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Por Yazmin Castillo Martín
CIUDAD DE MÉXICO, 25 de septiembre (Quadratín México).- El Museo de la Mujer presenta “Recuérdame ese día. Las bodas en el imaginario colectivo”, una interesante retrospectiva que narra los usos y costumbres del México de finales del siglo XIX y parte del XX frente a uno de los momentos más importantes del ser humano.
La década de 1880 trajo a México una nueva tradición, que llegó para quedarse, los retratos de bodas, que como mudos testigos plasmaron en imágenes las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales de su tiempo.
Las fotografías que se muestran en la exposición se tomaron entre los años de 1880 y 1950, y son registro de un acontecimiento religioso, social y familiar, que hasta la fecha sigue siendo clave en la mayoría de los hogares mexicanos: la ceremonia de enlace nupcial.
Las imágenes, provenientes de una colección particular, no eran comunes entre las clases populares, puesto que el costo era inaccesible para el grueso de la población, en las que la mayoría de las uniones estaban al margen de la normatividad religiosa y jurídica de la época.
Además de apreciar este interesante relato visual, el espectador se sorprende al obtener datos históricos como que el Código Civil para el Distrito Federal y Territorios Federales de 1870 reglamentó el matrimonio como un contrato de carácter laico y civil.
Un dato más es que en el año de 1884, se adhiere el papel que los contrayentes debían desempeñar en la unión, en el que se estipulaba que era obligación de ambos “guardarse fidelidad, contribuir cada uno por su parte a los objetos del matrimonio y a socorrerse mutuamente”.
En el caso de la mujer se describía que debía vivir con su marido, a quien debía obediencia en lo doméstico, en la educación de los hijos y en la administración de los bienes. Por su parte, el hombre debía proveer de alimentos y protección a su pareja.
Uniones que quedaron grabadas en imágenes que fueron captadas por lo primeros profesionales de este oficio: los reconocidos hermanos Valleto, quienes fundaron su estudio fotográfico en la calle de San Francisco, ahora mejor conocida como Madero, en el centro de la capital.
Se les suma, Octaviano de la Mora, reconocido retratista originario del Estado de Jalisco y quien llevó su trabajo más allá de las fronteras, puesto que participó en muestras y ferias en Europa, tales como, la Exposición Universal de París en 1878.
Destaca también el trabajo de Antonio Garduño, conocido como el fotógrafo de las novias, quien inició su carrera durante la Revolución Mexicana, dando testimonio de la revuelta que vivió México a principios del siglo XX. Participó en la Exposición Mundial de Sevilla, en 1928; y fue el primer mexicano que realizó una sesión fotográfica de desnudo; la modelo fue Carmen Modragón (Nahui Olín).
Artistas de la lente que dejaron a las futuras generaciones las impresiones de aquel México que sentó la base de lo que hoy en día se conoce como una de las industrias infaltable de cualquier enlace matrimonial: la foto de bodas.
La exposición se presenta en el Museo de la Mujer, recién inaugurado en esta ciudad y que se ubica en la calle de República de Bolivia número 17, en el centro histórico. El cual nos invita a recorrerlo este miércoles, durante la noche de museos.
QMex/ycm/arm