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CIUDAD DE MÉXICO, 16 de mayo de 2019.- La clonación continúa siendo una herramienta más de reproducción, pero no permite mejorar una especie, como ocurre con la reproducción natural, afirmó Adrián Mutto, fundador del Instituto de Investigaciones Tecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina, quien impartió una cátedra en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.
De acuerdo a un comunicado, al referirse a sus experiencias sobre la clonación, específicamente de caballos de polo (raza desarrollada en ese país para practicar este deporte), aseguró que no se trata de una técnica de mejoramiento per se, sino una fotocopiadora biológica, y para probar si es buena o mala, se debe esperar a que la cría llegue a la adultez deportiva. “Esta técnica sólo nos permite acortar los tiempos de prueba y error”,
Invitado por Myriam Boeta Acosta, profesora del Departamento de Reproducción de la FMVZ, Mutto recordó que a más de 20 años que fue presentada la oveja Dolly (primer gran mamífero clonado), hoy la clonación ha sido utilizada para reproducir prácticamente a todos los animales domésticos, excepto las aves. “Incluso cobran cada vez más fuerza las compañías que clonan perros y gatos”.
Argentina tiene una gran tradición en la cría de equinos. Es el primer productor de caballos de polo y ha dado los mejores ejemplares de esta disciplina en la historia. Esto ha motivado a las ciencias veterinarias a implementar técnicas que multipliquen y hagan más eficiente la cría de caballos, sobre todo para obtener jugadores que estén dentro del top ten, comentó el experto en biotecnología y biología molecular.
Antes de la clonación de Dolly en 1996, por Ian Wilmut y Keith Cambell, el alemán Hans Spemann descubrió en 1904 lo que llamó la inducción embriológica, por lo que obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1935.
La inseminación artificial y la clonación son estrategias que ayudan a hacer más eficiente la crianza, que permiten obtener crías de los mejores ejemplares, que posteriormente son mejorados mediante técnicas tradicionales.
En 2018, en Argentina se obtuvieron más de 300 crías clonadas, que se suman a las ya logradas desde 2015 en esa nación (casi 700 hasta 2017). De éstas, 16 equinos de alto rendimiento juegan ya en Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, España y los Emiratos Árabes Unidos.
No todos los ejemplares tienen el mismo origen: se han multiplicado de ejemplares de la universidad, de clientes específicos y uno que otro corcel dedicado a otras actividades hípicas.
La eficiencia global de la clonación a nivel mundial es de dos o tres por ciento, entonces, se requieren alrededor de 80 óvulos para obtener un potro, lo que hace a esta técnica muy ineficiente para rescatar a una especie en peligro de extinción, pero su beneficio viene al momento de tratar de multiplicar animales de elite para tener mayor cantidad de madres.
La gestación de los caballos requiere 11 meses y las yeguas no pueden ser superovuladas como las vacas, sobre todo cuando están en su mejor momento deportivo. “En primavera, que es cuando se reproducen, están en pleno juego y no pueden tener mucha descendencia, de ahí la idea de usar la clonación”.
Con 10 de los clones obtenidos de Cuartetera –considerada la Lionel Messi del polo—, el equipo de especialistas integró un programa de producción de embriones para ser inseminados por los 10 mejores caballos en el mundo del deporte, lo que ha permitido una descendencia de 600 crías, de las que aún se desconoce su eficiencia deportiva, pero se prevé buena oportunidad. “No sabemos si todas serán buenas, pero estadísticamente ya nacieron un escalón más arriba que el resto por su genética”.
Mutto y su equipo trabajan con los Emiratos Árabes Unidos en la clonación de camellos de carreras, y en la producción de leche hipoalergénica de bovino.