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CIUDAD DE MÉXICO, 12 de febrero de 2021.- El cáncer es uno de los principales padecimientos que provoca una cantidad importante de decesos en el mundo. Su aparición –a cualquier edad– suele ser repentina, silenciosa, por ello es que en numerosos casos su detección se realiza en etapas avanzadas, situación que complica la atención y reduce las posibilidades de superarlo.
De acuerdo con la UNAM, en México el cáncer infantil es un problema de salud pública, constituye la segunda causa de muerte, y la primera por enfermedad, en niños de cinco a 14 años de edad; cada año ocasiona el fallecimiento de más de dos mil infantes, según cifras del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia (Censia).
Comparado con lo cánceres en adultos, esta afección en la infancia y adolescencia representa una proporción baja, ya que solo cinco por ciento de los casos ocurren en niños y la sobrevida global a cinco años es de 56 por ciento, mientras que en países con alto ingreso es de 80 por ciento.
La tasa de mortalidad en infantes es de 5.3 por cada 100 mil, mientras que en adolescentes de 8.5 debido a que entre cinco y 50 por ciento de ellos abandona el tratamiento.
Lo anterior representa un grave problema con respecto a la atención, detección y tratamiento oportunos; un diagnóstico temprano marca una gran diferencia en su pronóstico, coinciden las pediatras oncólogas Rocío del Socorro Cárdenas Cardos y Marta Zapata Tarrés, académicas de la Facultad de Medicina (FM).
Resaltan que en oncología pediátrica las tasas de curación aumentaron de manera considerable, incluso en cierto sentido más que otros tipos de cáncer.
En ocasión del Día Internacional de Lucha contra el Cáncer Infantil, que se conmemora el 15 de febrero, Cárdenas Cardos refiere que los tipos de cáncer más comunes en niños y adolescentes son las leucemias, que afectan a las células de la sangre que se originan en la médula ósea; los tumores del sistema nervioso central, ocupan la segunda causa en frecuencia; seguido por los linfomas, que son cánceres de los ganglios linfáticos.
Sin embargo, puntualiza, es alta la esperanza de sobrevida en pacientes con neoplasias, “esa es una de las grandes diferencias entre niños y adultos con esta enfermedad. En pacientes pediátricos hablamos de expectativas de curación para toda la vida, no de supervivencia a dos o cinco años, ni de mejorar la calidad de vida, sino de la posibilidad de erradicar la enfermedad entre 75 por ciento y 80 por ciento de ellos”.
Incluso, las estadísticas más altas de supervivencia se registran en naciones con altos ingresos económicos. En México “nuestro reto de aumentar la supervivencia es un hecho real”, precisa en entrevista.
Destaca Cárdenas Cardos que con base en las últimas estadísticas de 2019 del Censia y de la Secretaría de Salud, en el país se reporta una tasa global de aproximadamente 57 por ciento de supervivencia, “lo cual dista mucho de alcanzar un 75 por ciento, aunque hay institutos que tienen una supervivencia más alta, por ejemplo en el Instituto Nacional de Pediatría la tasa es cercana al 80 por ciento en general, aunque no implica que curemos a todos”.
La experta explica que la mayoría de las causas de estos padecimientos se debe a mutaciones aleatorias en los genes de células en etapa de crecimiento. Sin embargo, existen factores predisponentes que pueden acelerar algún proceso oncológico, como son los físicos, químicos y biológicos.
Por ejemplo, la exposición a radiación nuclear, a algunos compuestos químicos derivados del benceno (compuesto aromático presente en la petroquímica y altamente relacionado con la leucemia), sobre todo en pacientes que viven en zonas rurales agrícolas, en particular aquellos que están expuestos a pesticidas. Existe controversia, comenta, en torno a si los campos electromagnéticos influyen o están asociadas con el desarrollo de algún tipo de cáncer.
También hay factores inmunológicos y genéticos, como los síndromes de Wiskott Aldrich y el de Down, que tienen un mayor riesgo de presentar algunas neoplasias como linfomas y las leucemias.
Asimismo, hay diversos síndromes pediátricos que están asociados con el cáncer, por lo que es importante que los médicos pediatras y los generales, estén familiarizados con ellos y busquen intencionadamente la aparición de algún tumor, por ejemplo el síndrome de Beckwith-Wiedemann, relacionados a los del riñón, conocido como tumor de Wilms, y el síndrome de Gorlin relacionado con tumores cerebrales, etcétera.
El aumento en los casos de neoplasias pediátricas, detalla Cárdenas Cardos, se vincula con estilos de vida y cambios en la alimentación, toda vez que en diversos productos procesados se utilizan conservadores y colorantes; ambos están asociados, a largo plazo, con la generación de algún tipo de cáncer en la infancia y también en adultos. Además, influye que haya mayor contaminación ambiental y el incremento de desechos industriales.
Detección temprana
Cárdenas Cardos y Marta Zapata Tarrés subrayan que la detección temprana es medular en el cáncer de niños y adultos, ya que la expectativa de curación es más alta –de hasta 90 por ciento– en etapas tempranas.
A su vez, Zapata Tarrés destaca que existe una cultura de la automedicación. “La primera recomendación sería que ante cualquier síntoma debemos estar alerta, si un niño o adolescente que normalmente han sido sanos presentan fiebre sin motivo, dolor de huesos y articulaciones, cansancio, moretones sin golpe previo o sangrados anormales, entre otros, es necesario recurrir al médico pediatra o familiar.