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CIUDAD DE MÉXICO, 16 de mayo de 2025.- En dos modelos in vitro, la doctora en Ciencias Bioquímicas, Magdalena Guerra Crespo, y su alumno de maestría, Francisco Javier Padilla Godínez, probaron un dispositivo nanotecnológico para hacer llegar directamente la dopamina al cerebro, a fin de garantizar su difusión constante en pacientes con la enfermedad de Parkinson.
Guerra Crespo, investigadora del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, detalló que este dispositivo tiene una matriz amorfa (estructura pequeña sin una forma precisa) y porosa, menor a 100 nanómetros.
La dopamina no se puede administrar a los pacientes como tal porque se oxida, por eso se utiliza su precursor, la levodopa, que se receta en tabletas vía oral”, precisó la científica quien estudia el padecimiento hace más de dos décadas, de acuerdo con un comunicado de la UNAM.
En el estudio en el cual también colaboró Tessy María López Goerne, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco (UAM-X), Padilla Godínez desarrolló el proyecto en laboratorios de la FM de la UNAM y de la UAM; los resultados fueron publicados recientemente en la revista internacional Nanomedicine.
Estas dimensiones a nanoescala se pueden imaginar cuando sabemos que un nanómetro es equivale a la milmillonésima parte del metro; un cabello humano tiene aproximadamente 60 mil nanómetros de espesor, precisó.
Esta matriz tiene mesoporos, es decir, poros con un tamaño entre dos y 50 nanómetros. La maravilla de esto es que el área superficial de esos mesoporos es de alrededor de 300 metros cuadrados por gramo”. Es decir, es una superficie inmensa. Pueden contener bastante dopamina en un material con demasiados poros, como una esponja, señaló.
La científica abundó que a esa estructura porosa se adhiere la dopamina a través de interacciones químicas de fuentes de hidrógeno. “A pesar de que los mesoporos son tan pequeñitos, su superficie es muy grande, alrededor de 300 metros cuadrados por gramo”.
Actualmente la investigación está en su fase inicial in vitro, y observaron que es biocompatible. Posteriormente tendrá que probarse en un modelo animal de ratas o ratones, y a más largo plazo en protocolos en humanos.
Ahora vamos en el nivel experimental. Lo ideal en un modelo animal sería realizar una cirugía estereotáxica (permite inyectar el nanoreservorio a través de coordenadas) en el estriado, un área específica del cerebro donde se pierde la dopamina”, comentó.
Debido a que se necesita una cirugía para introducir el objeto nanotecnológico, el planteamiento de la científica es que se vayan creando materiales capaces de cruzar la barrera hematoencefálica.
Los artefactos se desarrollaron mediante colaboración entre la FM de la UNAM y el laboratorio a cargo de López Goerne en la UAM-X. “Los sintetizó Francisco Javier Padilla, un estudiante muy brillante que logra su grado de maestría con este proyecto”, recordó.
Guerra Crespo expuso que se puede controlar el tamaño del poro para que la dopamina se difunda con cierta velocidad. “El tamaño del poro condiciona ese flujo, el ritmo de la dosificación”.
La estructura físico-química del dispositivo nanotecnológico está unida por puentes de hidrógeno, así la dopamina se conserva dentro del poro, queda atrapada en él, y ya después es gradualmente liberada.
Más adelante se podría fabricar a medida de cada paciente para garantizar la dosificación deseada; la meta sería alargar su calidad de vida.
Todavía faltan varios años, estamos en la etapa preclínica y estos análisis farmacológicos son largos. A futuro se podría tener una patente y llevar al mercado, pero ahora debemos continuar con los estudios experimentales”, rememoró.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo en el que se pierden las neuronas productoras de dopamina, un neurotrasmisor que ayuda a controlar el movimiento muscular.