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CIUDAD DE MÉXICO, 17 de junio de 2021.- El chocar de las baquetas de Alfonso André detonó la entrada a la noche de Caifanes con Los Dioses Ocultos, a quienes el público fue encontrando con las notas que dejaba Saúl Hernández con su voz.
“Muchas gracias. Un placer estar contigo, ya te extrañábamos raza y aunque las condiciones son diferentes, no importa, porque tu esencia no cambia”, dio la bienvenida Saúl a los estacionados en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez y detrás de una computadora, vía streaming, para pintar la noche con Nubes.
Sin dar respiro y aprovechando que la lluvia no caía, la agrupación dio aliento de esperanza ante la pandemia con No Dejes Que… “nos coma el diablo, amor, que se trague tu calor”.
Frente a los bólidos, Caifanes aceleró potente en la noche fresca de la Ciudad de México con Amanece, porque “nunca nadie nos podrá parar, sólo muertos nos podrán callar”, cuando la descarga empezaba a ser emotiva.
“Es una canción que se escribió pensando en nuestras deidades, como es el jaguar”, rugió la voz de la manada para hacer eco con Dime Jaguar, original de Jaguares, su proyecto alterno, del cual también, en este inicio de concierto, contó Fin.
La noche, iluminada por los músicos en la tarima y sin Sabo Romo (distanciado del grupo), siguió viviendo a todo lo que daba con Hasta Morir, mientras el vocal se dio un respiro o impulso, ofreciendo el micrófono al público, que lo aceptó al unísono, coreando el tema.
Y para seguir viviendo, qué mejor que Mátenme porque me Muero, para sentirse un poquito vivo y sentir la nostalgia del rock mexicano en su máxima expresión, con uno de sus grandes clásicos.
Ya con cerca de 40 minutos de descarga, Caifanes tropezó con Piedra, para volar hasta perderse con sus notas y siguió, marcando con Miércoles de Ceniza, en este concierto grabado y estrenado este jueves vía streaming.
Aunque en lugar de irse triste la vida, siguió yéndose feliz con Aviéntame y luego el grupo entró en Afuera, donde también estaban los presentes, de su vehículo, saltando e impulsando con los brazos.
Con las primera notas al teclado, Diego Herrara detonó La Célula que Explota, porque “hay veces que no tengo ganas de verte, hay veces que no tengo ganas de verte, hay veces que no quiero ni tocarte, hay veces que quisiera ahogarte en un grito y olvidarme de esa imagen tuya, pero no me atrevo” y conforme avanzó fue más emotiva, “no la paras” y terminó en medio de aplausos y sonidos de claxon.
Por si faltaba moverse, iluminó La Negra Tomasa, sin olvidar su sabor, que provocó que algunas parejas tomarán, con sus mejores pasos, la pista de baile del estacionamiento de este autoconcierto en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez.
Y sin dar tiempo a “otra, otra” y entre las notas de Imagine de John Lennon, Caifanes silenció su noche eterna y dejó eufórico a su público, que se le entregó por cerca de una hora y 15 minutos.