Adelantan Navidad, pero novohispana en Museo de Guadalupe
Los diputados de la Comisión de Cultura y la presidenta del Conaculta, no podrán quejarse. Si revisan al menos los últimos seis cierres de sexenio, tienen una inmejorable oportunidad de incidir en algunos espacios de la ley de ingresos y sobre todo del presupuesto de egresos del 2012. Se trata de aprovechar el margen de maniobra que es de su dominio: el diseño y aplicación de lo que bien o mal resulte asignado para el quehacer que les corresponde.
Recordemos que cada entidad cuenta con sus propios techos, amén de las derramas dispersas en numerosos actores, como las universidades públicas. Las condiciones que privan son un llamado a la sensatez. Esto se traduce en asumir la responsabilidad de planear y ejecutar el gasto donde más pueda hacer bien. Es comprometerse públicamente a decirlo con tiempo, a informar rigurosamente de los resultados, a facilitar la entrega de cuentas, la transición de gobierno y de poderes.
El precario panorama en que habrán de darse las campañas, los debates de las plataformas electorales, la jornada del voto y el proceso de cambio administración, les demanda prudencia. Se trata del trabajo que apuntala, que sella lo distintivo, que alcanza lo posible; en el que no se deja tentar por la fastuosidad, por la dote y el legado.
Que sean sensibles. Tras el gasto que permite la operación del vasto patrimonio, de los salarios y prestaciones de miles de empleados, pueden orientar los subsidios hacia programas generadores de empleo y cohesión social; de emprendimientos y empresas. Ofertar contenidos que sean sustentables por quienes los consumen. Acentuar la corresponsabilidad con estados y municipios. Desregular procesos, agilizar la gerencia, consolidar lo existente en lugar de una expansión artificial.
En la danza por los millones para el 2012, se les pide decir no a los privilegiados y si a la sociedad civil, a los independientes, a los innovadores. Por quinta ocasión, la Comisión de Cultura buscará, según la convocatoria difundida para acceder a los “etiquetados”, contribuir a materializar “en igualdad de oportunidades, el fortalecimiento de los diversos actores en la consolidación de las políticas culturales”. Es decir, del 5 al 23 del mes patrio se recibirán las solicitudes de quienes demandan donativos.
Se les llaman “Los Promoventes”. Son los descritos en los artículos 31 y 95 de la Ley sobre el Impuesto sobre la Renta, además de los titulares de cultura de las entidades federativas y municipios “en ejercicio de su derecho constitucional de acceso a la cultura y de sus derechos culturales”.
El traductor indica para los sujetos de la ley organismos sin fines de lucro, de preferencia donatarias. En las bases se añade que se aplicarán como criterios de selección “su viabilidad técnica, metodológica, financiera y el impacto social”. Los proyectos seleccionados van primero a la mesa directiva de la Comisión de Cultura para luego llegar al Pleno de la misma.
De ser necesario, “Los Promoventes” podrán solicitar la exposición de su proyecto ante los comisionados, contarán con 10 minutos en día que se les asigne. El otro: las iniciativas “impulsarán la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”.
Son ocho las obligaciones de los que resulten beneficiados. Van la mitad: “Contar con una relación de personas atendidas por el proyecto que contenga al menos, el nombre completo, edad, sexo, de cada uno de ellos; ejercer los recursos con una perspectiva de género; coordinar y difundir las acciones conjuntamente con el Conaculta e incluir dentro de los materiales los logos correspondientes a la Cámara de Diputados, LXI Legislatura con la leyenda Comisión de Cultura”.
Así las cosas, a las presidentas Kenia López y Consuelo Sáizar, a las que les acompañan en la disputa por las asignaciones, Edith Ruiz y María Rojo, se les ruega anteponer la resistencia, el frente común: no al dinero en manos de los intereses corporativos. No a los caprichos de gobernadores, alcaldes y directivos de postín. De creadores y gestores culturales curtidos en eso de pasar la charola para vivir del erario, de asociaciones civiles expertas en evadir impuestos y derechos laborales, de legisladores siempre en campaña.
Esquirlas. Agustín Gasca cometió la imprudencia del que se sueña ya en las oficinas de Sáizar. Rebosando altanería, comparó el costo del Centro Mexiquense de Oriente con lo invertido en la remodelación del Teatro de Bellas Artes (800 vs 600 millones). Pero mucho tendrá que explicar sobre el Proyecto de Prestación de Servicios adjudicado a la sevillana Abengoa-Concecutex, asentada hace años como experta en ¡servicios tecnológicos!
*Eduardo Cruz Vázquez es Coordinador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU) http://economiacultural.xoc.uam.mx/index.php
QMX/ecv/arm