Libros de ayer y hoy
Es un gran paso que la agencia Prensa Asociada (AP), anunciara que se abstendrá de usar el término “ilegal” o “illegal alien”, cuando se refiera a quienes carecen de documentos legales para vivir en el extranjero.
Sin embargo, la efectividad de la iniciativa no solamente radica en que dejemos de usar el término “ilegal”. No obstante es un buen principio, tarde, pero mejor que nunca.
El calificativo en sí tiene una connotación despectiva que daña la dignidad del ser humano. Que conlleva un efecto sicológico negativo en la sociedad, primordialmente en la comunidad indocumentada y documentada.
Es sabido que llamar “ilegales” a las personas podría generar xenofobia. El verdadero efecto negativo radica en la baja estima que produce en los llamados ilegales. Empero, depende en gran medida de quienes aceptan el término como una condición natural.
El aceptar pertenecer a una “subclase social” o en desventaja, tiene secuelas en el desarrollo social y económico. Como sucedió durante la época colonial en América, con las castas cuando el imperio español determinó los derechos según la “pureza” de la raza. Lo que hoy día se manifiesta con las diferencias sociales.
Es decir, aceptar como una condición natural el pertenecer a una subclase social porque así lo determino una sociedad dominante, afectará negativamente la interrelación social en general.
El hecho de reconocer el error no basta, hay que quitar el término del vocabulario si se pretende resolver el problema antes de que se arraigue aún más y perdure por siglos.
Como sucedió en México y en el resto de Latinoamérica con el sistema de castas que ya no aplica, pero que sigue vigente en el subconsciente de la sociedad. Esta mezcla racial que surgió entre españoles e indígenas (mestizos), y españoles y negros (mulatos). A la que le siguieron otras que dieron lugar a clasificaciones despectivas como: zambo, castizo, coyote, chamizo, morisco, albino, salta pa’trás, coyote, chino, harnizo, chamizo, tente en el aire, no te entiendo, etcétera. Vedaban a casi todos los derechos de la época. Con el tiempo los calificativos quedaron en: prole, naco, teco, macuarro, najayote, indígena… Todo con la intención de identificar a los desfavorecidos por raza, nivel económico y social.
Por eso, en el caso de los sin papeles son señalados con el sobrenombre de “ilegales”, con el propósito de restregar la condición desfavorable. En la que contribuyen los medios de comunicación y representantes públicos al utilizar el señalamiento despectivo como algo natural. En otras palabras, hemos ignorando el efecto social que al fin de cuentas arrasa con todos por igual.
No hay ser humano ilegal, lo ilegal son las acciones como cruzarse la frontera, como se ha señalado anteriormente en este y otros espacios. Ni siquiera las cosas son ilegales. Explico, si una cosa como una maceta y su planta son hurtadas de su dueño original, y pasan a ser parte de la decoración de la casa del ladrón; la maceta y la planta así sea marihuana no son ilegales. Siguen siendo una maceta y una planta. Inclusive en el caso de la marihuana, la planta es planta. Su uso, si la ley así lo estipula. será la acción ilegal.
Las cosas no tienen complejos de inferioridad o superioridad, pero los seres humanos sí, y si por ignorancia, falta de voluntad o incapacidad para comprenderlo no se toman las medidas pertinentes, seguiremos dividiendo a las personas por su raza, por cruzas o castas, o por falta de papeles, de los grupos más privilegiados creando un sistema de estratos sociales para que unos se sientan arriba y otros abajo. Unos con papeles y otros sin papeles.
QMX/rf