Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
NETZAHUALCÓYOTL, Edomex., 11 de marzo, 2017.- Usted camina por las calles de la gran ciudad, arriba a barrios de añejo sabor y encuentra que aún persisten en ellos algunas edificaciones con muros de un material grato a la vista y al tacto por su textura; al olfato, por su aroma; al cuerpo todo por sus cualidades térmicas: conserva el calor en tiempo de frío y es fresco durante las temporadas de calor. Adivina, adivinador: claro que es el adobe.
El adobe –bloque amplio entre los habitantes de comunidades rurales y suburbanas– se elaboraba con tres materias primas: agua, paja y tierra. Ahora vuelve por pasadas glorias, luego de haber sido desdeñado como material de pobres (los ricos empleaban la piedra, la cantera, los cantos rodados) y es reconocido no sólo en México, sino en Europa a raíz de que el concepto de la casa habitación sana cobra actualidad ante los cambios climáticos que se han abatido sobre la tierra a raíz de la alteración del medio ambiente.
Combinado con la piedra o con la madera, nos dice un entusiasta promotor del uso del adobe –no solo en el ámbito rural, sino en las urbes– obtendremos en esta casa habitación sanas condiciones climatológicas adecuadas para el buen vivir, ya que los materiales naturales siempre brindarán elementos térmicos idóneos para el ser humano.
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