Teléfono rojo
De vez en vez es un ejercicio saludable recorrer los fundamentos de todo, a partir de ahí dejar volar la imaginación y establecer lazos medianamente racionales, sobre otros mundos posibles, probables, inconcebibles desde nuestro espacio, en el que estamos atrapados, pero vagamente imaginables a través de mecanismos claves que disponemos, las intuiciones, surgidas desde nuestros terrenos más profundos y traducidas en las superficies del océano…
Todo el aparato que nos rodea y en el que estamos integrados, supone formas de materia-energía. Los científicos, en un gigantesco esfuerzo combinado, coordinado, han llegado a conclusiones, fuertemente fundadas. Solo existen, en nuestro Universo investigable, 2 clases de materia elemental, a partir de la cual se construye todo; los Leptones y los Quarks. Estos últimos conforman las subpartículas confinadas en los núcleos de los átomos; los Leptones son elementos que merodean en torno a aquellos, el más popular es el electrón, pero hay dos generaciones más, el muón y el tau.
Todas y cada una de estas partículas, tienen cargas eléctricas, positivas, negativas o neutras, como resultado, estas últimas, de un balance eléctrico equilibrado entre subpartículas componentes. Pues bien, existen estas mismas figuras, todas ellas aparentemente idénticas, pero con cargas eléctricas opuestas, es lo que llamamos antimateria, mal adjetivo pues son tan materia, tan “legítima”, como sus opuestas eléctricamente. El hecho es que el acercamiento de materia y antimateria genera choques brutales, aniquilamiento físico y liberación gigantesca de energía…
Pues bien, en este panorama de materiales, ladrillos elementales de la realidad palpable para nosotros, rigen solo 4 fuerzas, para mantener el tinglado, tal como lo conocemos; parece un esquema sencillo, pocas partículas, dos bloques, de partida, pocas fuerzas disponibles, cuatro, pero con estos ingredientes se pueden armar una fantástica enormidad de combinaciones posibles…
Las cuatro fuerzas señaladas son: la gravedad, la más popular de todas. En realidad es extremadamente débil, descubierta por el británico Newton, finales siglo XVII, requiere grandes cantidades de materia para ejercer acciones de cierta magnitud. Otra fuerza es el electromagnetismo, ámbito de las cargas y corrientes eléctricas y magnéticas, interconectadas, punto de arranque destacado, en los grandes avances tecnológicos de la humanidad que nos rodean.
Luego tenemos la fuerza nuclear fuerte, que es la responsable de mantener núcleos del material existente unidos, haciendo posibles formas de la realidad, tal como las percibimos. Finalmente está la fuerza nuclear débil, que va profundamente ligada a la desintegración radioactiva, entroncada de alguna manera con líneas de evolución material, producen un cierto, misterioso, equilibrio en los trasfondos de las materias, intensidad y configuración variables…
No has más. Por lo menos es lo que se percibe desde nuestras más modernas atalayas…
Pensar en la realidad que nos rodea, meditando, aplicando nuestra atención a los componentes que existen, aparecen, están ahí, todos y cada uno de ellos, inmensa multitud, pequeño escenario de partida, con parámetros de fuerzas que los mantienen ensamblados en los escenarios…, es un ejercicio intelectual, saludable, puede, debe, ser íntimo, enriquecedor…
A veces, sumergidos como estamos en las pequeñeces perversas de nuestra cotidianidad, esta aventura pensante resulta absolutamente refrescante, yo diría imprescindible…
Miles de resonancias pueden surgir de estos pensamientos, otras perspectivas pueden abrirse…, la basura es incompatible con estas chispas. Mañana, luego, volveremos a las rutinas, pero siempre quedarán los trasfondos…, donde Dios adquiere la posible dimensión – si es que existe, respeto amplio a todas las hipótesis – que debe tener, muy lejos de nuestras antenas, cerca del rincón mas profundo que poseemos, si es que también existe.
Te brindo estas pistas, para una escapada, posiblemente fascinante, feliz viaje…
QMX/cgr