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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de marzo de 2020. —Investigadores de la Maestría en Ciencias en Innovación Agroalimentaria Sustentable del Campus Córdoba del Colegio de Postgraduados (Colpos) y del área de Alimentos y Biotecnología del Instituto Tecnológico Superior de Tierra Blanca desarrollaron recubrimientos y películas biodegradables que no contaminan y han demostrado ser efectivos en la conservación de frutas y hortalizas.
De acuerdo a un comunicado, se trata de una investigación desarrollada con el fin de reducir la pérdida de alimentos postcosecha, informó la casa de estudios.
Las películas y recubrimientos que han generado un grupo de investigadores son elaborados con sustancias naturales como cera de abeja, glicerol, ácido oleico y quitosano, así como hidrocoloides –como el alginato—, goma laca, goma guar, hidroxipropilmetilcelulosa (HPMC) y otros aditivos que coadyuvan al mejoramiento de las propiedades mecánicas, térmicas y de permeabilidad.
Estos recubrimientos desarrollados se han aplicado en productos hortofrutícolas como chayote, papaya, mango y cítricos, entre otros, de forma que, con investigaciones como estas, se mantiene el vínculo y compromiso en la cadena productiva de los principales alimentos naturales de la región centro y sur del país.
El empleo de películas y recubrimientos comestibles a base de polisacáridos, proteínas, lípidos, aditivos y compuestos activos han jugado un papel importante en la industria de alimentos y en la conservación de los mismos.
Una película y un recubrimiento se diferencian en que la primera es una capa delgada de material comestible, formada por separado para su posterior uso en el producto, mientras que un recubrimiento se aplica sobre la superficie de un alimento, ya sea por inmersión en una disolución o por aspersión.
Estos recubrimientos y películas comestibles son utilizados durante la postcosecha para proteger y conservar productos hortofrutícolas frescos, ya que permiten retrasar el envejecimiento y reducir significativamente la pérdida de peso y agua así como, el intercambio de gases que influyen en la estabilidad química y crecimiento microbiano.
Además, ayudan a conservar la calidad nutricional frescura, brillo, color y firmeza, aspectos valorados en los consumidores.
La Organización de las Naciones Unidades para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destaca que cada año se pierden aproximadamente mil 300 millones de toneladas de alimentos perecederos en el mundo. En México, el número asciende a 37 por ciento, de la producción con mayor impacto en frutas, concretamente en productos como guayaba y mango.
Estas reducciones en los productos hortofrutícolas tienen diversas causas, entre ellas el inadecuado manejo postcosecha, lo que provoca daños físicos y deterioros microbiológicos y fisiológicos, que se traducen en un corto periodo de almacenamiento o vida de anaquel.
En apoyo a esta investigaciones, científicos mexicanos desarrollan tecnologías postcosecha, por cadena alimenticia y por regiones del país, para retardar la senescencia y mantener el producto en su mejor calidad posible.
En esta aportación, a favor del sector agroalimentario nacional participan los especialistas de Colpos: Adriana Contreras Oliva, Josafhat Salinas Ruiz, José Andrés Herrera Corredor y Juan Valente Hidalgo Contreras, así como del Instituto Tecnológico Superior de Tierra Blanca, Verónica Saucedo Rivalcoba y Gabriela Hernández Ramírez.