Avanza proceso de canonización de sacerdote mexicano

CIUDAD DEL VATICANO, 28 de marzo (Quadratín México).- El Papa Francisco reconoció las “virtudes heroicas” del sacerdote mexicano Moisés Lira Serafín, misionero del Espíritu Santo, y firmó el decreto con el cual lo declaró como “venerable”, el segundo paso de cara a la santidad.

La sala de prensa del Vaticano informó que Francisco autorizó los primeros “beatos” y “venerables” de su pontificado, entre ellos varios mártires de la Guerra Civil Española, uno de Hungría, otro de Rumania y uno más del régimen nazi en Alemania.

Nacido el 16 de septiembre de 1893 en la localidad de Tlatempa, municipio de Zacatlán en Puebla, Lira Serafín vio su infancia marcada por el fallecimiento de su madre (cuando tenía cinco años) y sus constantes mudanzas con su padre, maestro de escuela parroquial.

Vivió en Huejotzingo y la madre Josefina Victoria Ortega le animó a ingresar al seminario Palafoxiano de Puebla, donde cursó cuatro años de Latín como alumno externo.

En 1912 ingresó a la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, en la cual profesó sus votos el 4 de febrero de 1917. Fue ordenado sacerdote el 14 de mayo de 1922.

Vivió la persecución religiosa en México y después viajó a Roma, donde permaneció hasta 1928. El 29 de marzo de 1934 fundó la congregación de Misioneras de la Caridad de María Inmaculada teniendo como misión ayudar a todos los hombres a vivir como hijos amados de Dios.

Murió con “fama de santidad” el 25 de junio de 1950, en la Ciudad de México. Su causa de canonización se inició en el año 2000: fase diocesana concluyó el 18 de septiembre de 2001 y fue turnada al Vaticano 25 de octubre de ese mismo año.

Según la normatividad de la Iglesia Católica, para que un católico sea reconocido como santo debe superar cuatro momentos: cuando inicia su causa de canonización (proceso a la santidad) recibe el título de siervo de Dios.

Luego, gracias a una investigación con testimonios y pruebas, se debe comprobar que su vida es un ejemplo intachable. Entonces se certifican sus “virtudes heroicas”, como en este caso con Lira.

Para que la persona alcance el estatus de “beato” se debe certificar un “milagro” logrado gracias a su intercesión a Dios. Casi siempre se trata de curaciones inexplicables para la ciencia, obtenidas después de rezos al futuro santo.

Y la santidad llega después de la certificación de un segundo “milagro”.

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