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GUADALAJARA, 5 de enero (Quadratín México).- Carencias afectivas y trastornos de ansiedad se esconden detrás de quienes comen compulsivamente, advirtió la psiquiatra del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Liduvina González Herrera.
Indicó que aunque las historias de vida son diferentes en cada paciente, el común denominador es utilizar la comida para conseguir sensación de saciedad y bienestar como en cualquier otra adicción que tenga el ser humano.
La especialista detalló que la zona cerebral relacionada con la sensación de placer y recompensa se ubica en el hipotálamo, la persona al sentirse saciada o satisfecha aumenta la producción de endorfinas y dopamina en el cerebro, sustancias asociadas a estados de bienestar y felicidad.
Estas sustancias a su vez, dijo la experta, disminuyen la ansiedad, por lo tanto quienes comen de manera compulsiva aún sin apetito, buscan conseguir este efecto tranquilizante.
Añadió que la segregación y liberación de endorfinas tiene el mismo efecto producido por las drogas en una persona adicta y afirmó que los comedores compulsivos suelen tener una personalidad afectivamente dependiente por lo que buscan compensar carencias a través de los alimentos.
“Generalmente en su adicción a la comida, predomina la obsesión por alimentos dulces y por los carbohidratos”, enfatizó.
González Herrera señaló que de acuerdo a la experiencia profesional quienes suelen refugiarse principalmente en la comida son las mujeres con una incidencia de cinco casos por cada varón.
La experta aseguró que difícilmente una persona con desórdenes alimenticios tiene conciencia de su enfermedad y cuando acude a recibir atención médica lo hace por diversos daños a la salud ocasionados por el sobrepeso y obesidad que ganaron al abusar de la comida.
“Frecuentemente los comedores compulsivos padecen de diabetes, hipertensión, lesiones de columna, entre otras complicaciones derivadas del exceso de peso corporal, sin embargo es imprescindible que reciban atención psicológica o psiquiátrica”, destacó.
Agregó que la terapia puede incluir no sólo el suministro de fármacos como antidepresivos y ansiolíticos sino también fomentar hábitos saludables y actividades placenteras como la práctica del ejercicio físico o algún pasatiempo que resulte del agrado del paciente.
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