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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de abril de 2017.- Después de pasar la noche en la cárcel, Jesús de Nazaret fue llevado a través de las calles de Iztapalapa ante el gobernador romano Poncio Pilatos para ser juzgado.
Su delito: decir que es el Hijo de Dios “Justicia, justicia, la Cruz para el nazareno”, gritan los sacerdotes de Sanedrín, quienes hacen escarnio del origen humilde de Jesús, hijo de José, un carpintero.
Poncio Pilatos complació a los sacerdotes, fariseos y escribas de Sanedrín en su petición de mandar a la cruz a Jesús de Nazaret. Sin encontrar delito que perseguir, y luego de enviarlo con el rey de Judea Herodes, que se mofó del carpintero y le pidió un milagro, Pilatos tuvo de regreso a Jesús y ordenó darle unos azotes.
Lo anterior forma parte de la representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa, llevada a cabo este viernes santo en la explanada delegacional.
Jesús fue crucificado ante la presencia de un millón y medio de personas que se dieron cita en este en Iztapalapa. Eder Omar Arreola Ortega- quien representó al Jesús de Nazaret en la 174 escenificación — usó una corona de espinas en su cabeza, fue golpeado en repetidas ocasiones por los solados romanos quienes lo custodiaron hasta la parte alta de este lugar.
Antes de perder la vida, Jesús de Nazaret dijo desde la cruz: “Padre mío en tus manos encomiendo mi espíritu”; al tiempo de ser acompañado en el mismo destino de Dimas y Gestas.