máximo de la revolución “no le costó mucho trabajo hacer que su seguidores en el Congreso modificaran lo que era uno de los principios fundamentales de la Revolución Mexicana: la no reelección”.
Porque “el sufragio efectivo y no reelección fue la consigna que detonó la revolución, y era un principio casi sagrado y lo modificaron para permitir su reelección”.
Respecto a su asesinato como presidente electo en el restaurante de La Bombilla, el 27 de julio de 1928, a manos del fanático religioso José de León Toral, dio que “fue la culminación de una conspiración, de un complot”
Este “fue decidido por un sector de la iglesia católica, del clero, de la Liga Nacional de Defensa de las Libertades Religiosas, de grupos cristeros y de grupos clandestinos como la Unión Católica, en donde decidieron, en una asamblea, que debían matar Álvaro Obregón.