Abanico
El pasado 1 de mayo también se celebró el Día internacional de los Trabajadores en Estados Unidos, con marchas en Chicago y otra ciudades importantes, claro, de manera no oficial. Para eso se cuenta con el Labor Day cada primer lunes de septiembre.
Sin embargo, las exigencias de las marchas de este 1 de mayo difirieron mucho de las exigencias del suceso drástico del 11 de noviembre de 1887, que dio pié a que la mayoría de los países reconocieran el 1 de mayo como la fecha conmemorativa de los trabajadores. Fecha que había sido escogida en 1886 por la American Federation of Labor como el inicio de las 8 horas laborales por día, puesto que entonces se podía obligar a una persona a trabajar hasta 18 horas o más.
En cambio, en Chicago, la marcha durante del primero de mayo consistió en exigir una reforma inmigratoria. Los derechos laborales, las horas y los salarios quedaron de lado. Muy lejano a lo que escribiera José Martí en su nota periodística de aquel 1887 que decía: “… los cuerpos cuelgan y se balancean en una danza espantable…” refiriéndose a la muerte de los cuatro activistas sindicalistas durante su horca, que posteriormente serian conocidos como los Mártires de Chicago.
August Spies, uno de los mártires, periodista, inmigrante alemán y anarquista. Momentos antes de morir en esa danza detestable, debido a fractura de cuello y falta de respiración al caer al vacío con una soga en el cuello, alcanzó a gritar: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”. Palabras proféticas.
Durante esos años el activismo sindical había subido de tono, y el 4 de mayo de 1886 llegaba a su punto culminante con la Revuelta de Haymarket, cuando la policía atacó a la multitud de obreros huelguistas que se enfrentaba a los trabajadores que no se habían sumado a una huelga. Con ello se establecía un precedente de los derechos laborales en EU para el resto de la historia encabezados en su mayoría por inmigrantes, que motiva a los activistas inmigrantes actuales a evocar y convocar.
Hoy día las manifestaciones sindicales en Chicago cuentan con el permiso de la ciudad (gobierno), mientras que la policía los custodia hasta llegar al centro de la ciudad. Solo que las consignas en esta ocasión no fueron para un aumento salarial o menos horas de trabajo.
Parecerá contradictorio, pero hoy gran parte de los trabajadores inmigrantes necesita más horas de trabajo, ya que muchos solo tienen “part time”, en su mayoría de compañías mañosas, o les pagan menos del mínimo, lo que amerita un replanteamiento de las demandas sindicales. No basta el romanticismo de ocupar calles y exhibir pancartas.
Quienes gozan de un trabajo estable y remunerado pero que son indocumentados, en cualquier momento podrían tener la soga al cuello si les cae la migra, para después exhibir la danza detestable de la separación familiar, y pasar a ser los nuevos mártires del futuro.
A diferencia de hace 126 años, los sindicatos y activistas cuentan con poder político, y lo deben de medir en logros legislativos para poder decir: “la voz que vais a escuchar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudieras callar ahora”, para no vivir ahorcados, deportados y mal pagados.
QMX/rf