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Paternidad, en crisis y deterioro: Cardenal tapatío sobre caso Tultitlán
CIUDAD DE MÉXICO, 30 de marzo de 2018.- Una tarde nublada y más de un millón de personas fueron testigos del largo andar del Cristo de Iztapalapa desde la Macroplaza al Cerro de la Estrella, donde finalmente fue crucificado. Minutos después del mediodía, el emperador Poncio Pilatos dio la orden de crucificar a Jesús, dando paso a su largo peregrinar por las calles de los barrios de Iztapalapa, ante los ojos de los habitantes de la demarcación, algunos desde los techos de sus hogares. Tras realizar sus tres caídas y caminar varios metros, un Jesús debilitado subió el Cerro de la Estrella, donde sería crucificado y daría sus últimas palabras para pedir por la paz de la humanidad. Al llegar al cerro, Jesús depósito su cruz en el suelo y devastado miró a los ojos a su madre para evitar su llanto y no verla sufrir, ya que su muerte salvaría a la humanidad. Ante la amenaza de lluvia, los romanos continuaron su trabajo de clavarlo a la cruz, para después levantarlo y terminar su sufrimiento penetrándolo con una lanza en su abdomen.