Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Estamos ya en la recta final del XXI Campeonato Mundial de Futbol en la historia de la FIFA, a una semana de conocer al nuevo monarca de balón universal y nada, o casi nada, ha sucedido que nos haya marcado en el gusto por este deporte.
Quizá en los tres partidos que restan al programa, pueda surgir la espectacularidad, el dramatismo o el delirio en las tribunas, porque hasta ahora solo uno cuantos partidos, de los 59 disputados en el país más grande del planeta, han dejado huella en el público, sobre todo porque el triunfo o el gol de la igualada, han llegado en último suspiro del tiempo de compensación.
Por lo demás, el futbol desarrollado, se ha acartonado por estrategias y sistemas muy parecidos, en la que los técnicos le han dado prioridad a defenderse con el mayor número de jugadores, tocando el balón lateralmente, de un lado a otro de la cancha, o retrasado, asegurando la posesión del mismo, sin arriesgarlo para ir al frente con rapidez en busca del la portería rival.
Este futbol se ha generalizado en la mayoría de los países, en la procura de no perder ni ceder la pelota para ser sorprendidos mal ubicados en su trinchera.
Y como todo, los equipos integrados con el mayor número de jugadores con mejor técnica individual y fortalezas, se han impuesto en la cancha, lo que se ha reflejado en las anotaciones conseguidas, hasta ahora, en el cobro de alguna infracción a la regla, es decir a balón parado.
Rusia nos queda a deber aún
En los 59 partidos celebrados, se han marcado 157 goles. De ellos 68 se deriva de jugadas a balón parado, dos de cada cinco, para un promedio de 43 por ciento, en los que considero «GOLES DE LABORATORIO» y, en los que cada vez se requieren más especialistas para este tipo de futbol.
Nunca antes en la historia de los mundiales se había registrado este fenómeno. Es verdad que el máximo atractivo de este deporte es el gol, pero logrado por la habilidad del jugador, su técnica en la remate, el poderío en el área, el salto felino para rematar con la frente o la cabeza, además de cobrar con certeza una falta, superando a la barrera defensiva.
Pero todo esto lo han perdido los técnicos que en lugar de establecer un futbol más práctico, se envuelven en sus barreras, matando poco a poco el espectáculo.
La selección de Inglaterra es la que más provecho ha sacado en los «GOLES DE LABORATORIO» con 8, lo que lenguaje permitido también que una de sus figuras, Harry Kene encabece la lista de máximos goleadores de Rusia, con seis, enfilándose al título individual de esta Copa Mundial.