El INE y la complicidad
El día amaneció espléndido, la primavera se iba a estrenar con máximo lujo, por esta esquina de Asturias, gratísimas sensaciones, después de una prolongada época desapacible, fría, vientos y nieves, luces y sombras, como el circo político nacional…
La idea era rastrear una zona de montaña, prácticamente desconocida para mí. Subir a Los Corros, dejando el coche en el alto de L a Tornería, unos 15 kms al sur de Llanes, mirando a la sierra del Cuera y como fondo Picos de Europa.
Subí en mi viejo Ford hasta el alto, bastantes rampas, carretera estrecha, crecientes abismos a la derecha de la marcha, terraplenes muy pendientes a la izquierda, curvas continuas…
Mochila, silla plegable y bastón de esquiador; inicio desde La Tornería caminata hacia Los Corros, pista forestal empinada, pero asumible, el sol empieza, cierta timidez, a calentar, la marcha es razonablemente ágil, me encuentro en buena forma…
Al llegar arriba comienza la aventurilla. Debo tomar un sendero muy embarrado por las lluvias, voy caminando hacia el oeste; tramos con mucha maleza, pinchos abundantes que cierran los espacios, hay que saltar entre piedras secas hasta otras similares, camino sinuoso, relativamente plano…
Paso por una cabaña abandonada que ya conocía; a partir de aquí no se en realidad, cuales son los objetivos. Sigo la senda y ya veremos, tramos difíciles, cerrados, empantanados y luego, ¿y luego?…
Un alto en la marcha, estoy planeando mi estrategia, oigo a mis espaldas un jadeo característico, me suena familiar…, un perro, pelaje dorado, tamaño mediano, me está siguiendo, se acerca, timidez, talante amistoso…
Se pone al frente de la marcha, le sigo…, tramos complicados para superar, el perro marcha raudo, de pronto reaparece en un recodo, quiere esperarme. Me siento bien
Llegamos, después de innumerables giros, precauciones abundantes, franjas muy embarradas, otras invadidas por vegetación…, al fin veo que hay un montículo al fondo, a mi derecha, el trazado del camino es ahora de subida, pendiente leve pero continúa, parece que estamos en el fin de las rutas del mundo civilizado.
Subo a una pequeña cumbre cercana, llego a ella con facilidad, vista formidable, al sur la imponente mole de Peña Blanca cubierta de nieves, donde hice cumbre en una ocasión, clima favorable; allá a lo lejos, mirando al norte, asomando en una esquina, entre montes, se vislumbra el mar Cantábrico, una pequeña mancha de azul profundo, matizado con algunas brumas y rodeado de horizontes multicolores…
Girando en redondo veo que hay un pico hacia el sureste, el lugar mas alto de todo el entorno; no demasiado lejos, me parece, accesible; me pongo, nos ponemos en marcha, vamos subiendo, el móvil me avisa que la batería esta terminada, lo apago. Me siento particularmente aislado, pero tengo mi perrito, subida bastante empinada pero posible, zig-zag y ganas altura con facilidad, el perro va marcando el camino, un rato más de esfuerzos controlados y estoy en la cumbre.
Placer inmenso, vistas grandiosas, saco fotos, me siento en la silla, mas que nada para justificar su acarreo, disfruto el momento, plenitud…, leo cosas, apunto pistas, intuiciones…el perrito descansa plácido a mi lado. Pierdo la noción del tiempo, un peligro en estas ocasiones.
Cuando estás en la cima, la que sea, se generan energías de liberación formidables y penetran, a mismo tiempo, entremezcladas, sensaciones de grandiosidad espontánea y humildad ante los fantásticos marcos, todo compatible, armonía perfecta…, aquí se pueden intuir todos los esquemas imaginables, la figura de Dios emerge con naturalidad y potencia infinita…, mi perrito también está en este balcón maravilloso, como una figura imprescindible, descansa por las cercanías, husmeando todos los vegetales a su alcance…
La bajada es fácil, mi compañero va delante, me encuentro fuerte, muchas cuestiones vagan por mi subconsciente, pero debo concentrarme, el exceso de confianza no está justificado, el perrito sigue bajando hasta la falda del monte, me espera sorbiendo agua de un charco de dudosa pureza…
Bueno, hay que retornar. Intento acercarme a unas praderías, corren aparentemente paralelas a la senda recorrida, embarrada, invadida, difícil…, ventaja aparente, una especie de atajo logístico…, el problema está en un muro de piedras sueltas y unos alambres con pinchos que cubren la longitud del cercado.
Dejo mochila, silla plegable y bastón al otro lado de los pinchos metálicos; inicio una maniobra para superar el muro alambrado, de pronto las piedras se mueven, supero el derrumbe agarrado a una rama que, providencialmente, aparece…, o la he buscado desesperadamente, con mucho cuidado logro pasar al otro lado, soporte de piedras, absolutamente inestable, aguanta mis rapidísimas pisadas y al fin…, salto.
Estoy en una pradería ondulada muy larga, con otros muros allá lejos, transversales, veremos…; recojo mochila, silla y bastón, llamo a mi providencial guía, ha desaparecido, camino esperando reencontrarle en cualquier momento. Nada.
Voy por un tramo largo, cómodo, inclinaciones, ondulaciones irregulares, hasta el siguiente muro, misma maniobra, idénticas precauciones, parecidas piedras apiladas sin apenas cohesión, poco confiables, similares alambres con pinchos…
Altibajos y algunos recorridos entre tierra encharcada, pero fácilmente superable, al fin llego al principio de este recorrido trasversal, hay una puerta rústica cerrada con cuerdas, la franqueo con facilidad, dejando la seguridad del recinto tal como la encontré…, ¡¡ estoy en la pista forestal !!
Grito al perro, silencio…, me parece un milagro este acompañamiento mágico que acabo de disfrutar, jamás lo olvidaré…
El retorno por la pista es muy fácil, tengo un hambre feroz, aparece un jeep, pregunto al campesino que le conduce, los nombres que acabo de recorrer; he estado, la cumbre más alta de la zona, en el llamado Cueto de Castro. No aparece en las guías mundiales, especialistas en senderos importantes, rincón desconocido, probable anonimato los próximos 5.000 años…
Un lugar, con su travesía de aproximación, incomparable para mi, imposible olvidarlo…, algún día volveré, mi perro estará por los caminos, lo amaré siempre…
QMX/cgr