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SANTIAGO, 8 de septiembre (Quadratín México).- A más de dos décadas del retorno a la democracia, tras casi 17 años de régimen militar, Chile “aún no se recupera” de la herencia y secuelas del régimen dictatorial de (Augusto) Pinochet”, dijo la dirigente estudiantil Camila Vallejo.
“Todavía la sociedad chilena, independiente de si vivimos o no el momento, vive las consecuencias, las secuelas de la dictadura en lo institucional, en lo económico y social, como los dolores por las víctimas”, indicó la carismática dirigente universitaria.
Figura emblemática del movimiento estudiantil chileno en 2011, Vallejo es parte de una generación que a casi cuatro décadas del golpe militar que instauró la dictadura de Pinochet (1973-1990), ha tomado un puesto de relevo en las luchas sociales del país.
Nacida el 21 de abril de 1988, pertenece a una nueva camada de líderes juveniles que no experimentaron ni la derrota política que significó el golpe militar contra el gobierno popular ni los miedos frente al terrorismo de Estado ejercido por la dictadura de Pinochet.
Como país y como sociedad, “no nos hemos recuperado justamente porque la herencia que nos dejó ese golpe militar fue una Constitución Política pinochetista, que consagra un modelo económico neoliberal y que no es garante en materia de derechos”, señaló.
Indicó que “lo que simboliza el 11 de septiembre es una herida de la cual todavía no nos recuperamos, pero que a la vez nos plantea un desafío al movimiento social a avanzar en esa construcción de una sociedad distinta”.
En entrevista con Notimex, Camila señaló que “aunque no hayamos estado presentes, el golpe del 11 de septiembre de 1973 (contra el presidente socialista Salvador Allende) y la dictadura, es un dolor que parte nuestra sociedad”.
Agregó que “los movimientos sociales que se han levantado en el país tocan el problema estructural, que tiene que ver con nuestra Constitución y con las bases ideológicas de este modelo impuesto en dictadura”.
Camila anotó que entre los reclamos de los movimientos sociales está la soberanía de los recursos naturales, mayor descentralización del país, una democracia más participativa, salud de calidad para todos, educación gratuita, y el fin de todos los amarres de la dictadura”.
El movimiento estudiantil es, precisamente, una de las respuestas a esa herencia de la dictadura, cuando dice “fin a la educación de Pinochet”, esa educación de mercado que tiene como eje el lucro, la segregación y la privatización”, concluyó.
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