Doble rasero del populismo: Trump, AMLO y la manipulación de los nombres
Es como una aparición, esbelta, prácticamente inaccesible la torre que corona Peñamellera, paredes verticales, imperceptibles resquicios…, algo así como un cuchillo irregular, clavado en el terreno, con el filo al viento, por donde discurre, aparentemente, el único camino posible hasta la cumbre…
Siempre me resultó fascinante esta locura montañera. Hace 5 años, por estas fechas, día espléndido, me aventuré a intentar subirlo, todas las precauciones imaginables…
Con el tiempo quedan grabadas, indeleblemente, algunas sensaciones…, como ¡¡¡respirar cumbre!!!, las penalidades para conseguir pisarla, permanecen cuidadosamente difuminadas en algún lugar del subconsciente…
5 años pasados; escribí en su momento estas vivencias…de repente, perfectamente accesible, apareció un poco más arriba una bandera. Me sentí inmensamente fuerte, atravesé el terreno hasta el punto final con precaución, de pronto apareció una cruz con el registro Pico de Peñamellera, la bandera, de Asturias estaba unida a la cruz y todo ello incrustado en un pequeño bloque de hormigón
Una maravilla de paisajes, amplitudes, vida palpitante, serena, profunda se podía disfrutar en toda la pequeña meseta de la cumbre. Me sentía extraordinariamente bien, conforme con mis peregrinajes, a veces tortuosos, no paraba de mirar a todos lados; clavé mi bastón cerca de la cruz saboreando instantes de eternidad, el tiempo aquí tiene otras dimensiones y los ecos interiores abren misterios intuyendo las búsquedas más profundas del ser humano…
Esto fue hace 5 años
Hoy tengo que contarte otra historia; esta vez, marzo 2.013, el día era gris plomizo, malos presagios…, dejo el coche arriba de Bores, después de recorrer un tramo carretero horrible, baches profundos, interminables, matemáticamente intercalados, curvas cerradísimas, tierra, cemento…, una enorme ventaja, sin tráfico.
¡¡A caminar!!, un prado muy pendiente para empezar, señales escasas, poco claras, hasta pasar un pequeño bosque y al final comenzar la travesía de un pedregal ascendente, eslabones de diversos tamaños, innumerables, sueltos, propicios a deslizarse pendiente abajo, con los que tratan de pisarlos para ganar, inocentemente metros de subida…
Las flechas para avanzar, montones de piedras indicadoras, no siempre aparecen…, al fin, ganando altura, siempre pendiente de las piedras que pueden caer de arriba, una de ellas, como un proyectil terrible, pasó a un par de metros de mi cabeza, que había previsto el peligro, reflejo rápido, aviso divino…
Al fin llego a un vértice del camino, cortado vertical hacia el norte, desnivel escalofriante, no existe otro adjetivo…, giro a la izquierda, hacia la cumbre, estoy en el filo del cuchillo, tremendos desniveles a ambos lados de la marcha, a partir de aquí, la conquista hay que hacerla, en parte, trepando peñas, buscando buenos agarres para manos y pies…
Tranquilo voy ganando altura, hay un paso impresionante, estrecho; camino al borde de un cortado, un árbol nacido milagrosamente en un hueco de la vertical tremenda, ofrece una misteriosa, amistosa seguridad para superar este corto tramo que requiere mente tranquila y concentrada…, otro milagro que se logra alcanzar con naturalidad…, el camino sigue, sin rastros claros pero, después de breves, intensos rastreos, acaban apareciendo…
Ganando altura, el tiempo está cambiando, apenas me he dado cuenta, mi concentración en la subida era completa, metros de avance y centímetros de conquistas verticales, es lo que ocupa toda mi atención en esos momentos…
Queda muy poco para coronar Peñamellera, el panorama, desde el breve rellano que he encontrado para descansar unos momentos, es fantástico; hacia el este, cálculos aprox, queda una cumbre menor, rara sensación mirarla desde bastante mas arriba, allá, a lo lejos, valle, praderías…, se respira fuerza, vida. Saco foto de esta peña para recordar momento, lugar y, sobre todo, compartir contigo, lector amigo, compañero.
De pronto vuelvo la mirada al norte, una masa compacta de nubes está ahí enfrente, enredada en la pequeña cordillera que cierra la vista para el Cantábrico; observo, curiosidad, cierto temor y por un instante, algo de pánico, debo confesarlo, que este conglomerado se está moviéndose, se va acercando a mi pico, que tengo casi reconquistado, velocidad endiablada…, casi se puede medir.
Estoy muy cerca del techo, cálculo que en diez minutos podría pisar la cima, sin embargo no lo dudo apenas, una centésima de segundo pasa por mi mente una bajada dificilísima, con tiempo desfavorable, cerrado, podría ser terrible, incluso fatal…
Inicio en ese mismo instante la retirada. Desciendo con cierta facilidad, máxima concentración; voy descolgándome por las peñas, buscando siempre apoyos seguros…, paso por zonas peligrosas, me encuentro sereno, fuerte, llego al vértice, donde inicié el asalto final y prosigo la bajada sin parar; las nubes – nieblas están acercándose y aún me queda el inestable pedrero por franquear…
Bajo con bastante facilidad, siguiendo rastros, no siempre claros, rectificando continuamente trazados…, llego al bosquecillo y de allí a la pradera inclinada; un juego de niños…, grito, como siempre – energías de liberación – cuando avisto mi coche abajo.
Emprendo la retirada carretera, en una de las infinitas curvas del camino, me detengo, observo el Peñamellera, foto, ahora gris, nubes, lluvia, niebla…, su recio perfil, siempre esperando.
Cuando renuncias a pisar una cumbre, lo ha aprendido bien, ante circunstancias naturales complicadas, asumiendo la situación y evitando peligros graves, a pesar de los esfuerzos desplegados, aparentemente baldíos, a tus espaldas…, representa este retorno, esta renuncia, probablemente, la conquista definitiva…
Aqui te van dos fotos que complementan el reportaje, supongo las identificarás perfectamente…
QMX/cgr