Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de agosto de 2018.- Por sus aportaciones a la música y a la cultura mexicana, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión aprobó un exhorto al Gobierno de la Ciudad de México para que, a través del Fideicomiso del Centro Histórico y a la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, se construya en el Paseo de las Luminarias la estatua de Isabel Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela Vargas.
A casi seis años de su fallecimiento, el 5 de agosto de 2012, senadores y diputados avalaron la Proposición de mérito impulsada por el senador del PRD, Isidro Pedraza Chávez, para reconocer a una de las voces más importantes de la historia de la música mexicana que marcaron el siglo 20.
De acuerdo al Punto de Acuerdo aprobado, el Paseo de la Luminarias en Plaza Garibaldi, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, tiene una gran deuda con un símbolo de la cultura y la música.
“Junto con otros cantautores de su tiempo, Chavela Vargas fue una voz que se fusionó con las letras de autores como José Alfredo Jiménez, para sellar con su característica voz y elevar a nivel internacional los sentimientos y la identidad de la cultura mexicana”, expone el documento.
Independientemente de ser originaria de nacimiento en Costa Rica, Chavela Vargas, “siempre respondió a esta pregunta que ‘los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana’, con esa fuerza de su carácter imprimió la leyenda en la que se ha convertido para la cultura popular mexicana.
El dictamen de la Segunda Comisión de Trabajo de la Permanente (Relaciones Exteriores, Defensa Nacional y Educación Pública), destaca el estereotipo de música mexicana que rompió Chavela Vargas, característico por el estruendo del violín e instrumentos de vientos, los cuales reflejaban un ambiente festivo.
En cambio, la fallecida intérprete, “desnudó las canciones al acompañar su voz únicamente de guitarra, lo cual da un toque más solitario e íntimo a su música”, estilo que resultó consistente con su apariencia tradicional y despojada de maquillaje, con el característico poncho rojo que sostenía sobre sus hombros.
Interpretó canciones en tonos graves, las cuales eran más comunes en hombres, además de no alterar el género masculino de sus composiciones originales al punto de vista femenino.
Convencido de que México tiene una deuda pendiente con el reconocimiento nacional que se ganó Chavela Vargas entre canto y dolor, el perredista instó a distinguir sus aportaciones a la música folclórica nacional de una mexicana con raíces extranjeras, que hizo grande al país.