Alfa omega del recuerdo
Primero la Declaración (independencia), luego el medio ambiente, le siguieron los gays y lesbianas, la economía, los inmigrantes y al último las armas de fuego, “God bless America”. En ese orden el pasado lunes 21 de enero, el día de Martin Luther King Jr., el reelecto presidente Barack Hussein Obama, juramentó por segunda ocasión como presidente de los Estados Unidos. Y lo hizo con un discurso bajo su concepto de nación liberal y progresista tomando el espíritu de los republicanos fundadores: “Life, Liberty, and the pursuit of Happiness”, vida, libertad y persecución de la felicidad.
La fiesta democrática inició días antes con música y baile que incluía artistas hispanos de primera línea, la que continuó el mismo lunes ya entrada la noche. Con derroche de talento hispano en la tierra de las oportunidades y la justicia.
La presencia de Iberoamericanos conocidos como hispanos o latinos en Estados Unidos ¡fue relevante como nunca antes, hemos ganado presencia en EU!, decían comentaristas de televisión en Univisión y Telemundo, en la ceremonia. Pero como se trataba de una celebración política, habría entonces también que poner en orden el discurso de la fiesta acorde a la interpretación política.
Si observamos el cómo y porqué de nuestra participación en tan relevante ceremonia, veremos que esta se inclinó más por las artes y la fe que en lo político: el bailecito, la cantadita, las bendiciones y hasta la recitadita no tiene nada que ver con lo equitativo en el repertorio político.
Lo rescatable de la celebración democrática fue la participación de la Juez de la Corte Suprema de la nación, la puertorriqueña Sonia Sotomayor, al tomar la juramentación al vicepresidente Joseph Robinette “Joe” Biden, Jr.
Una fiesta del pueblo para el pueblo. Pues sí, la pachanga con merengue, salsa y un poco de rock mexicano no eliminan la política pero la distrae. La inclusión política se demuestra con hechos, y la presencia hispana en los círculos políticos anda desentonada, desarticulada y desinspirada, y más en los “hispanos mexicanos”.
Veamos: EU de acuerdo al censo del 2010 tiene una población de 308,7 millones, de los cuales 50,5 millones son de origen hispano. Equivalente al 16.4% de la población. Tan solo de origen mexicano hay unos 36 millones, y representan el 63% de los hispanos. Pero en el Senado solo “tenemos” a tres hispanos (cubanos), el 3%. En la Cámara de Representantes (congresistas federales) hay solo 26 hispanos de un total de 435, el 6%.
No se trata de agarrarla contra el discurso de Obama, que es inspirador con aquello de “lo que nos une en esta nación no son los colores de nuestra tez… ni nuestras creencias de fe… ni nuestros apellidos… lo que nos hace americanos, es nuestra lealtad a una idea”.
El discurso de Obama fue anti racismo, anti prejuicios y pro oportunidades y hay que aplaudirle, hablar en contra de esto sería denostar. Pero la realidad es que para que haya justicia social tiene que haber justicia política; para que haya justicia política tiene que haber equidad en la representación. Y no la hay. Pero al usar el término hispano generalizar para cumplir con la cuota demográfica.
Pero Obama para reafirmar el legado de hace más de dos siglos y para actualizarla, incluye a los hispanos en la fiesta con bendiciones y juramentaciones, pero no es la cuota de pago que nos corresponde y menos para darse por bien servidos, solo por ganar “presencia”.
Cuando se le ha hecho la pregunta a Obama sobre una reforma migratoria o una moratoria a las deportaciones, su respuesta tiene un sesgo de subestimación a la inteligencia “hispana”, y como referencia toma a la idiosincrasia latinoamericana de la colonia y no a la estadounidense moderna a la que él se refiere. Ha dicho: “no soy rey ni dictador para dar órdenes sin tomar en cuenta al Congreso, no me mando solo”. Lo que quiere decir es que en nuestra cultura sí y eso no es democrático. En cambio, a su programa “obamacare” si la metió con calzador y se pasó por debajo a quienes se oponían.
De seguir su agenda presidencial en el orden de su discurso, le tocaría el turno a los gays y lesbianas antes que a los inmigrantes. Según él porque es muy importante abrirse a los cambios que exige la igualdad de derechos en la era del “pro-choice” sexual. Porque no atender sus deseos es no estar acorde al mensaje de Dios en que todos somos iguales, además de cumplir con los principios de la nación. Claro, esto no incluye a los que aún no nacen y que sus madres pueden decidir si se los lleva pifas. Anteponiendo el “pro-choice” del aborto.
Ahora esperemos que no se adelante la reforma del rifle a la migratoria. Todo esto obedece por no tener suficiente presencia en las esferas del poder político, para estar a tono y actualizar los designios divinos y patrióticos para que no nos dejen bailando.
Mientras tanto, como somos una comunidad políticamente inculta y democráticamente atrasada pero enamorada de las fiestas, pues las esperanzas descansan en el proyecto liberal y progresista de Obama, que ha sabido manejar la idea romántica del pasado, con un presente confuso, para un futuro incluyente.
Es probable que prometa una reforma migratoria “integral, comprensiva, justa, y échele todo lo que usted quiera, para todos” incluyendo a la abuelita que en este momento se está brincando el muro al enterarse que Obama, supuestamente va a dar un adelanto de la reforma antes de su discurso en el Congreso el 12 de febrero. Aunque la reforma probablemente se dé y sea limitada, será gracias a los republicanos que ya entendieron la mentalidad colonial para captar el voto hispano; con fiestecitas y así darles presencia, cantando, bailando, bendiciendo y recitando ¡“God bless America”!
Si después de todo esto no se logra nada, quiere decir que los “hispanos mexicanos” de plano no damos una.
QMX/rf