Genio y figura/Francisco Buenrostro
Se dice que el estado de Illinois es santuario para inmigrantes. Sin embargo, antes de que inicie el debate de la reforma inmigratoria en el Senado de los Estados Unidos, la verdad sale a relucir. La política es hipócrita y convenenciera donde deseos de unos es decisión de otros.
El senador republicano Mark Kirk de Illinois, salió respaldando una enmienda casi insalvable para la reforma, siguiendo la línea de los también republicanos Charles Grassley y John Cornyn, que propusieron que la frontera sur quede casi 100% segura como condición, lo que fue rechazado.
El grupo en el Senado encargado de elaborar el borrador de iniciativa de ley para la reforma, está sujeto a someterla a cirugía con alrededor de cien enmiendas, bajo la responsabilidad del grupo bipartidista conocido como la pandilla de los ocho. Sin pasar por alto que en el Senado los demócratas son mayoría y en la Cámara de Representantes son los republicanos, donde también se trabaja en su propia propuesta que dará lugar a otros debates. Esperamos no salgan otros disparates.
Aspectos para considerar que Illinois no es en realidad un suntuario para inmigrantes que no sea la retórica política: los inmigrantes estábamos fingiendo no saberlo; que el cabildeo de los activistas no estaba del todo completo, que era más una actitud positiva que realista. Mientras que en política, el senador Kirk, considerado moderado y hasta liberal, ahora quiera jugar a descarrilar la reforma para hacer sentir el contrapeso político y sacar tajada.
Kirk quien el año pasado casi pierde la vida por un derrame cerebral parece haber revivido un año después sin perder la memoria, para posteriormente subir a duras penas las escalinatas del Capitolio por propio pie, para que sus colegas le aplaudieran su determinación. Aplausos que podrían cambiar en abucheos si de verdad condiciona la reforma con lo que acabaría por decepcionar a muchos, incluida la comunidad pro migrante de Illinois, que esperaba ver un cambio después del susto. Ya que en el 2010 también se había opuesto.
Kirk no está en el grupo de los ocho, pero si de verdad mantiene esa postura se estará portando como pandillero y estaría poniendo las “píldoras venenosas” en lugar de enmiendas viables, acusación que le hacen los demócratas, quienes también se las gastan tratando de imponer en esta reforma otras enmiendas como la inclusión de matrimonios del mismo sexo en la solicitud migratoria.
Entre asnos y paquidermos torpes está la suerte de los nuevos inmigrantes, que pueden hacer de un supuesto santuario un juego político donde los días cuentan para los deportados que ya pueden ser merecedores de una legalización o incluso de una amnistía.
Kirk no es la primera vez que cambia de opinión radicalmente, anteriormente se oponía a los matrimonios gay y acabó por aceptarlo, argumentando que “no hay por qué oponerse al matrimonio entre dos personas que se aman”, cuando en realidad lo que le importó fue el apoyo que le brinda la comunidad gay. Hipócrita. Incluso fue capaz de contradecir a su creencia religiosa cristiana protestante.
Si la movida de Kirk es lograr atención, que se defina pronto y que cambie otra vez de opinión si no quiere quedar mal parado y eso le pueda provocar otra embolia, cuando se dé cuenta que a la comunidad inmigrante la une el amor.
Por otra parte, como inmigrante también hay que reconocer que la oposición a la reforma obedece a una imagen lastimera y vergonzante al tener que cruzar la línea de manera humillante para poder sobrevivir. En busca de un santuario que existe hasta que tontos y torpes terminen con esa suerte. Para que después salgamos acusando a los demás de la separación familiar cuando nosotros mismos somos los primeros responsables al abandonar nuestros lugares de origen.
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