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CIUDAD DE MÉXICO, 12 de septiembre (Quadratín México).-Tirar los chicles masticados en las calles es una acción común, e incluso hay jóvenes que los pegan en las cortezas de los árboles so pretexto de que su colorido proporciona una visión artística urbana, pero lo cierto es que con esa acción generan focos de infecciones de graves enfermedades, como tuberculosis y salmonela, entre otras.
Víctor Calderón Salinas, científico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), advirtió que un chicle puede albergar hasta 10 mil bacterias y hongos recogidos del medio ambiente en que se encuentra.
Esos microorganismos provienen de la propia persona que lo masticó, por ejemplo, si ésta padece tuberculosis, salmonelosis o un estafilococo, al desecharlo en el piso esas bacterias se esparcirán en el aire, y también será un acumulador del polvo, la tierra y la inmundicia de la ciudad.
La contaminación de ese tipo entra directamente en el organismo a través de las vías respiratorias, incluso por el aire que entra en la boca al hablar, también es un riesgo de infecciones en los ojos y la piel, que se encuentran expuestos al medio ambiente.
Los chicles también simbolizan un hábito de consumo y desecho; son objetos que modifican visual y estéticamente la ciudad, expuso el investigador, quien invitó a la ciudadanía a desechar sus chicles envueltos en un papel, dentro de los botes de basura.
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