Virus HMPV detectado en China no representa amenaza: Kershenobich
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de enero de 2025.- El 11 de junio pasado, el abogado Esteban Córdoba fumaba afuera de su domicilio cuando sufrió un infarto. Comenzó como un fuerte dolor en el pecho, que se extendió a su brazo izquierdo. Su pareja lo trasladó al Centro Médico Nacional Siglo XXI, donde se le dio atención inmediata, pues entró al protocolo de atención de urgencias Código Infarto.
“Por desgracia, tuve que pasar por esto para dejar el cigarro, seguir una dieta baja en grasas y hacerme chequeos continuos de colesterol y triglicéridos. Nada mejor que cuidar el corazón, apapachémoslo”, contó Córdoba al recordar su experiencia.
Gabriela Borrayo Sánchez, especialista en cardiología por la UNAM, creó Código Infarto en 2015 como una estrategia de innovación en salud del Instituto Mexicano del Seguro Social, y fue adoptado a nivel nacional por otras entidades. Consta de una serie de tareas a realizar en los hospitales para detectar, oportunamente, un infarto agudo del corazón.
El programa busca garantizar el diagnóstico de quien demanda atención por este evento, pues así podrá recibir tratamiento de reperfusión con angioplastia primaria (restablecimiento rápido y sostenido del flujo coronario) en los primeros 90 minutos; o terapia fibrinolítica (administración de medicamentos a fin de disolver el coágulo y restaurar el flujo sanguíneo) en la primera media hora tras su ingreso a los servicios de urgencias.
“Si una persona empieza a sentirse mal, tiene dolor de pecho, le falta aire o se desmaya, es preciso llevarla a urgencias donde se le aplicará el protocolo, que comienza con un diagnóstico realizado en menos de 10 minutos y que implica la toma de un electrocardiograma para corroborar o descartar un infarto. De confirmarse, personal médico capacitado elegirá la mejor estrategia para destapar la arteria coronaria responsable del evento (la que envuelve al corazón), pues ahí suele haber grasa acumulada y un coágulo”, explicó Borrayo Sánchez, quien actualmente es secretaria general de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Si el hospital tiene sala de hemodinámica –detalló– se empleará un mecanismo especial que opera mediante un catéter y una malla o stent a fin de mantener la arteria abierta, y si no hay uno de estos espacios se suministrará un fármaco para deshacer el coágulo que obstruye el flujo sanguíneo. A veces se recurre a una estrategia combinada, primero el medicamento y después el stent en menos de 24 horas.
Código Infarto es un protocolo existente en otros países y adaptado a cada uno de ellos. En México es el primero en su tipo desarrollado en la medicina institucional; se enfoca a los servicios de urgencias y asigna actividades específicas al personal que atiende al paciente.
La hora dorada
A decir de Borrayo Sánchez, los primeros 60 minutos luego de un infarto son cruciales y por ello se les conoce como “la hora dorada”. Para recibir atención en ese lapso es preciso saber qué hospitales cuentan con Código Infarto, lo cual puede llevarse a cabo desde la aplicación IMSS Digital. “El beneficio se extiende hasta las primeras 12 horas tras el inicio de los síntomas, pero conforme pasa el tiempo es progresivamente menor”.
Según datos de las defunciones registradas en 2023 por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte en México, con 189 mil 210 casos.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indica que en las naciones con ingresos medianos y bajos se dan más de tres cuartas partes de los fallecimientos relacionados con cardiopatías y accidentes cerebrovasculares; además, advierte que la exposición a productos relacionados con el tabaco es responsable de 10 por ciento de las muertes ocasionadas por padecimientos cardiovasculares.
De acuerdo con el organismo internacional, los síntomas podrían ser diferentes si el paciente es masculino o femenino, pero suelen manifestarse como dolor, angina de pecho, falta de aire, entumecimiento, debilidad o frío en las piernas o brazos, y malestar en cuello, mandíbula, garganta, abdomen superior o espalda. En jóvenes, mujeres, diabéticos y adultos mayores se pueden dar de forma atípica como falta de aire, sudor frío o desmayo.
La especialista en cardiología resaltó que las causas de estas afectaciones son factores de riesgo asociados al estilo de vida, como la mala alimentación, poco ejercicio o carga genética (frecuente en Latinoamérica), así como enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, diabetes y colesterol alto, que van en aumento en nuestro país. Hábitos alimenticios saludables, actividad física regular e ir con regularidad al médico reducen el riesgo de un infarto en el corazón.
Cuidar el corazón
Egresada de la licenciatura de Médico Cirujano por la Universidad Autónoma de Nayarit y maestra y doctora en Ciencias por la UNAM, Gabriela Borrayo señaló que “durante la pandemia por COVID-19 se incrementó el número de muertes por enfermedades cardiovasculares, al pasar de cerca de 160 mil a 250 mil, lo cual representa una de las mayores tasas de mortalidad por cada 100 mil habitantes”.
La integrante fundadora de la Asociación de Medicina Basada en Evidencias manifestó que, para salvar más vidas, es relevante conocer las técnicas para detectar un paro cardíaco oportunamente y atenderlo a través de reanimación cardiopulmonar.
Otra de sus grandes labores es preparar a las nuevas generaciones en educación de la salud mediante programas en investigación, docencia, procesos de atención médica y de recursos humanos a nivel de pregrado y posgrado, así como implementar actividades de divulgación de la ciencia para crear conciencia sobre temas médicos.
Ese compromiso llevó a Borrayo Sánchez, con apoyo de la FM, la Asociación Nacional de Cardiólogos de México, la Cruz Roja y otras instituciones, a efectuar una Reanimación Cardiopulmonar (RCP) masiva en las explanadas de la Facultad de Medicina, Tienda UNAM y Rectoría.
“Un, dos, un, dos, mantén las manos estiradas”, repetía el conductor del evento mientras los y las profesoras checaban la técnica con la que durante 120 minutos, al ritmo de la música, mil 500 asistentes realizaban un millón de compresiones torácicas en 100 maniquíes.
“Necesitamos aprender a tomar el pulso. Si el paciente no lo tiene se debe aplicar de inmediato reanimación pulmonar, con compresiones firmes (hasta 100 por minuto). Si con esto no hay respuesta, lo siguiente es dar reanimación boca a boca en lo que llega ayuda especializada”, les puntualizó Borrayo Sánchez, quien también es miembro del American College of Cardiology.
Como docente, ha sido asesora de 26 tesis de especialidad y cinco de maestría. Uno de sus cargos relevantes ha sido el de directora médica del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores Nivel 1 y a la Academia Nacional de Medicina de México.