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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de julio de 2020.- Lupita, Félix, Ángela, son tres nombres de al menos media decena de niños con la identidad perdida. Su muerte fue el único rostro con el que se contaba para comenzar la búsqueda de quiénes eran sus familiares, porqué nadie los buscaba o peor aún, quién quería que jamás fueran identificados.
En el arte forense, que antes era conocido como retrato hablado, los detalles de los cuerpos hallados son clave para acercarse a la imagen de cómo pudieron ser algunos de los niños que en México son hallados tirados en caminos, baldíos o como el último caso en Ciudad de México, dentro de una maleta.
Abogada de profesión y Maestra en Justicia Penal y Seguridad Pública, Alejandra Arce estudió hace cerca de 12 años Arte forense y desde entonces le ha dado facciones, tamaño y hasta vida a niños y niñas asesinados en el país.
A raíz del caso Lupita, la niña que en marzo de 2017 fue abusada y golpeada hasta la muerte por su padrastro en complicidad con Yadira, madre de la pequeña y cuyo cuerpo fue encontrado en el Bordo de Xochiaca, en el Estado de México, la artista forense comenzó a ponerle rostro a estos menores y trabajar en coordinación de la activista Frida Guerrera.
«Empiezo a trabajar con la primera imagen que me mandan del hallazgo, así tal cual como se encuentra el cuerpecito, imprimir la fotografía y empezar a tomarle medidas del rostro.
«Desafortunadamente cuando son golpeados del rostro hay partes que se hinchan de la carita, la mitad del lado derecho recibe un golpe y esa mitad está hinchada, entonces lo que yo hago es medir y hacer como un tipo de efecto espejo de la mitad del rostro que yo no veo hinchado. A partir de ahí yo empiezo a sacar medidas que se conocen como antropométricas, del rostro.
«Medidas de los ojitos, de la nariz, boca, además de las características físicas que tiene cada niño, por ejemplo, a partir de año y medio a tres años hay características muy especiales: la cara redondita, el cachete abajito, la naricita redonda, los ojitos redonditos, las cejas muy escasa pero sin marcar la línea del arco.
«Son características que nosotros vamos estudiando y vamos viendo en el rostro de los niños, entonces ese tipo de cosas son las que nos van a dar prácticamente la imagen del rostro del pequeño de cómo se hubiera visto en vida», relata Alejandra Arce.
Así lo hizo con los bebés Kimberly (2014), Ángela (2015), Lupita (2017), César Emiliano (2018), Félix Hernán (2020) y el caso más reciente, La beba de Aragón.
Sobre la última pequeña encontrada dentro de una maleta debajo de un puente cercano a la estación Impulsora de la Línea B del Metro, en el municipio de Nezahualcóyotl, la abogada busca rasgos para identificar a la bebé.
Lo que hace es un acercamiento, es una imagen de cómo se pudo haber visto en vida y señala que cuando un niño desaparece por ejemplo, hace un mes o mes y medio, el cuerpo puede estar con un poco más de peso o con menos peso de ese lapso de tiempo en el que dejó de verse; además puede tener cicatrices o con marcas en la cara.
«Cuando uno ve las fotos que llegan (después de la identificación), como en el caso de Lupita, digo: es mi niña. Los considero mis niños y como le digo a Frida, son nuestros niños, nuestros ángeles, y cuando los vemos y hay coincidencias entre los rostros y las imágenes, es una paz, una tranquilidad, y sobre todo es un gusto de saber que estos nenes no van a dar a la fosa común, que no van a ser personitas olvidadas.
«Seguimos con la idea de saber sus nombres, sus identidades y es trabajar con ellos, a veces hablarle a la imagen y decirle: ‘ayúdame, vamos a trabajar en esto, yo quiero saber quién eres, necesito saber quién eres’, y es una manera en la que a veces uno genera empatía con estos pequeñitos y uno trabaja con ellos, en los rostros».
Y algo que tiene presente en todo el proceso: son también unos deseos de justicia importante.
«Es una labor importante de manera personal porque es como un compromiso social, el hecho de que desafortunadamente haya tanto este delito, es como una ayuda, de buscar identidad, de que hagamos lo posible de que como sociedad trabajemos para que no sucedan, y si suceden, que no sea estadística más.
«Que no sea el niño que abandonaron o la niña que fueron a tirar al baldío o el niño que fue encontrado en un terreno, que ese tipo de cosas no sucedan, que la sociedad y la gente vean que no pasan desapercibido, que no solamente se necesita tener un cargo o ser una persona reconocida para que la gente o la sociedad nos preocupemos por todos», refiere.
«Yo opino como una propuesta es que sería importante tener un registro de nuestros pequeños siempre, como medida de prevención tener una foto reciente en el celular o donde sea, tener una hoja donde tengamos sus huellas de los dedos, sus lunares, sus marcas, tener como una especie de registro, porque cuando estos pequeñitos son sustraídos o son violentados, no decir: ‘ay no lo encuentro'».
Relata que, por ejemplo, cuando los niños son robados, se entra en pánico pero al tener un registro que puede ser no muy laborioso, pero la gente se confía con que eso no le va a pasar.
Alejandra Arce carga con copias del retrato de la Beba de Aragón para que, cada vez que pueda salir de casa en plena pandemia de Covid 19, pegue una hoja en la pared y más personas puedan verla.
«Alguien debe saber, a alguien le falta un bebé, porque son personitas que son evidentes con los vecinos, los tíos, los amigos, no es como un auto que de repente lo dejas de ver y no te apura, estamos hablando de estos pequeñitos que de alguna manera pasan muchos días para que sean identificados», concluye.
Alejandra Arce es abogada y tiene una maestría en Justicia Penal y Seguridad Pública. Hace cerca de 12 años empezó a estudiar Arte Forense que en ese momento se conocía como retrato hablado. Diplomado en la Academia de San Carlos con el maestro Bruno Ramírez Ornelas, con quien perfeccionó lo del dibujo, que ahora se conoce como Arte Forense.