Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido/Felipe de J. Monroy
En México cuando alguien sale de su casa para hacer un encargo como un pago o traer algo para la despensa se dice: “fue a hacer un mandado”. Con esto se da por entendido que es un compromiso de poca importancia que no tomará mucho tiempo.
Si alguien hubiera ido a tocar el timbre de la Casa Blanca preguntado por el presidente Barack Obama durante los días que estuvo en México y Costa Rica, de seguro le hubieran dicho: “fue a hacer un mandado, no tarda”.
El jueves 2 de mayo fue el día en que Obama arribó a la ciudad de México bajo un dispositivo de seguridad impresionante, como la cobertura que le dieron los medios mexicanos. Un buen número de capitalinos miraba hacia el cielo esperando ver al Air Force One ¡el que sale por la tele ca…! Pues transportaba al mandatario del país más “importante” del mundo. Por lo tanto, habría que darle también toda la importancia del mundo.
Fue la noticia “number one” de las “top stories” en México (así en inglés, para estar al nivel). Así tenía que ser, pues había asuntos muy importantes por tratar, que estaban pendientes. Solo que en EU el viaje de Obama no aparecía ni entre los “top ten” de las noticias, salvo de relleno como nota, y no como análisis. Si la visita de Obama carece de interés por parte de los estadounidenses seria lo de menos, siempre y cuando se llegue a acuerdos que beneficien a los dos países.
Y es que durante esos días en EU lo que ocupaba el escenario noticioso eran los mocosos terroristas de Boston, el Plan B –la píldora del día siguiente–, el ataque a la embajada de EU en Bengasi, la polémica sobre las armas de fuego, la baja en el índice de desempleo, como el juicio que se le sigue a una mujer acusada de matar a su esposo.
Es común que las noticias que destaquen son las que más venden y no necesariamente las más importantes. Pero, ¿Obama fue a México y a Costa Rica para amarrar acuerdos serios económicos y estudiantiles, o solo para hacer política cosmética? Porque más allá del discurso público no se dijo nada que no se supiera, al menos que tras bambalinas hayan llegado a acuerdos serios. Como es la de solucionar el contrabando de armas a los criminales, envío y consumo de drogas, lavado de dinero e inmigración.
El beneficio que obtenga México con la visita de Obama se deberá de medir en los hechos, de lo contrario México hizo el papel de pueblerino, y para él, saludar a los vecinos y tomar “fresh air” fuera de casa.
Con su discurso emotivo en el Museo de Antropología e Historia a los estudiantes, habló de todo un poquito y nada a fondo. Sin compromisos espectaculares para aterrizarlos como el Air Force One a la vista de todos.
En EU, el tema de las armas se volvió para Obama en una ruleta rusa. Sobre las drogas no se comprometió para reducir su consumo, solo se limitó a señalarlo como una ‘mea culpa’; menos cómo evitar el lavado de dinero. A la reforma inmigratoria la mencionó como algo justo. Dijo que no se debe de separar a las familias. Al tiempo que los estudiantes presentes lo veían y aplaudían como a un líder icono.
Pero mientras Obama hablaba durante media hora que duró su discurso en el museo, se estaba deportando a 23 personas según las estadísticas (una por minuto), lo que indica que durante 2012 fueron sacadas de EU casi 410 mil personas; cuando él puede evitar muchas de esas deportaciones suspendiendo las redadas con una orden ejecutiva, en particular las que separan familias sin la oportunidad a una audiencia formal y comprensiva.
En su visita echó mano de nombres y de la historia de México pero se le olvidó decir ¡Viva el Cinco de Mayo!, digo, por aquello que los mexicanos detuvieron a los franceses en 1862 en Puebla hace 151 años. De no haberlos vencido el general Ignacio Zaragoza, EU hubiera estado metido en una gran bronca, ya que durante esos años estaban en su Guerra de Secesión y los arrinconados hubieran sido ellos. La victoria causó regocijo y alivio en EU, un evento de celebración, ahora comercial y de olvido sustancial.
Ahora con Obama de regreso a casa y después de haber ido al mandado, de tomar aire fresco y de cotorrear con los vecinos, tendrá que arremangarse la camisa y ponerse el mandil porque la casa está al revés y con los trastes bien sucios.
QMX/rf