Libros de ayer y hoy
El señor Calderón no consulta sus propias fuentes de información y por eso se manifiesta infundadamente optimista. Ayer, concretamente, dijo, durante el 138 aniversario de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México, que “miles y miles” de desempleados tendrán empleo formal, “si prospera” en el Senado la reforma a la Ley Federal del Trabajo, aprobada ya por la Cámara de Diputados”.
El presidente electo, Enrique Peña Nieto, y el líder de la mayoría priísta en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, están también ufanos, como lo está Calderón, de que vendrá sobre los mexicanos la bendición de, Deus ex Machina, concebido en Los Pinos y consagrado en el palacio de San Lázaro.
Miles de personas están desempleadas. Las cifra oficiales aseguran que los desocupados son alrededor de 2.000,000, pero millones – unos 25.000,000 – han tenido que refugiarse en los empleos subterráneos ante la falta de oportunidades para vivir en la formalidad.
Históricamente, la demanda anual de nuevos empleos anda frisando el millón y cuarto de personas. ¿Podrá la economía, gracias a la reforma laboral, satisfacer tal demanda? No, porque en realidad los cambios en la legislación no están tomando en cuenta los factores internos y externos que juegan en el comportamiento de la economía.
Es el propio Banco de México, la institución rectora de la política monetaria, la que enfría los ánimos respecto al comportamiento del empleo. Y ni el señor Calderón, ni el señor Peña Nieto, ni Beltrones reparan en los números duros del instituto bancario central recabados en la encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, levantada en el mes de septiembre, que continúan como al principio. Un economía estancada que al finalizar 2012 no crecerá ni siquiera en 4 por ciento, y que durante el primer año de gobierno de Peña Nieto, si acaso crecerá 3.53 por ciento. Y a esos niveles de crecimiento, una economía no es generadora de empleos, con reforma o sin reforma a las leyes, porque el empleo no crece, como hemos dicho aquí, ni por decreto ni por leyes por muy a favor que estén de los trabajadores, o por muy beneficiadoras de los empleadores.
Las expectativas de los especialistas en economía del sector empresarial, recogidas por los encuestadores del Banco Central en el mes de septiembre indican que en este año, al que sólo le quedan octubre, noviembre y diciembre, se observará un avance anual de sólo 643 mil personas en la lista de trabajadores asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social y la estimación de asegurados es exactamente la mismita de la encuesta de agosto.
Los altos funcionarios del Ejecutivo y del Legislativo no tienen por qué cantar las vísperas con órgano y coro de ángeles. Y menos el presidente Calderón, quien fue un rotundo fracaso en el impulso a la creación de empleos, aunque él diga que puso alma, corazón y vida en sus delirios.
Con reformas a la legislación laboral – porque el Senado ratificará lo aprobado por los diputados -, la economía no dará para más en el 2013. No se vale intentar crear expectativas que no son verdaderas. Los mimos empresarios privados avalan los pronósticos, las expectativas: Para 2013, de acuerdo con la encuesta del Banco de México, divulgada a la prensa la mañana de ayer lunes, se calcula que el indicador de empleo presentará un incremento de 592 mil personas, casi el mismo cálculo que los expertos hicieron en la encuesta de agosto.
En base a los números recabados por instituto bancario central, ¿tendrá razón el señor Calderón cuando dice tajantemente que el objetivo de la reforma laboral es la gente que no tiene empleo? En realidad, con ley o sin ley, el objetivo de crear empleos es sólo labor del comportamiento de la economía. Si ésta crece necesita más mano de obra. Si no, pues no. Y como la economía mexicana no crece por múltiples factores, entre ellos el magro impulso que le da el gobierno, pues de ahí la gran cantidad de desocupados. Los números no mienten. Las palabras si pueden emplearse para tratar de mentir, o para mentir, o para crear expectativas falsas, o para…. Y los números del Banco de México desmienten a Felipe Calderón.
En las esferas gubernamentales todo el mundo da brincos de gusto por la aprobación de las reformas a la ley federal del trabajo, pero no repara que los propios empresarios están cautelosos respecto a los factores que obstaculizan el crecimiento económico, entre los cuales siguen destacando: la debilidad del mercado externo y de la economía mundial, la inestabilidad financiera internacional, la ausencia de cambio estructural en México y los gravísimos problemas de inseguridad pública.
El propio Banco revela que el Índica de confianza de los analistas económicos del sector privado no ha variado en lo más mínimo. En la encuesta de septiembre presenta el mismo nivel que en la de agosto. La mayoría de economistas encuestados no ven que el clima mejore, ni fu ni fa.
Así que… Pero mejor veremos y diremos.
QMX/jgm