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CIUDAD DE MÉXICO, 16 de abril de 2023.- Ante la indiferencia presidencial, a las madres y familiares de personas desaparecidas en México sólo les queda buscar por su cuenta y bajo su propio riesgo el paradero de sus seres queridos. Las buscadoras cuentan con bastantes ejemplos de que el Estado no quiere, ni manifiesta ganas de ayudar, es la conclusión a la que llega el periodista Noé Zavaleta.
El comunicador veracruzano, autor del libro Las buscadoras, advierte que a lo largo de 12 años en los que se ha dedicado a documentar la crisis humanitaria de los desaparecidos en México, sólo ha conocido a dos madres y un padre a quienes las instancias de procuración de justicia les han devuelto los restos de un hijo perdido.
“Tenemos un país que hoy es un gran cementerio clandestino. En Veracruz los entierran en la montaña o cerca de la playa; en Jalisco, en casas de seguridad o basureros a cielo abierto; lo mismo pasa en Quintana Roo; en Sinaloa entre Navolato y Mazatlán hay una zona desértica que usan para desaparecerlos”, recalca Zavaleta.
De acuerdo con cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, entre 1964 hasta abril de 2023, se considera que 111 mil 925 personas se encuentran desaparecidas o no localizadas, pero si el registro se limita del 2006 –cuando inició la llamada guerra contra el narco– hasta el primer trimestre de 2023, corresponden 94 mil 13, en ambas categorías.
De diciembre de 2018, cuando arrancó el periodo de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, al primer trimestre de 2023 han sido reportadas como desaparecidas o no localizadas 41 mil 469 personas.
En mayo de 2022, el Comité contra la Desaparición Forzada y el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU consideró que las “más de 100 mil personas desaparecidas registradas oficialmente en México es una tragedia desgarradora. La cifra habla por sí sola y es una advertencia inequívoca”.
Algunas de las historias de estas desapariciones, que continúan ocurriendo a diario, son narradas por Noé Zavaleta desde la indignación, rabia, solidaridad y esperanza que tienen las madres y familiares que han formado colectivos para hacer lo que hasta el momento ninguna autoridad ha logrado: dar con el paradero de sus seres queridos.
“Las madres no van a descansar hasta que no sepan qué pasó con su hijo o hija, si habrá sido privado de la vida o no, porque hay casos donde se presumen indicios de que pudieran ser víctimas de trata o que pudieran ser la mano de obra o el capital humano del crimen.
“Las buscadoras es un tributo y homenaje a estas señoras que dejaron sus labores en el hogar, sus trabajos y profesiones y que les tocó esta ola de violencia que les desapareció a sus hijas e hijos y que ahora están abocadas día y noche a buscarlos”, refiere Zavaleta en entrevista, a propósito de su reciente libro.
Basado en testimonios de madres buscadoras, el periodista considera que previo a la elección presidencial de 2018 hubo una “luna de miel” entre varios colectivos del país con el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador y “ahí están las pruebas, en los mítines siempre estaban en primera fila los colectivos de desaparecidos; de Michoacán, Jalisco, Sinaloa y Veracruz”.
Sin embargo, en el primer año del actual Gobierno, los colectivos dieron voto total de confianza hacia López Obrador y las entidades que son administradas por Morena. Llegó el segundo y el tercero año al frente del Ejecutivo y ven que no hay búsquedas, no hay exhumación de cuerpos, que las Fiscalías no dejan de notificar que encuentran más fosas clandestinas en Ixtaczoquitlán en Veracruz y en la zona metropolitana en Guanajuato.
“La luna de miel se rompió, con las madres que he platicado de distintos colectivos, hay un tema de desencanto y decepción de la actual administración, porque fueron engañadas; se lucra políticamente con ellas y no solo se les hicieron promesas, sino que también se les pedía el voto; fueron una especie de carne de cañón.
“Tú le puedes preguntar a cualquier colectivo de Sinaloa, Jalisco, Veracruz, Michoacán y lo que ellas te van a decir es que a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) se le recortó casi la mitad del presupuesto para llevárselo a los programas sociales”, remarcó Zavaleta.
Pero el desdén presidencial tuvo un momento de clímax el 15 de junio de 2020, cuando tras culminar un mitin en Veracruz, la señora Graciela Hernández le reclamó al mandatario su falta de atención para la búsqueda de su hija Giraldi: mujeres integrantes del colectivo Familias Enlaces Xalapa rodearon la camioneta en la que se retiraba del acto multitudinario para reprocharle que no las escuchara.
“¡A la mamá del Chapo sí, a nosotras no!”, fue el reclamo al unísono con el que las madres buscadoras despidieron el paso del convoy presidencial, y que forma parte de los testimonios del libro de Zavaleta.
Como periodista, Noé Zavaleta ha sido testigo a lo largo de 12 años de la forma en cómo la desaparición de personas dejó de ser un delito que presuntamente sólo sucedía entre quienes estaban vinculadas a actividades criminales y se convirtió en un fenómeno generalizado en todo el país con miles de víctimas colaterales.
Primero, recordó el periodista, se trató de un fenómeno violento que no era cubierto por la prensa, en algunos casos por temor o por el prejuicio de vincular a un desaparecido en actividades criminales:
“Se hablaba de la violencia de los cárteles de los Arellano Félix, Sinaloa, La Familia Michoacana, Los Zetas, pero no nos caía el veinte de que había civiles, jóvenes o jovencitas que eran tragados en estos agujeros negros que creaba el crimen organizado”.
Un segundo estado, advierte Zavaleta, se registró con la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, crimen que fue un parteaguas para los familiares de los desaparecidos, porque el tema comenzó a tomar relevancia entre la opinión pública, y aunque la cobertura mediática se centró en Guerrero y Veracruz, se descubrió el narcocementerio de Colinas de Santa, donde hasta la fecha han sido exhumados 299 cráneos y miles de fragmentos óseos, a los cuales se fueron sumando fosas clandestinas en Jalisco y Michoacán.
Noé Zavaleta identifica como un tercer vaivén cuando se comenzaron a normalizar las desapariciones y las cifras nacionales referían que hasta el año pasado, a 117 mil personas se les considera como ausentes.
“Tenemos una evasión de la realidad de lo que está pasando como sociedad. Tengo que hacer una autocrítica como ciudadano, hace 10 años no conocía a nadie que tuviera una desaparecido en mi colonia, nadie de quienes fueron mis compañeros en la secundaria o preparatoria habían desaparecido o de mi círculo cercano de periodistas nadie había sido víctima de la violencia.
“Hoy tengo un colega desaparecido, dos compañeros de secundaria que fueron asesinados por el crimen organizado en un velorio; tengo amigos de la universidad que me piden apoyo porque les desaparecieron a su hermano”, recalca al reconocer que Las buscadoras es un libro doloroso, pero necesario.