
Cierra Permanente con trifulca entre Alito y Fernández Noroña
En la disputa entre republicanos y demócratas la Ciudad de México aparece con imprevisible frecuencia como daño colateral, con una narrativa con intención de imponerse sobre la evidencia.
Mientras algunos discursos describen a la CDMX como una de las capitales peligrosas del mundo, las cifras muestran una trayectoria distinta, con reducciones sostenidas en homicidios y delitos de alto impacto.
La afirmación del jefe adjunto de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, de la capital nacional “dirigida por cárteles criminales” y “más peligrosa que Chicago, Baltimore, Bagdad o Etiopía” es un diagnóstico que distorsiona el debate sobre seguridad en la región.
En respuesta, la Presidenta Claudia Sheinbaum instruyó a la Cancillería y al Gabinete de Seguridad a enviar a Washington los datos oficiales y resaltó la estrategia de seguridad continuada y fortalecida por la Jefa de Gobierno Clara Brugada: reorganización de cuadrantes, despliegue de territorios de paz y expansión de la videovigilancia, de la cual el C5 sumará este año 30 mil 400 cámaras las 83 mil 414 actuales.
Los números marcan un contraste claro. Según el INEGI, los homicidios dolosos en la capital pasaron de mil 469 en 2018 a 978 en 2024: una reducción del 33 por ciento en seis años. En tasa por cada 100 mil habitantes, el indicador se ubicó en 10 en 2024. Chicago, por ejemplo, cerró 2024 con una tasa de 21.3, Baltimore alcanzó 35.4.
Para comprender los avances hay otros indicadores también en curva descendente. Los delitos de alto impacto bajaron 61 por ciento en 2025 respecto a 2019. Los reportes al C5 muestran reducciones en delitos cotidianos que golpeaban la percepción de inseguridad: el robo a taxista bajó 42.4 por ciento, el robo en taxi 37.9, el robo en Metrobús 33.3 y las lesiones por arma de fuego 32.7.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana reportó la detención de cinco mil 580 personas por delitos de alto impacto. De ellas, 568 fueron identificadas como integrantes de grupos ligados al narcotráfico, y se desarticularon 24 células criminales, decomisaron 400 kilos de marihuana y 21 de cocaína.
Estas cifras muestran una política activa contra las estructuras criminales, que opera tanto en calle como en inteligencia.
El debate no debe negar lo obvio, como tampoco desatender el reto: consolidar la baja, reducir brechas territoriales, elevar el porcentaje de casos esclarecidos y evitar la sustitución de delitos.