Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Este espacio estaba reservado para comentar el resultado a las exigencias para la reforma inmigratoria, tras la vista de Barack Obama a Chicago la semana pasada, donde los activistas endurecieron su postura a pesar de que disminuyeron en número. En todo caso se sigue igual si no es que peor. No hay reforma y las deportaciones no paran.
Lo que sí jala gente es el futbol o balompié mexicano, también llamado de manera cursi: soccer. Deporte de exaltaciones y desaires que exhibe oportunidades y carencias. Mientras hay equipos europeos a los que se admira, hay algunos locales a los que se menosprecia.
Los mexicanos pueden estar al día de las ligas europeas de futbol, de sus equipos y jugadores en particular del Manchester United o Barcelona, mientras que a los modestos nacionales como el San Luis, Chiapas, Querétaro, Veracruz, sus plazas o franquicias se venden al mejor postor para que los equipos “grandes” tengan con quién jugar.
El futbol mexicano, el competitivo, bien pagado (para algunos) donde abiertamente se apoya a los clubes consentidos, no cuenta aún con el glamur donde juegan mexicanos en el extranjero. Equipos que por su fama mundial promueven a sus países y ciudades, que de otra manera el futbolista llanero quizá no sabría donde queda Barcelona, Madrid o Manchester United.
Llamarlo “soquer” para diferenciarlo innecesariamente del futbol americano, obedece más a quererle dar relevancia. Pero la promoción a unos cuantos clubes como los que protagonizaron la final de la Liga MX: América y Cruz Azul, siguen padeciendo de técnica aún y con toda su emoción y entrega. Como quedó demostrado con la selección mexicana con su empate a dos goles contra la selección B de Nigeria. Lleno de imprecisiones y pocos aciertos.
Si clasificamos en México a los equipos “chicos”, directivas, aficionados y medios de comunicación de sus propias localidades estarían en tercera división. Pero no hay mejor futbol que el que se juega. Y en México aunque se juegue con pasión ese deporte se pierde en apreciaciones. Que no es más que falta de valoración a lo propio.
Cualquier deporte debe de recibir todo el apoyo: de autoridades deportivas, gobierno y medios de comunicación, porque además de estimular el deporte se promueve el lugar de donde se transmiten las competencias. No es solamente ponerse en el mapa, es la oportunidad de exhibir el carácter, capacidad organizativa, actitud, determinación y orgullo de lo que se tiene y se puede hacer.
Chicago es una muestra de ello. Por ejemplo, el equipo de beisbol Chicago Cubs, que tiene uno de los estadios más antiguos, carcomidos y con baños hediondos; que para satisfacer la demanda de asistencia, a las azoteas de los edificios aledaños al estadio las han adaptados para tribunas. Aunque por el rendimiento del equipo bien podría estar en las ligas menores.
Aun así su afición es incondicional, la preventa de temporada se agota con anticipación. Y se habla de construirles un nuevo estadio en un suburbio que refleje el espíritu de la ciudad, lo que causó un gran revuelo. Los medios cubren ampliamente sus actividades de donde surgen los héroes deportivos, además de estimular la industria del deporte. por lo tanto al turismo.
Por eso todo mundo conoce a los Toros de Chicago con Michael Jordan quien popularizó al básquetbol. A los Osos con Walter Payton y Mike Ditka, por cierto, equipo que no acaba de dar el estirón desde 1985, mas sin embargo su estadio Soldier Field, es abarrotado cada año por sus seguidores a pesar del frio inclemente.
En comparación al club San Luis que fue vendido sin contemplaciones. Ni contaron con el apoyo de sus aficionados. Eso sí, tienen muy claro que el Manchester United no es una ciudad, que son los Red Devils de Manchester, England, en la Premier Laegue del United Kingdom y que su estadio es el Old Trafford.
Cuando se transmitían los juegos del San Luis, se tenía la oportunidad de promover su ciudad sede. Que de otra manera nadie sabría dónde está, incluidos muchos mexicanos. Desafortunadamente cuando se le ubicó mejor fue por el asesinato de un agente federal estadounidense.
Admirar y anteponer lo ajeno antes que exaltar y proteger lo propio exhibe una falta de fe y respeto por sí mismo. Si no cambia eso siempre seremos segundones e imitadores, por lo tanto inferiores en la competencia y marginados por propios y extraños.
¿Será por eso que la imagen del mexicano a pesar de imponer su presencia en el mundo, se conforma con poco, que hasta se ve reflejado en una ley inmigratoria que no acaba por meter gol?
QMX/rf